Sí, nuestro amor trabaja cual labriego
que arroja la semilla que no nace
y el tiempo pisa y bajo el pie se hace
podredumbre que el viento arrastra luego.
Podredumbre es mi amor. Podrido fuego.
Miro la tarde que en el aire yace
como a la muerte. Lejos se deshace
alguna sombra. Es el mayor sosiego.
Ésta es la tierra en que nacimos. Ésta
en la que viviremos. Triste espía
mi corazón a la dorada cresta
del monte aquél. ¡Ansiada lejanía!
¡Quién pudiera creerte, dulce puesta
de sol; soñarte sólo, cielo, día!
Nació en Boal, Asturias, en 1923. Se licenció en Filosofía
y Letras en Madrid. Estuvo en Méjico y fue profesor en Wellesley College. Instalado en en España,
ha sido profesor en la Universidad Complutense de Madrid.
Su trayectoría poética ha experimentado diversas modificaciones temáticas
y estilísticas. Desde el anhelo de raíz religiosa al existencial se suceden etapas que desembocan en
la última de deslumbramiento esplendoroso ante el mundo y la realidad.