El Nagual de las Plantas Maestras
Dedicado a todas las personas encarceladas
por su relación con las plantas y hongos sagrados,
con la esperanza de que los presos de sus mentes cerradas,
aquellos que intentan prohibir la naturaleza,
reconozcan finalmente el derecho humano a explorar nuestra propia conciencia.
PRÓLOGO
En mayo de 1995 me encontraba de nuevo en el aeropuerto de Barajas, desde donde había partido el año anterior, rumbo a Brasil. Así concluía un viaje,cuya auténtica dimensión en ese momento estaba lejos de entender enteramente. Aquellas personas que leyeron "En busca de las plantas sagradas", recordarán el estado de extrañeza en que me encontraba al final de mi viaje, tras mi iniciación en el mundo del chamanismo y mis encuentros con diversas plantas sagradas.
A mi vuelta no había integrado completamente las experiencias que había vivido bajo los efectos de las plantas de poder. Estas experiencias me habían mostrado otra realidad, una realidad más allá de la ordinaria, que no tenía la más mínima posibilidad de negar, por la sencilla razón de que habíaentrado en ella. No sólo la había visto; había estado allí, me había fundido con ella, allí había dejado de ser yo, sin dejar de ser yo mismo en absoluto, y finalmente, había comprendido que todo esa realidad formaba parte de un mundo desconocido, pero no por eso menos real que el mundo de todos los días.
He descrito lo acontecido en ese viaje con anterioridad. En mi libro "En busca de las plantas sagradas" relaté minuciosamente cómo me afecto conocer a los hombres de conocimiento que fui encontrando a lo largo de mi viaje por Sudamérica, y cómo esas experiencias me fueron transformando. A mi vuelta me enfrenté al difícil problema de integrar todas esas vivencias dentro de mi ser, de existir plenamente en la vida de todos los días, habiendo asimilado mis experiencias enteógenas, aceptando la existencia de dimensiones desconocidas de la realidad. Al mismo tiempo, traté de mantener el intento de alcanzar algún día, preferiblemente compartiendo un intento colectivo, el fin último del guerrero: la libertad total.
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Otro hecho que hube de afrontar e integrar en mi vida diaria fue dejar de ver a las plantas sagradas como un simple instrumento para modificar nuestro estado de conciencia, como una especie de microscopios o telescopios vegetales que nos permiten explorar el espacio interior. Y por supuesto lo son, pero con el tiempo he ido descubriendo que las plantas chamánicas son seres vivos con una clase de conciencia diferente a la humana, pero conciencia al fin y al cabo; seres con los que es posible establecer una comunicación íntima y directa al integrarlos en nuestro metabolismo, que tienen interés en mostrarnos su mundo y en conocer el nuestro, y que tienen conocimientos de los que la mayoría de seres humanos carecen.
Mi propia experiencia me ha enseñado que las plantas maestras, al ayudarnos a expandir nuestra conciencia y a conocer otros mundos, son nuestros aliados, copartícipes de nuestra evolución como especie humana. La mayoría de las especies no evolucionan aisladas, sino interconectadas, en una
relación de simbiosis evolutiva. De ahí la gran importancia de los enteógenos, y la urgente necesidad de la normalización de las sustancias chamánicas.
Sólo unos políticos, o ignorantes, o mentalmente perturbados, o presos de oscuros intereses económicos y de presiones desde la cabeza del Imperio, pueden ser capaces de intentar prohibir algo que forma parte de la
naturaleza, como las plantas y hongos sagrados.
Sólo una sociedad castrada y sometida puede aceptar sin resistencia de ninguna clase el intento de los adinerados de detener la evolución de nuestra mente, de intentar impedir a todos los miembros de ella, desde que nacen hasta la tumba, la experiencia directa de la realidad, la exploración
sin trabas de la conciencia humana
Afortunadamente, tratar de impedir el encuentro del ser humano con otros seres vivos es un intento no sólo aberrante, sino que está abocado al fracaso. Los libros que aparecen en la amplia bibliografía incluida en éste
y en el anterior libro, son una evidencia documental de cómo la experiencia enteógena ha formado y forma parte de la experiencia humana. Y seguirá formando parte de ella, lo quieran o no los poderosos. De ello nos estamos
encargando la amplia comunidad de personas que a pesar de todo, arriesgando nuestra libertad física o incluso nuestra vida, desafiamos cada día y cada noche la dictadura de la percepción que otros se empeñan en perpetuar.
No describiré en este libro, salvo cuando así sea necesario, mis experiencias entre el viaje cuya crónica es "En busca de las plantas sagradas", y este nuevo viaje por tierras de América, del que este libro es un fiel testimonio. Y no es que considere que carecen de importancia ni de utilidad para las personas interesadas en los estados modificados de conciencia. Sencillamente, esta decisión es fruto de una cuestión de prioridad. Considero de una mayor transcendencia hacer públicos los hechos que afronté en este nuevo viaje; las enseñanzas que recibí de los distintos hombres y mujeres de conocimiento que conocí durante él, así como mis nuevas experiencias con las plantas de poder, y las conclusiones a las que llegué tras escucharlas. En definitiva, me parece fundamental compartir los frutos de la continuación de mi peculiar aprendizaje del chamanismo.
Las principales destinatarias de este nuevo libro son todas las personas que lentamente, pero sin pausa, hemos comenzado a conocernos y reconocernos en los últimos años. Los hombres y mujeres de conocimiento que encontré en tierras de México nos ven como partidas del nagual sin nagual, como las tribus del sur, parte de las tribus de occidente, de las que me hablara Horacio, tal y como ya relaté en mi primer libro.
El nacimiento espontáneo de esta clase de partidas, no es un hecho aislado o casual, como se podrá comprobar durante la lectura de este libro. Antes al contrario. Se trata de una característica de los tiempos que estamos viviendo. El hecho no es muy conocido debido a su existencia en el mundo de lo interno, más que como una presencia social organizada. Pero existimos, vaya si existimos, somos muchos y muchas, y cada vez somos más. En gran parte, y al menos en el tonal, no nos conocemos entre sí, aunque nada más encontrarnos tengamos la sensación del reconocimiento.
Un reto que tenemos ante nosotros y nosotras es eliminar la gran desconexión existente entre las personas que estamos compartiendo un mismo intento.
Este intento no es otro que transcender nuestros límites: límites impuestos por la sociedad en la que vivimos y por nuestra actual naturaleza humana. Nuestro intento no es otro que transcender el ego y ser capaces de
transcender nuestros cuerpos para llegar a ser pura conciencia. Nuestro intento no es otro que la libertad total.
El intento requiere descubrir las respuestas a las tres grandes preguntas que desde sus inicios han interrogado al ser humano: De dónde venimos, quiénes somos, y a dónde vamos. Tres preguntas frecuentemente formuladas sin sentido, pero que son sin la más mínima duda, tres preguntas de poder que
esconden en sus respuestas la fuerza, la energía y la sabiduría que hoynecesitamos.
Si algo he aprendido de las plantas maestras y de los escasos auténticos chamanes y chamanas que he encontrado en mis viajes, es que el ser humano posee YA capacidades de las que la mayoría de los mortales o inmortales carecemos. Curaciones, telepatía, clarividencia, clariaudiencia, adivinación, salidas del cuerpo, contactos con otros seres, son algunas de estas posibilidades por desarrollar por la mayoría de nosotros. Por no hablar de la posibilidad de transcender la muerte tal y como es concebida en nuestra cultura.
Afirmo, basado en mi propia experiencia, que nuestro cerebro incluye ya estas capacidades, y muchas más, por ahora sólo en estado latente para la mayoría de nosotros. Activarlas, despertarlas, es uno de los efectos de los enteógenos, una de las expresiones futuras del proyecto evolutivo inscrito en esos fragmentos del ADN que el Proyecto Genoma está todavía intentando descifrar. El ser humano del futuro será capaz de transitar el recorrido que va desde elminterior de nuestras células a una dimensión donde sencillamente se enfrentará al infinito.
Si algo caracteriza a los tiempos que estamos viviendo hoy en día, es la supremacía de la novedad frente al hábito, aúnn cuando éste continúe todaví siendo tan poderoso y difícil de desterrar de nuestras vidas y de nuestra sociedad.
Hoy nos rodean nuevas apariciones, avances sutiles o evidentes de todo tipo, que sólo los más jóvenes pueden llegar a aprehender en toda su complejidad. Los cambios afectan a todos los ámbitos de lo social, y a los nuevos guerreros y guerreras nos exigen actuar en libertad, abiertos a los nuevos descubrimientos, con nuestras mentes preparadas para fluir con la vida y con la energía del universo.
Los tiempos que vivimos nos exigen que seamos nuestros propios chamanes, unidos más que por formar parte de una misma partida, por compartir y mantener un nuevo intento para el ser humano.<BR>
Estamos acercándonos a poder expresar en nuestras vidas nuestra verdadera naturaleza. Cada día más, a más seres humanos nos entusiasma la exploración y no la evasión, el descubrimiento y no la posesión, la novedad y no el hábito, la evolución y no la involución, la conciencia y no la anestesia, el amor y no la crudeza.
En otros palabras: cada vez más seres humanos anhelan la libertad y no la seguridad. Nos interesa el nagual más que el tonal, aunque vivamos y suframos y disfrutemos en él todavía la mayor parte de nuestro tiempo.
Tal y como descubrí en el México de los naguales, somos Quetzalcóatls, serpientes emplumadas, conscientes de nuestra naturaleza animal y maravillosa, en un apasionante estado de transición, en el ramal final que nos obliga a elegir entre continuar siendo mmujeres y hombres serpiente, llegar a ser hombres y mujeres águila, antes de partir.<BR>
Quién sabe para quiénes de nosotras llegará, algún día, el momento de emprender el vuelo de la libertad. Intuyo que todo aquél o aquélla que mantenga impecablemente la decisión y la determinación de este intento.
El camino del conocimiento exige hoy romper con los viejos hábitos. El tiempo de los maestros ha terminado. Hoy quien quiera saber ha de tomar las riendas de su vida y aceptar la responsabilidad de ser su propio maestro o su propia maestra; aprendiendo y creciendo con los seres de ésta y de otra
realidad; evolucionando individualmente junto con el resto de los demás seres humanos, de los demás seres vivos, dentro de la naturaleza, de Gaia y del universo.<BR>
No necesitamos intermediarios para aprender y tener una experiencia directa de la realidad. No necesitamos sacerdotes, maestros, gurús o chamanes, aunque podamos aprender algo de ellos, como de todos nosotros y nosotras.
Si necesitamos algo es libre acceso a enteógenos y a otros medios de entrar en el nagual. Necesitamos más experiencias trascendentes, y experiencias más profundas. Necesitamos internarnos en lo desconocido, con prudencia pero sin miedo. Necesitamos explorar otras dimensiones de nuestra conciencia y de la
realidad. Necesitamos alcanzar las estrellas y el infinito, partiendo de la tierra en que nacimos.
Hoy existe un nuevo modo de aprendizaje, que anteriormente he calificado de peculiar, al no producirse por la adscripción durante años a un solo maestro o nagual, sino más bien al contacto directo con el conocimiento, a
través de las plantas y hongos chamánicos, y a través de diversos hombres y mujeres que, según afirman ellos, se van encargando sucesivamente, de un modo que aún no he sido capaz de entender completamente, del aprendizaje del guerrero o de la guerrera occidental
Atribuí esos contactos a la mera casualidad, pero al llegar nuevamente a América, muy pronto descubrí que la casualidad no existía en absoluto, que todo formaba parte de un plan que desconocía, y del que sin saberlo formaba ,parte, aunque paradójicamente participara en él de una manera totalmente voluntaria. Decir algo más sería hablar del Gran Misterio, y para mí el Gran Misterio continúa siendo eso, un gran misterio.<BR>
No pretendo haber encontrado respuestas a todas las preguntas. Antes al contrario, afirmo que cada uno, cada una, poseemos alguna pieza del rompecabezas, y propongo que las pongamos todos encima de la mesa, a ver si podemos ver ya algo.
Los enteógenos nos ayudan a explorar, pero hay otros medios de ir descubriendo, como animales curiosos que somos, qué hacemos aquí, cuál es nuestro origen, y sobre todo, hacia dónde nos dirigimos. Intuyo, y es sólo una intuición, que en algún momento nos encontraremos todas, aunque sea en el último peldaño.
Todos estos descubrimientos son descritos minuciosamente a lo largo del libro. Esta vez no me he visto obligado a ocultar excesivos datos, excepción hecha de la identidad de algunas personas. Dada la especial situación legal y política, tanto de México como de Estados Unidos, garantizar la seguridad
de algunas de las personas que aparecen en este libro, me ha obligado a modificar algunas situaciones para hacerlas totalmente irreconocibles. Estas modificaciones en modo alguno afectan a la veracidad de los hechos
descritos, ni aún menos a su contenido.
En la parte final de guía, y al igual que sucediera en "En busca de las plantas sagradas", he incluido únicamente a las personas que han querido aparecer reseñadas. La sección de lugares es bastante completa, y obviamente no los he visitado todos, por lo que abre un inmenso campo de exploración e investigación al viajero o viajera interesados en internarse en el mundo de las plantas sagradas y el chamanismo.
Este libro es el reflejo de otra realidad; un relato veraz de mis incursiones en un mundo desconocido; ni puede, ni pretende sustituir la experiencia personal. Aquí hablo de un munndo realmente existente. Quié tenga dudas sobre su realidad, o quién quiera conocerlo, no tiene nada más que como hace un científico, seguir los pasos del experimento, en este caso, la apasionante travesía del viaje exterior e interior. Aquí describo cuidadosamente todos los pasos que he seguido.
La otra realidad esta ahí. Basta el intento decidido de acceder a ella. Si el intento es claro, y la decisión firme, cada cual hallará su propio modo de penetrar en lo desconocido.