Las estaciones.
Era un radiante sol de primavera
de tintes mágicos,
polícromos y bellos
era linda la flor, el ave,
la pradera
el alba blanca y puros sus
destellos.
Era un hombre magno, generoso
que vivía en armonía
con sus hermanos
se profesaban un amor maravilloso
y unidos estaban en corazones
y manos.
Era el verbo ayudar cual
oración
y un afecto sublime les
unía
paz y justicia tenían
como misión
y esto era su pan de cada
día.
Era un verano de celeste
llanto
donde pródiga tierra
el fruto daba
era un oasis pletórico
de encanto
donde himnos celestes el
pájaro entonaba.
Era un hombre de plenitud
dichosa
que quería a su hermano
sanamente
bendecía al ave,
al niño y a la rosa
sin nada turbio entre su
mente.
Llanto en su corazón
si acaso había
era derramado con sutil
emoción
al admirar la alborada del
día
o sentir la ternura impresa
al corazón.
Era un otoño de hojas
arrebatadas
de viento huracanado y tempestuoso
las flores en el suelo deshojadas
y un paisaje mustio, doloroso.
Era un hombre de naciente
egoísmo
con vientos de violencia
y ambición
negando la verdad y presa
del cinismo
y un veneno letal dentro
del corazón.
Era un hombre todo desolación
que olvidando el oasis de
amor
al odio y al rencor los
hizo su pasión
y empezó a andar
la senda del dolor.
Era un invierno cual páramo
desierto
que destruyó belleza
de natura
era un paisaje yerto casi
muerto
sin asomo de paz, de fe
o ventura.
Era un hombre que mancilló
la ciencia
castró al arte, el
aire envenenó
edificó cual Dios
a la violencia
y de sangre su huella la
marcó.
Era un hombre residuo, casi
escoria
que acabó con lo
bello de su mundo
masacró su estirpe,
su memoria
destruyéndolo todo
con rencor profundo.
Era un hombre que corrompió
la aurora
dejando estéril a
la madre tierra
truncó su triunfo,
su misión bienhechora
y viene apresurando su final
en la guerra.
Era un hombre brutal enajenado
que edificó cual
deidad al gran dinero
y ante el fatuo Dios vive
inclinado
enfangándose en negro
estercolero.
Sí, es un páramo
la condición humana
el frío de invierno
llegó a su corazón
¡paz y amor! la humanidad
reclama
como una justa y sublime
redención.
Unidos construyamos la ruta
verdadera
donde reine la paz y amor
fraterno
¡Hagamos renacer eterna
primavera!
Entonando un himno pacifista
y eterno.