Durante la mayor parte de mi vida he luchado contra la oscuridad que
impregna esta terrible tierra. El Mal tiene muchas formas, y difícil es estar
prevenido contra todas ellas. He estudiado cuales son sus métodos, pero
también cuales son sus debilidades.
Soy Rudolf Van Ritchen. Para muchos este nombre les resultará conocido,
y aunque yo jamás he buscado esta inmerecida fama, el ser conocido por
otros que, como yo, sufren en esta maldita tierra, es algo que me llena de
esperanzas. Durante años, he luchado contra las horribles monstruosidades que
corrompen y destruyen todo hálito de bien y bondad en este mundo, contra
las criaturas que, muchos años ha, me arrebataron a mi propio hijo. Pocas
veces el éxito ha sido pleno, siempre acompañado de amargura y pesar.
A todos aquellos que leen estos viejos pergaminos, les advierto. ¡La lucha
contra el Mal solo es posible para los más fuertes en fe y espíritu!
El Mal nos tienta sutilmente, inclinándonos hacia sus dominios, corrompiéndonos
desde el interior a través de nuestras propias virtudes. No, solo los que
son suficientemente fuertes tienen alguna posibilidad de éxito. Si
albergas alguna duda, en tu alma o en tu corazón, no sigas leyendo esto.
Muchos son los secretos que poseo sobre la Tierra y sus mortíferos
habitantes. Y al hablar de la Tierra no lo hago con en el mismo sentido que un
rey habla de sus dominios, o un labrador del suelo que le sustenta con su
alimento. La Tierra, y este es el primero de estos secretos, es una entidad
viviente y sintiente, dotada de una poderosa, sutil y abyecta inteligencia. El
Mal puro, aquello que sustenta este terrible lugar, la fuente de toda iniquidad
y perversión; con todo esto se identifica la Tierra.
Mucho sé sobre los hijos de la Tierra, aquellos que reinan en este
lugar oscuro, los hijos predilectos de la noche. Con solo esta pluma y varios
pergaminos más, podría hacer mucho más daño que con la más
afilada espada y el más poderoso de los conjuros. Pero la herida
infligida sería demasiado dolorosa para la Tierra. Si revelara todo lo que
sé sobre los señores de los dominios, lo cual es mucho más de lo
que los que creen conocerme suponen, no solo pondría en peligro mi vida,
sino la de cientos de personas inocentes que tendrían que ser sacrificadas para
mantener ocultas las terribles verdades. No, los más horribles de los secretos
deben permanecer en la oscuridad que los ha engendrado.
Sin embargo, no has de atacar al mal en ese campo. Es su terreno, lo que mejor
domina y persiguiendo a los señores de los dominios con la única intención
de destruirlos solo ocasionaras tu propia destrucción, consumiéndote en una hoguera
de odio y frustración, o algo peor, acabar convertido en uno de ellos.
El golpe más contundente que puede asestarse a la Tierra es escapar de ella,
huir de sus largos dedos de niebla. Me refiero al sueño de todos lo que aquí
estamos atrapados en esta tierra de pesadilla: escapar de Ravenloft.