¿NO CESARÁ ESTE RAYO?
¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?
¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón me muge y grita?
Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.
Esta obstinada piedra de ml brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.
*(De "EL RAYO QUE NO CESA", 1936).
LEER A HERNANDEZ:
De él escribió Vicente Aleixandre: "Era puntual, con
puntualidad que podríamos llamar del corazón. Quien lo necesitase a la hora del sufrimiento o
de la tristeza, allí le encontraría, en el minuto justo. Silencioso entonces, daba bondad con
compañía, y su palabra verdadera, a veces una sola, haría el clima fraterno, el aura
entendedora, sobre la que la cabeza dolorosa podría reposar, respirar. Él, rudo de cuerpo,
poseía la infinita delicadeza de los que tienen el alma no sólo vidente, sino benevolente. Su
planta en la tierra no era la del árbol que da sombra y refresca. Porque su calidad humana
podía más que todo su parentesco, tan hermoso con la Naturaleza. Era confiado y no aguardaba
daño. Creía en los hombres y esperaba en ellos. No se le apagó nunca, no, ni en el último
momento, esa luz que por encima de todo, trágicamente, le hizo morir con los ojos
abiertos".
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