La distancia más corta entre dos puntos deja de ser la recta

Los JJ OO significaron, eminentemente, una potenciación de la red viaria barcelonesa. Por delante de la construcción de kilómetros de metro o enlaces ferroviarios, entre 1986 y 1992 se construyeron nuevas autopistas y se dio un impulso importante a la conversión en autovía de la N-II entre Barcelona y Madrid.
En la región metropolitana, la infraestructura más destacada fueron las Rondas de Barcelona. Este anillo viario de más de 20 kilometros de longitud, ya previsto en los planes municipales de urbanismo de la década de los 70, permitía solucionar los problemas internos de circulación, descongestionando de coches algunas de las grandes arterias interiores como en el caso de la calle de Aragó. Las Rondas permitían canalizar los flujos de entrada y salida de vehículos, de modo que se evita que atraviesen en lo posible el centro de la ciudad. El sistema de las Rondas comprende la Ronda de Dalt (B-20) -en la parte alta y con tres carriles por sentido- y la Litoral (B-10) -junto al mar, soterrada en largos tramos y con tan sólo dos carriles en las zonas del Poblenou, la Vila Olímpica, la Barceloneta y el puerto-. Esta estrechez es causante de grandes atascos en horas punta, unos atascos que se convierten en caos si se produce un accidente, por la ausencia de arcenes de emergencia. Para evitar problemas, el Ayuntamiento prohibió la circulación de vehículos pesados a través de las Rondas, y hoy en día sólo se les permite acceder a través de la N-II y el principio del Cinturó del Litoral hasta las zonas de actividades logísticas de la Zona Franca y el Puerto.
Las Rondas se completaron con la construcción de la Pota Nord (B-20), desde el Nudo de la Trinitat hasta la localidad de Montgat, y la Pota Sud (C-32), que une el Nudo del Llobregat con los accesos al aeropuerto y la localidad del Prat de Llobregat.

La Ronda Litoral, a su paso por la Vila Olímpica,


Las Rondas, además de mejorar la circulación interior, han servido para redefinir el espacio central de la ciudad. Si en el pasado, fue la zona de la Ciutat Vella y después esta consideración se extendió para la zona comprendida entre Gràcia, el Paral·lel y el paseo de Sant Joan, ahora el espacio circunvalado por los cinturones delimita el corazón de la gran metrópolis que conforman Barcelona y toda su área metropolitana.
Una década después de la inauguración de las Rondas, la circulación por el centro de la ciudad está volviendo a los niveles anteriores a los JJ OO. El irrefrenable crecimiento del parque de vehículos y la poca competitividad del metro para según qué recorridos así lo favorece. Pese a esto, las políticas municipales distan bastante de las de los tiempos de Porcioles y ahora se intenta combatir la proliferación de vehículos privados, sobre todo en el centro de la ciudad. La construcción de la línea 9 del metro, la conexión de las líneas 5 y 3 en la Vall d'Hebron, el nuevo metro ligero de Can Cuiàs y la prolongación de la línea 3 hasta Trinitat Nova, deberían servir para arrebatarle nuevos usuarios al coche. Otra medida importante será la conexión de la línea 12 con algunos municipios del Baix Llobregat, como Gavà, Viladecans y Castelldefels, que presentan conexiones deficitarias con Barcelona en materia de transporte público.

Si las Rondas fueron la infraestructura viaria más relevante que se construyó aprovechando la celebración de los JJ OO, tampoco deben olvidarse otras obras como el impulso definitivo a la urbanización de la Diagonal, o el replanteo de la Meridiana, que se devolvió de manera parcial a la ciudadanía. También merecen una mención la creación de ejes entre dos de los olvidados enclaves naturales que delimitan el crecimiento de la ciudad: la fachada litoral y la de montaña. Por un lado, el eje entre el Paral·lel, la calle de Tarragona y Numància hasta llegar a los nuevos túneles de Vallvidrera. Estos túneles, de peaje, proporcionan un rápido acceso a las localidades de Sant Cugat del Vallès y Rubí, y también a Terrassa, que cuenta con la autopista C-58 hacia Sabadell y Montcada, aunque se trata de una vía colapsada durante buena parte del día. Los túneles de Vallvidrera se han acabado integrando en la C-16, el denominado Eje del Llobregat, que a través de Terrassa, Manresa, Berga y el túnel del Cadí conecta con la Cerdanya y es el enlace más directo entre Barcelona y París (la ruta europea E-9).
Por otro lado, la conexión de la Vila Olímpica con el área de la Vall d'Hebron, a través de la calle de Marina y el túnel de la Rovira hasta desembocar en la Ronda de Dalt. Este eje urbano podría convertirse en suburbano con la abertura del túnel d'Horta, una medida sin embargo controvertida, por las quejas de ecologistas y entidades vecinales, que señalan que la creación de más carriles de acceso a la ciudad no eliminará los atascos, mientras que sí servirá para incrementar un poco más el cáncer que supone para Barcelona el sobreexceso de vehículos particulares.

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