Introducción
"Llenaos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos himnos y cánticos espirituales, cantando y salmodiando
al Señor de vuestros corazones, dando siempre gracias por todas las cosas a Dios Padre en nombre de Nuestro Señor Jesús"
( Ef 5, 18 )

¡RESUCITO! es un pequeño libro que quiere ayudar a realizar hoy, y en nuestro momento, la recomendación de San Pablo.
Vamos hacia una vida cristiana más comunitaria. La Iglesia, luz de las gentes, hoy se hace más consciente de su misión en
medio del mundo. Somos la Esposa de Jesús, que como un primer fruto, del paso de Jesús al Padre, recibe, en un
pentecostés gozoso, el Espíritu de Aquel que se entrega por ella. Compañera y esposa, cuerpo y cabeza, dos en una sola
carne, realizan la obra del Padre, que es volver a su casa a la oveja perdida, humanidad en tinieblas que nos rodea por
doquier.
"Amaos los unos a los otros como Yo os he amado; en esto conocerán todos que sois mis discípilos míos..." Y la Esposa se
ha encontrado con el Esposo y éste la ha fecundado, la ha revestido de lino y la ha limpiado de sus impurezas. Después nos
ha derramado entre todos los hombres para que anunciemos lo que con nosotros se ha hecho, y esto no porque seamos
mejores que otros, sino como signo y primicia de lo que se hará a todo hombre, a toda la Humanidad.
Sacramento de Jesús; vivamos el amor en comunidades que arrojen los signos de nuestro Esposo: el AMOR y la
UNIDAD..., "dando gracias en todo tiempo y en todo lugar, enseñándolos unos a otros con cánticos e himnos espirituales".
(Col 3, 16)
Al que ha limpiado nuestros ojos, al que nos ha liberado de la ley, al que nos ha constituido hijos...; a El, la gloria, el honor,
el poder y la forataleza por los siglos de los siglos. AMEN.


Nuestra comunidad parroquial, ante la renovación proclamada por el Concilio Vaticano II, ha visto la necesidad urgente de pasar de una fe infantil a una fe adulta, con la que podamos vivir un cristianismo más consciente y más comunitario que arroje los signos del Evangelio en medio de nuestro mundo desacralizado y técnico. Para ello hemos compuesto todo un proceso catecumenal para adultos. Dicho proceso consta de tres fases, a través de las cuales tratamos de vivenciar el MISTERIO PASCUAL, fuente de toda la vida cristiana.
Comprende una primera fase de conversión, una segunda fase de iniciación y una tercera fase de renovación bautismal.
Estas tres fases, desarrolladas a lo largo de todo el año, se sustentan sobre el trípode: PALABRA DE DIOS, LITURGIA y COMUNIDAD.
(figura 1.)
Nuestra sociedad presenta hoy uno de los síntomas más graves por los que puede atravesar la comunidad humana: LA DESACRALIZACION. Los hombre de hoy hemos perdido el sentido de lo SAGRADO, de lo SANTO, del MISTERIO TREMENDO que es DIOS dando el ser a todo lo que existe.
El acelerado progreso técnico, más el desarrollo científico en todos los campos han hecho del hombre de hoy un ser con complejo; una deficiente formación en la fe y el abuso de una liturgia arrutinada y moralista ha llevado como una salida lógica al intelectualismo y a la racionalización, encontrándonos al cabo de unos años con una sociedad, que se dice cristiana, en profundo proceso de desscristianización por haber perdido, en su impulso misionero frente al mundo pagano y técnico, el sentido del culto, el sentido de lo SAGRADO.
Plenamente convencidos que ha sonado la hora de volver a la verdad de sencillez y simplicidad que contiene el EVANGELIO, nos lanzamos a la tarea del nacimiento de nuevo, del nacimiento de lo alto: la criatura nueva inagurada en Cuerpo de Cristo y participada hoy en nosotros por el bautismo y su renovación catecumenal.
Es maravilloso poder tomar conciencia de nuestra vocación: LUZ del mundo, SAL de la tierra
(figura 3); vocación que no nos saca del mundo, sino que nos sumerge en él para, como el fermento, hacer una masa nueva. No se trata tanto de meter a todo el mundo en la Iglesia, como de que la luz sea luz; dice Cristo: "Si la luz son tinieblas, cuánta será la oscuridad". La luz marca el camino de salvación que es EL AMOR DEL PADRE HACIA TODA CRIATURA, MANIFESTADO EN SU HIJO NUESTRO SEÑOR JESUS. En nuestra vocación de PUEBLO DE DIOS somos portadores de una noticia maravillosa de salvación: LA NATURALEZA HUMANA EN JESUS HA VENCIDO LA SERVIDUMBRE DEL EGOISMO, HA ROTO LAS CADENAS DE LA MUERTE Y, RESUCITANDO, HA LOGRADO PASAR EL PADRE: AL SER, AL ETERNAMENTE FELIZ EN LA UNIDAD, AL ETERNAMENTE OTRO, AL CREADOR: AL PADRE.
El viene para celebrar su tránsito hecho uno con la Humanidad por la fuerza del ESPIRITU de DIOS, Espíritu que liberó a Cristo de la región de los muertos y le sentó en la Gloria del PADRE. "EL REINO DE DIOS HA LLEGADO HASTA NOSOTROS."
Cristo, en nuestro EXODO hacia el PADRE, camina en medio de nosotros, haciéndonos uno y potenciándonos por la fuerza de su ESPIRITU en el amor de los unos para con los otros; signos del EVANGELIO que arrojamos formando comunidades de la fe que proclaman la PALABRA, y anuncian la muerte del SEÑOR hasta que venga, en la EUCARISTIA.
(Figura 2)
GLORIA A NUESTRO SEÑOR JESUS, QUE NOS CONSTITUYE HERMANOS Y NOS HACE HIJOS EN LA ALIANZA ETERNA DE SU SANGRE. ALELUYA.

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