El renacimiento de un aeropuerto regional
El aeropuerto del Prat era, antes de los Juegos, un pequeño centro aeroportuario de escasa capacidad. Recibía algunos vuelos internacionales, pero en buena medida se condideraba un apéndice del aeropuerto madrileño de Barajas. La designación de Barcelona como sede de los JJ OO, sin embargo, cambió las cosas. Se construyeron dos nuevas terminales aeroportuarias, la A y la C, que complementaron a la terminal existente, que recibió la denominación de B y se reservó exclusivamente para los vuelos nacionales (más tarde también ha pasado a soportar buena parte del flujo de vuelos con procedencia o destino en países de la UE).
La terminal A sirvió para dar cabida a los pasajeros de vuelos internacionales y la terminal C se reservó exclusivamente para el Puente Aéreo Madrid-Barcelona, la más importante unión de capitales por vía aérea del mundo. Por este motivo, esta última terminal presenta un aspecto fantasmagórico durante los días festivos, situación que contrasta con la que se puede vivir en la terminal A. Este espacio abría conectaba primera vez el aeropuerto catalán con las principales ciudades del mundo y facilitaba las cosas a los barceloneses, que ya no necesitarían pasar por el incómodo trámite de una hora de volar hacia Madrid y cambiar de aeronave.
Las nuevas terminales también han renovado por dentro el aeropuerto, convirtiéndolo en una terminal de pasajeros más moderna, acogedora y confortable, a años luz de la vetusta y oscura terminal B. Y el causante de todo ello es la luz, que fluye en las nuevas edificaciones con mayor facilidad a través de las cristaleras tintadas exteriores. También se cambió la ornamentación interior, incluyéndose elementos tan exóticos como una gran palmera, y se ubicaron escaleras mecánicas por doquier. En lo que atañe al acceso de los pasajeros a los aviones, el nuevo aeropuerto del Prat renunció a la clásica fórmula del autobús externo y dotó a las nuevas terminales de fingers que conectan directamente la puerta de embarque con el acceso a la aeronave.
En definitiva, el aeropuerto
de los Juegos supuso un importante paso adelante en la historia del transporte
barcelonés, consolidando a la capital catalana entre las mejores de Europa
en lo que a transporte aéreo se refiere.