Bruselas acusa a Marlboro y Winston de repartirse en secreto el contrabando de tabaco

La UE afirma que las tabaqueras destruyeron documentos que demostraban el tráfico ilegal

ISABEL PIQUER, Nueva York
Dos de las principales tabacaleras el mundo, Philip Morris y Reynolds, fabricantes de Marlboro y Winston, respectivamente, conspiraron en reuniones secretas mantenidas a lo largo de los años noventa para repartirse el contrabando de tabaco en el Viejo Continente, según se desprende de la demanda civil presentada por la Comisión Europea ante un tribunal de Nueva York el lunes pasado. El Ejecutivo europeo ha recurrido a esta medida para luchar contra el fraude a sus arcas, estimado en unos 780.000 millones de pesetas al año. Uno de los países más afectados ha sido España. El Gobierno está estudiando si se persona en la demanda de la Comisión.

La Unión Europea ha acusado a las tabacaleras de fijar los precios y organizar directamente las redes de contrabando de tabaco en Europa, tras una reunión que se celebró clandestinamente en Nueva York en 1992. En su denuncia contra las compañías Reynolds y Philip Morris, un documento de 188 páginas presentado el pasado lunes en el tribunal del distrito Este de Nueva York, la UE también asegura que Philip Morris destruyó cientos de documentos que la relacionaban con el tráfico ilegal de cigarrillos.

El documento de la UE menciona un encuentro secreto celebrado hace ocho años. "Una conspiración entre Philip Morris y otras tabacaleras para fijar el precio de los cigarrillos de contrabando empezó con una reunión en el aeropuerto de J.F. Kennedy, en Nueva York, el 14 de febrero de 1992. Al encuentro asistieron Peter Schreer (presidente del área latinoamericana de Philip Morris) y Fred Hauser (vicepresidente para Centroamérica)".

Fijar precios

Durante esta entrevista, las tabacaleras "se encontraron por primera vez para fijar el precio y coordinar el contrabando de sus respectivas marcas". Le siguió otra reunión el 5 de agosto del mismo año, siempre en ese aeropuerto. Esta práctica -asegura la denuncia- se repitió a lo largo de los 90. Los cigarrillos de contrabando se conocían bajo las siglas DNP, (Duty non paid, es decir, libre de impuestos). Los clientes relacionados con el contrabando también tenían su apodo: Tax Free Customer (clientes libres de impuestos).

El texto de la UE asegura que en los 90 Philip Morris "destruyó documentos relacionados con sus llamados clientes libres de impuestos y ocultó su directa participación en operaciones de contrabando". "Del 29 de noviembre al 3 de diciembre de 1998, Geoffrey Bible Philip Morris organizó una serie de encuentros en Boca Ratón (Florida) para tomar medidas agresivas contra lo que se percibía como amenazas contra los intereses mundiales".

El encuentro culminó en el llamado Plan de acción de Boca Ratón. Uno de sus principales elementos era el Plan de retención de documentos, por el que desaparecieron de las oficinas de la compañía en Nueva York, en Park Avenue, al menos 43 cajas de documentos "relacionados con lo que Philip Morris ha descrito abiertamente como clientes libres de impuestos. Otros archivos "se mandaron a Ecuador". Esta eliminación de documentos comprometedores "se practica desde los años 70".

La Unión Europea asegura que Philip Morris complicó sus redes de distribución para borrar las pistas sobre el tabaco que se utilizaba luego para el contrabando. Exportaba la mercancía a Bélgica -que luego la distribuía al resto de Europa-, Centroamérica y el Caribe, que a su vez volvían a exportar los cigarrillos al viejo continente.

España, puerta de entrada

Si para Reynolds España era la puerta de entrada al mercado europeo, Bélgica lo era para Philip Morris "porque sus puertos y sus zonas industriales eran difícilmente controlables". La denuncia asegura que los ejecutivos de la empresa sabían perfectamente que Bélgica se había convertido en un centro de contrabando.

Otra de las vías intermediarias que utilizaba la tabacalera era la zona libre de impuestos de Colón, en Panamá, donde se exportaban grandes cantidades de cigarrillos que acababan en Europa, "algo que se ha estado haciendo en estos últimos 10 años y que sigue practicándose".

Las vías de contacto también eran algo enrevesadas para sembrar confusión. Las empresas de contrabando hacían sus pedidos por teléfonos en "remotas oficinas como las de Uruguay". Los pagos se tramitaban a través de Maraval, una empresa con sede en Suiza que servía de contacto para las redes en Europa. Los pedidos se distribuían a través de otra compañía helvética, Weitnauer que centralizó la mayoría de la mercancía a partir del 97.

Uno de los mercados privilegiados de contrabando de Philip Morris sigue siendo Gran Bretaña. "Al menos desde octubre de 1995 hasta abril de 1997, Philip Morris suministró grandes cantidades de cigarrillos a grupos de contrabando en el Reino Unido, que a su vez los distribuían al resto de los estados de la UE". Varios cargamentos con destino a Marruecos acabaron en España.