Jonathan Loomis
el 5 de octubre, 1998
Introducción a la Literatura Latinoamericana
Profesora Hernández
Primera Prueba
Siempre ME han rodeado sin saberlo
Desde el primer momento en que le vi a ella, conocía que ella era la que iba a amar por todo la vida. Estuvemos en clase de español, es verdad, cuando le vi por primera vez. Estuve sentandome en un parte lejano del cuarte donde no haya mucha luz, y cuando terminó de leer mi libro para prestar atención a la lectura primera de la profesora, los ojos le encontraron.
El cabello moreno se caió sobre los hombres dulces. Aunque ella fue vestido en camiseta, ya sube que su piel tenía la calidad de miel. Mis emociones atacaron al mente con tan velocidad que no pude oir la que dijo la profesora. El color de sus vestidos, como los colores del bosque conocido de mi joventud; sus pechos suaves y llenos como la arena mojada de las orillas de mi querido Lago Michigan; la voz elegante y sensible que pronunció su nombre como el viento de octubre que roba los árboles de sus hojas; me evitaron a notar que haya otras mujers juntos. Solamente noté a ella.
Hoy día le regreso a ver. Ya tiene la piel de miel. Ya tiene la voz del viento de otoño. Pero ahora también conozco su identidad. Conozco su corazón. Me he sentido la pulse del sangre debajo su pecho cuando nos hemos acostado.
Hace un año completo desde el primer día que le vi, y he tenido el gusto de encontrar todo lo que es ella. Como los barcos famosos de Colón, desembarqué por un viaje desconocido, y he llegado en la playa de un mundo nuevo. Para mí, es un mundo de amor tan fuerte que caballos no nos podrían seperar. El amor que conozco ahora es más rico que toda había podido imaginar, o tenido el gusto de sentir en la vida. La selva desconocida de mi futuro no me da miedo, porque sé que he vivido, he amado. La memoria de mi primera vista a ella y la memoria de nuestra viaje amoroso y turbulento es bastante para vivir unas millones vidas.