EL PRIMER ABOGADO
Anónimo
Refiere la tradición
que allá en lejana ocasión
y en un país olvidado,
de una fuerte congestión
murió el primer abogado.
El cual aunque fue un tronera
y por su vida ligera
el mismísimo demonio,
entró al cielo
porque era devoto de San Antonio.
Como es justo y natural
en la mansión celestial,
al principio no hizo nada
y estuvo triste y formal
como gallina comprada.
Pero... cuando hubo pasado mas de un mes,
el abogado pensó
con muy justa razón,
que ya era tiempo apropiado
de ejercer la profesión.
Y entonces con ojo listo
le preguntó a Jesucristo,
-¿ Quien es el Padre de Usted?
-¡ No lo sabe! ¡ Abrase visto!
¡Pues mi padre es San José!
-Ya que así me lo asegura
con tanto garbo y soltura,
debo tener entendido
que aquel lo a reconocido
en pública escritura.
-No Señor,
-Pues bien, yo le haré baratamente
lo que necesita usted,
pues hasta ahora legalmente
no es su padre San José.
-_¿Deveras?, . - Si amigo mío
pero en salvarlo confío más...
deme algo adelantado
para principiar el lío
y comprar papel sellado.
Jesús inmediatamente
le dio un peso que tenía
y afirma toda la gente,
que el propio Cristo ese día
estuvo mas que impaciente.
En seguida el abogado
al ver a San Juan hincado
orando con mucho afán,
le preguntó el muy taimado
-¡Que tal ! amigo San Juan
Aquí siempre meditando...
Eso es estarse matando
como un simple majadero,
mientras Pedro está gozando
con su puesto de portero.
Ha llegado la ocasión,
que cobrando sus favores
pidas indemnización
por todos los sin sabores
que sufriste en la pasión.
-¡Hombre! , es verdad....
-Regalado te va a resultar
pero... para principiar
y comprar papel sellado,
un peso me vas a dar.
Le dió San Juan el dinero
y luego dijo altanero,
-Hágase lo que quiera usted,
pues bastante trabajé
y no he sido ni portero.
-Hola San Pedro,
¿has oído lo que asegura San Sixto?
-No...- Pues San Sixto se queja
de que cortaste una oreja
y negaste a Jesucristo.
-Eso ha llegado a contar!
- sí, pero calma con tus furias,
que lo que debes pensar,
es de poderlo acusar
por calumnia y por injurias-
Yo voy a ser tu abogado
y solo quiero un tostón,
para hacerle la acusación
y comprar papel sellado.
Le dió un tostón que tenía
de un sablazo que le había
pegado esa tarde a Cristo
y afirman que todo el día,
no quiso hablar a San Sixto.
Enseguida el abogado,
muy serio y muy recatado
y faltando a sus deberes,
se metió en el reservado
donde estaban las mujeres.
Y a María, la primera que encontró
entre miles de sienes,
con la cara más sincera,
le aconsejó que pidiera
la separación de bienes.
Allí todo era pelear,
discutir y perorar
de aquí y allá una escritura
hasta que de ello por ventura
Dios se llegó a informar.
Y entonces sin más razones,
y justamente indignado
ordenó al abogado
de aquellas santas regiones,
echaran pronto a empujones.
Este dijo muy formal:
es anticonstitucional
y luego vendrá el reparo,
porque hoy mismo pido amparo
a la corte celestial.
- Que te sales...
- No, y con razón,
porque la constitución......
- Esas son tinterilladas
por ustedes muy usadas.
Al infierno, por bribón.
Desde entonces me han contado,
al referirme a esta historia,
Dios dispuso que a la Gloria,
no entre ningún abogado.