LA GRATITUD

 

"Gracias, Dios, por haberme dado la oportunidad de vivir un día más."

Uno de los consejos bíblicos más hermosos y oportunos dice así "Dad gracias a Dos en todo, porque ésta es su voluntad para con vosotros en Cristo Jesús".

Comencemos agradeciéndole por el maravilloso don del día. El Señor nos trajo a este mundo para darnos la oportunidad de aprovechar el ofrecimiento de la salvación eterna que nos hace por medio de nuestro Señor Jesucristo.

También debemos agradecerle por la inteligencia y los talentos que nos ha dado, sea aquélla brillante o no, sean éstos pocos o muchos. Algunos de nosotros cantamos bien. Otros hablamos y escribimos con cierta soltura. Otros tenemos la habilidad para dibujar y pintar. Hay quienes tienen una notable capacidad para ganar dinero y administrarlo bien.

Podríamos agradecerle a Dios por nuestros padres. Son las personas que Él eligió como instrumentos para darnos vida y traernos a este mundo. Quienes nos educarían, y darían todo por nosotros.

También los esposos pueden estar agradecidos por las compañeras que tienen. No hay maridos perfectos; no conocemos a ninguno. Pero si el esposo es cristiano, naturalmente, sin darse cuenta, se olvidará de sí mismo para pensar primero en la felicidad, el bienestar y la salvación de su esposa y de sus hijos, y él mismo será feliz. Y puesto que es cristiano, le dará gracias a Dios por esa inmensa bendición y le dará gracias a su esposa por su dulce compañía y su valiosa colaboración.

¿Hay días u ocasiones especiales para ser agradecidos? ¡Muchas, por cierto! El aniversario de bodas es una excelente oportunidad para elevar nuestras voces en gratitud a Dios, y para que los esposos se agradezcan mutuamente por la compañía que se han brindado a lo largo de los años. O cuando vamos a la Iglesia para adorar a nuestro Señor, deberíamos hacerlo también con gratitud, y deberíamos expresarla mediante nuestras oraciones y ofrendas. O al reunirnos con nuestra familia nunca debe faltar la oración de gratitud a Dios por sus mercedes.

Lamentablemente los seres humanos nacidos en este mundo de pecado, no somos naturalmente agradecidos. Hemos dejado de tener una comunicación privada con Dios, ya sea porque la vida de ahora la tenemos tan ocupada que rara vez nos acordamos de la presencia de Dios, y no le damos las gracias por ese bello amanecer, o por las buenas notas obtenidas en clase, ni por que tenemos salud, o un hogar donde vivir, o porque tenemos una escuela que nos educa. Bueno... ¡sería una lista infinita de todo lo que el Señor nos ha dado!

Quiero destacar que la gratitud no es una virtud descollante en este mundo. Pero todos nosotros podemos llegar a ser agradecidos con Dios, nuestros seres queridos, y nuestros semejantes en general. ¿Pero, qué se puede hacer para lograrlo? En primer lugar tenemos que aceptar a Jesús como nuestro Salvador. Si lo hacemos de verdad, indefectiblemente el Santo Espíritu de Dios transformará nuestro carácter, dejaremos de ser egoístas y desagradecidos, y nos convertiremos en personas generosas. Pero esta condición se puede perder si no vivimos en permanente comunión con Dios por medio del estudio de las Sagradas Escrituras, de la oración, y el constante trabajo de amor en favor de los demás.

Les invito que cuando nos encontremos a solas con Dios, démosle gracias por darnos vida y salud, por el día que comienza, por las oportunidades de servicio que seguramente nos brindará; y al llegar la noche, agradezcámosle por el día que nos concedió, y por todo lo que se pudo hacer en ese día para su gloria de su nombre de nuestros semejantes.

"Sed agradecidos" dice la palabra del Señor. Es un consejo sagrado. Pongámoslo en práctica y seremos felices.

 

 

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