22@, la apuesta urbanística de Barcelona
Barcelona se propone con el 22@ la meta de integrarse plenamente en la nueva revolución tecnológica. El Poblenou, principal núcleo de la industrialización española durante el siglo XIX, aparece hoy como la principal plataforma económica y tecnológica de Barcelona y Cataluña. La Barcelona real, aquella que no olvida su área metropolitana, es la sexta Región metropolitana de la Unión Europea en dimensión demográfica y exporta el 22,5% del conjunto de bienes industriales y no industriales de España. La red de ciudades metropolitanas, al frente de las cuales está Barcelona, está cambiando rápidamente su especialización productiva: prácticamente dos terceras partes de sus exportaciones son, hoy, bienes de intensidad tecnológica alta o media-alta. El futuro de su dimensión competitiva depende críticamente de la capacidad de integrar les nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y de intensificar las actividades terciarias-industriales densas en conocimiento.
La estrategia económico-urbanística tradicional de Barcelona ha partido de la base de que la actividad económica predominante era la manufactura, por lo que el tránsito de este modelo industrial a otro adaptado a la economía del conocimiento, ha aconsejado revisar en profundidad las determinaciones urbanísticas de las antiguas áreas industriales del Poblenou -zonas 22a del Plan General Metropolitano de 1976. La Modificación del PGM (acordada en el año 2000) cambia las características de la regulación urbanística de la zona industrial, sustituyendo la antigua cualificación urbanística 22a por la moderna 22@; regula los usos y la intensidad de edificación; establece los incentivos para la transformación y para atraer las actividades @ -densas en conocimiento; crea la nueva calificación de equipamiento 7@, que permitirá construir las infraestructuras del conocimiento; define unos nuevos estándares de urbanización y prevé -Plan Especial de Infraestructuras- la reurbanización completa del sector; establece las obligaciones de los propietarios de suelo y determina las formas y mecanismos de planeamiento derivado -Planes Especiales- para posibilitar la transformación.
El proyecto permitirá, a lo largo de su ejecución -15/20 años- construir 3.200.000 m² de nuevo techo y techo rehabilitado para usos productivos, entre 3.500 y 4000 nuevas viviendas sometidas a algún régimen de protección, obtener 220.000 m² de suelo para nuevos equipamientos y zonas verdes, y aumentar entre 100.000 y 130.000 los puestos de trabajo de la zona.
Estas zonas de Barcelona, tradicionalmente olvidadas, recibirán con esta iniciativa municipal un considerable influjo, pasando a convertirse en las regiones de bandera de la capital catalana. Sin embargo, esta estrategia sigue dejando de lado otras áreas más próximas al centro de la ciudad y siempre dejadas de lado por los sucesivos consorcios municipales. Tal es el caso de la barriada del Bon Pastor, en Sant Andreu, cuyos vecinos siguen aislados del barrio padre (Sant Andreu) por una zona industrial vetusta, insegura y excesivamente utilizada. Algo similar sucede con la Mina, una de las zonas más próximas al Fórum, y que también quedará "de la mano de Dios" con el gran evento.
Joan Clos, alcalde de Barcelona, tiene una idea de Barcelona como una ciudad moderna, "la ciudad del diseño", algo que, si bien es bonito en teoría, se encuentra a años luz del nivel de vida de la mayoría de la población, y el riesgo de éxodo de las nuevas generaciones, por la preocupante falta de suelo dedicado a viviendas de protección oficial o el excesivo precio de los alquileres en la ciudad, es más que palpable. Ojalá iniciativas como el Fórum o el 22@ reviertan esta tendencia. Será la única manera de asegurar un futuro próspero y sostenible a la ciudad.
La nueva concepción de ocio a las puertas del Fórum
¿Se divierten los ciudadanos de Barcelona? ¿Lo hacen de forma adecuada? Son algunas de las cuestiones que se formulan la mayoría de barceloneses ante el surgimiento de los modernos centros de ocio en la capital. En apenas cinco años, Barcelona ha saturado su mercado de grandes superficies destinadas a este concepto. La Maquinista, Glòries, Heron City..., todos ellos enormes espacios destinados a la compra y el recreo, que incluyen un largo número de pequeños comercios, multicines, salas recreativas, gimnasios o centros de estética. Todo ello aderezado con un enorme y gratuito aparcamiento, algo que desestima las optimistas tendencias de obligar al ciudadano a apostar por el transporte público, casi forzándole a coger el coche.
Estas iniciativas presentan un doble problema. El primero es de índole social, ya que centra al ciudadano en los mismos lugares y no le da casi alternativas. Todo se puede ver y conseguir en un gran centro comercial, y más allá de él no hay nada más. De este modo, se desestima el paseo y se asimila al barcelonés de a pie con una oveja más dentro del gran rebaño que enfila su vista a las luminosas entradas de este tipo de centros. El otro inconveniente es para los barrios de la ciudad, que pierden su tradicional habitabilidad o la localizan en exceso en algunos puntos excesivamente concreto, lo cual repercute de forma muy negativa en el pequeño comercio, que con mucha dificultad puede sobrevivir tan desigual lucha.
La nómina
de grandes áreas comerciales en la ciudad está alcanzando el extremo,
y quizá llega la hora de plantearse si son realmente necesarias o bien
si empiezan a resultarnos excesivas... El tiempo, y los ciclos económicos,
dictarán sentencia.