Estoy convencida de que la belleza interior se consigue buscando la serenidad para aceptar aquello que no podemos cambiar, el coraje para cambiar lo que está en nuestras manos, y la sabiduría para conocer la diferencia.

Esta reflexión me ha ayudado y me sigue ayudando a evolucionar como persona y a vivir la vida con positivismo alegría a pesar de los conflictos tanto internos como externos que tan a menudo se nos presentan.

Durante toda la existencia de la humanidad el hombre ha buscado la belleza en todos los aspectos. La belleza en la música, en la arquitectura, en la poesía, en el vestir, en el paisaje, etc. Ha sido para él, un reto continuo, al cual no le ha encontrado un fin. Es para nuestra alma un motivo de descanso escuchar la belleza de una canción, o admirar la hermosura de un paisaje.

Cuántos hombres y mujeres escogen para compañeros de su vida una persona bella. Pues la belleza es una búsqueda constante en el humano. Sin embargo, la belleza que todas las personas debemos de buscar y de encontrar es la belleza interior.

La belleza interior se consigue practicando las virtudes que nos han enseñado, agradeciendo a Dios con cada nuevo amanecer, practicando la caridad, la humildad, la sencillez y la gentileza en nuestro trato con los demás. Se consigue también con una verdadera vocación de servicio, ayudando siempre a todas las personas que necesiten de nosotros .

El servicio a los demás debe de ser con amor, pues como dice San Pablo: ¿De qué me sirve mover montañas, si no tengo amor? ¿ O regalar todas mis pertenencias si no lo hago con amor?

Una forma de alcanzar la belleza interior es encontrando la felicidad. Pero la felicidad no está en ningún lugar lejano, ni en los viajes, ni se puede comprar. ¡La felicidad está en nosotros mismos! Pero... la felicidad no es para siempre, no podemos convivir con ella todos los días de nuestra vida, pero siempre existirán motivos pequeños y grandes que todos los días se nos presentarán para ser felices.

La felicidad se encuentra cuando disfrutamos las bellezas naturales con que Dios nos regala día a día, con un ramo de flores, con un bello amanecer, con una hermosa puesta de sol, mirando el mar, escuchando una bella canción, observando un hermoso paisaje, en fin tantas cosas pequeñas que Dios nos regala

Sin embargo, en nuestro mundo actual, la gente parece sólo importarle la belleza exterior, la estética. Los hombres se han convertido en personas superficiales. No dejemos que a nosotros nos pase lo mismo. Somos seres racionales, y podemos comprender claramente que la belleza interior es lo más importante en una persona, y que no llega nunca a compararse con la belleza exterior de alguien. Aprendamos a valorar a las personas por su belleza interior.

Quisiera invitarlos a buscar la belleza no solo estética, pues esta se acaba con los años, con la vejez, con el pasar del tiempo. Propongámonos a buscar la belleza interior que cada persona tiene adentro; pero sobre todo busquemos nuestra propia belleza interior, que nos hará encontrar a Dios.