Un nuevo modelo de urbanismo

La especulación del desarrollismo franquista, puesta en práctica durante el largo mandato del alcalde José María Porcioles, dejó una ciudad llena de fracturas, con graves problemas de movilidad entre barrios. El crecimiento desordenado de la ciudad en núcleos nuevos y aislados evidenció la falta de planificación municipal, y solamente se podía circular con mayor o menor normalidad por las zonas del Ensanche. Los cambios que posibilitó la organización de los JJ OO consistieron más en el desarrollo de unos planes a medio plazo que en la adopción de medidas definitivas, ya que las transformaciones tuvieron como escenarios primordiales las cuatro áreas olímpicas.

La importancia de la construcción de las Rondas ya se explicita en un apartado independiente, pero hubo otras medidas que permitieron, al menos, elevar el nivel de vida y facilitar la relación entre barrios y vecinos. El soterramiento de una buena parte de las vías ferroviarias que permanecían al aire libre fue uno de esos puntos.

En los años 70 se culminó la cobertura de la zanja del tren a su paso por la calle de Aragó. Esta medida, que se había demorado por la pervivencia de las locomotoras de vapor hasta 1975, puso punto y final a una tendencia habitual en los inicios del ferrocarril pero inviable hoy en día como fue el paso de líneas de ferrocarril por calles urbanas (a principios de siglo en el cruce la calle de Balmes estaba ocupada por las vías de la compañía de los ferrocarriles de Sarrià). De este modo, desaparecen todos los trazados ferroviarios al aire libre, exceptuando la llegada a la Estación de Francia, la zona de la Sagrera y las salidas hacia Sant Andreu Comtal y Sant Adrià, además de la llegada a Sants desde Tarragona, una zona en la que los vecinos han reivindicado largamente el soterramiento de las vías de Renfe y las del la línea 1 del Metro. Este soterramiento probablemente se producirá de manera paralela a la llegada del AVE Madrid-Barcelona.

Vista de la playa de vías de la Sagrera, donde se ubicará la futura estación central de Barcelona.

En este sentido, la eliminación de las líneas del tren de la superficie ha permitido a la ciudad recuperar un espacio destinado, sobre todo, a grandes equipamientos urbanos. El parque del Clot y la zona deportiva de Can Dragó, en la cual se ubicaban unas antiguas cocheras ferroviarias, son dos ejemplos de estas políticas. En el futuro, la recuperación de la zona de la Sagrera conllevará la construcción de pisos, un gran parque y un conjunto de instalaciones de mantenimiento ferroviario, además de la futura estación central de Barcelona. Esta actuación posibilitará el estrechamiento de las relaciones urbanísticas de dos distritos históricamente separados por la cicatriz del tren: Sant Martí y Sant Andreu.

Otro ejemplo del intento de relacionar las grandes infraestructuras del transporte con la vida cotidiana de los vecinos lo encontramos en el Nudo de la Trinitat. Para aprovechar los vastos terrenos que quedaban en el centro del nudo se proyectó un nuevo parque, que se convirtió en el más grande de la zona. Tras los juegos, esta experiencia se ha plasmado de nuevo en el ajardinamiento de la superficie de la antigua Ronda del Mig, entre la plaza de Cerdà hasta Travessera de les Corts.

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