Si quiere, puede dejar de fumar
Cómo convertirse en un ex fumador
El número de personas que quieren dejar el Vicio de fumar es cada vez mayor.
Usted también puede lograrlo si sigue los consejos que exponemos a continuación:
1. Fije la fecha en que va a dejar de fumar. Tratar de abandonar el vicio fumando cada vez menos cigarrillos a lo largo de varios meses no suele dar resultado. El proceso de desintoxicación de la nicotina puede ser muy prolongado y molesto. Por otro lado, comprar marcas con bajo contenido de nicotina y alquitrán. tampoco es eficaz. Muchas personas que se decidieron por esta solución terminaron consumiendo más cigarrillos e inhalando el humo más profundamente.
Es mejor un enfoque drástico. Trate de fumar menos durante varias semanas, fije luego una fecha para dejar el tabaco del todo, aproximadamente en un período no superior a treinta días, y no permita que nada le haga cambiar de idea. Para animarse a hacerlo, prepare una lista de todas las razones por las que quiere dejar el hábito. He aquí algunos ejemplos:
2. Prepárese para dejar de fumar. Cuente cuántos cigarrillos consume por la mañana, por la tarde y por la noche. Calcule el total diario. A medida que vaya disminuyendo, le complacerá comprobar cómo los números van bajando.
Otra técnica consiste en llevar un diario en el que anote por qué ha fumado cada pitillo. Divida una hoja de papel en las siguientes cinco columnas: «Hora», «Necesidad», «Lugar o Actividad», «Con Quién» y «Disposición de Animo o Motivo». En la columna titulada «Necesidad», señale cuántos cigarrillos sintió que deseaba fumar («5»), cuántos hubiera podido pasarse sin fumar («1») y aquellos que fumó sin un especial deseo («2» a «4»).
Analice posibles pautas y repeticiones: quizá descubra que, por ejemplo, sólo fuma cuando está con ciertas personas, o después de las comidas, o cuando se siente nervioso.
Intente seguir algunos de estos consejos; le ayudarán a fumar menos:
Espere quince minutos antes de encender su primer cigarrillo el primer día; retrase ese momento otros quince minutos más al día siguiente, y así sucesivamente.
No empiece a fumar en el mismo momento en que se le antoje hacerlo. Busque distracciones: inicie una conversación, beba un vaso de agua, cierre los ojos e imagínese que está en uno de sus lugares preferidos.
Fije unas «horas de no fumar» y aumente su número poco a poco.
Después de comer, levántese rápidamente de la mesa y váyase a dar un paseo o a lavarse los dientes.
Trate de sostener el pitillo con la mano con la que no suele hacerlo.
Compre las cajetillas de una en una, y asegúrese de terminar la primera antes de adquirir la siguiente.
Fume cada cigarrillo solamente hasta la mitad.
Procure no vaciar los ceniceros: es descorazonador tener las colillas delante. Guarde las de toda la semana en un frasco de vidrio.
Haga difícil la tarea de coger cigarrillos. Envuelva el paquete en un papel complicado de abrir o guárdelo en un armario cerrado con llave.
Apueste con alguien que va a dejar de fumar un día determinado.
Anote sus progresos todos los días: ver es creer. Eso le animará a medida que se acerca la fecha tope.
3. Ahora, deje el vicio. El truco consiste en concentrarse en lo que se hace (no en pensar en lo que no se hace) y en premiarse con cada logro. Hágase un obsequio o celebre el acontecimiento en forma especial.
Si la idea de dejar de fumar para siempre le deprime, propóngase no fumar únicamente aquel día, y así todos los días.
Trate de estar siempre ocupado. De largos paseos a pie o en bicicleta
Si relaciona ciertos alimentos o bebidas con el cigarrillo, trate de evitarlos. Después de algún tiempo sin fumar, podrá volver a consumirlos sin problema.
Si le cuesta estar sin nada en las manos, juegue con unas tijeras, con las cuentas de un collar o con un lápiz. Si siente que necesita tener algo en la boca, lleve siempre a mano un mondadientes, goma de mascar o pastillas de menta.
Vaya tachando en un calendario los primeros noventa días sin fumar, y anote también el dinero que se está ahorrando*.
* Dependiendo de si fuma tabaco negró o rubio, español o norteamericano (elaborado con licencia). un fumador de dos paquetes de cigarrillos al día gasta entre 25.000, 62.000 o 95.000 pesetas al año, cantidad suficiente para comprar un traje, un pequeño televisor en color o un vídeo, entre otras cosas
Si advierte que su fuerza de voluntad se va debilitando, respire profundamente varias veces, encienda una cerilla y apáguela poco a poco. Luego aplástela en un cenicero, como haría si fuera un pitillo.
Por lo general, el cuerpo empieza a recuperarse del efecto nocivo del tabaco a las doce horas de haber fumado el último cigarrillo. Los niveles de monóxido de carbono y de nicotina disminuyen rápidamente, y el corazón y los pulmones comienzan a reparar los daños que les causó el humo del tabaco.
Al principio, sin embargo, es posible que se sienta peor de lo que esperaba. Muchas personas que acaban de dejar el tabaco hablan de problemas intestinales y dolor de encías. Puede, también, que se sienta nervioso o de mal humor. Pero esos «síntomas de abstinencia» son sólo temporales y no suelen durar mucho.
Pronto observará cambios positivos. Comenzará a advertir que sus sentidos del gusto y del olfato se agudizan, y que disminuyen las consabidas toses de fumador. El sistema digestivo empezará a funcionar normalmente de nuevo. Notará la mente más despejada, se sentirá más fuerte y respirará con mayor facilidad. Y se habrá librado del olor, la incomodidad, el gasto y la dependencia que genera. Además (y esto quizá sea lo más importante) sentirá el placer de haber logrado un mayor control sobre su propia vida.
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