Reflexion

 

 

 

por Sebastián Rajo
6 de diciembre de 1999.
Es inevitable, para algunos de nosotros, pensar en el hermoso y excelente planeta en el que vivimos. Quizás pensemos esto ya que es el mejor planeta de los pocos que conocemos hasta ahora, pero mientras tanto, seguiremos pensando así. Es inevitable también pensar que existen tantos miles de personas que lo destruyan sin ningún tipo de consentimiento, tanto aquel que arroja un papel en un parque como aquel que desecha cientos de tóxico en ríos y mares, provocando así, un cambio rotundo en la ecología y rompiendo con la cadena alimenticia en la que irremediablemente nos encontramos nosotros. Esto que le estoy diciendo sé que no es ninguna novedad para usted, continuamente vemos comerciales y publicidades que nos advierten de dichos problemas como OneEarth y Greenpeace y tantos otros, pero jamás nos cansaremos de repetirlo. Albert Einstein fue una de las grandes personas que luchó incansablemente por el bien del hombre y de todo lo que lo rodea, ya que si destruimos nuestro entorno, nos estamos destruyendo a nosotros mismos, pues nos encontramos en él. Einstein era pacifista y sionista, luchaba por destruir las guerras entre las poblaciones de diferentes religiones -especialmente la judía-. Como ya habrán leído -y si no lo hicieron, se los cuento ahora-, participó en 1939 en la redacción de una carta al presidente Franklin D. Roosevelt en la que se solicitaba que se creara un programa de investigación acerca de las reacciones en cadena. A pesar de todo su esfuerzo -y el de muchos otros científicos- se los ignoró y se creó la bomba atómica y se destruyó a miles de personas inocentes.
Es por eso que deseo que recordemos a este inmenso ser que junto a tanto otros, nos enseñó a vivir. La ciencia y la tecnología, no lo olvidemos nunca, son solamente herramientas que el hombre debe utilizar para su beneficio. Como muchas otras cosas que el ser humano crea, estas dos herramientas, pueden usarse equívocamente. El ser humano, de por si, es un ser imperfecto, no pidamos entonces la perfección en sus creaciones o en la manera en que las usa. Con esto no quiero decir que no aprenda de sus errores y pueda revertir procesos que puedan ser revertidos, ni mucho menos. Creo que, lamentablemente, el hombre ha caído en un pozo muy profundo, el cual lo ha cavado él mismo y no puede salir, y no sólo eso, sino que sigue cavando y cada vez se encuentra a mayor profundidad con respecto a la superficie. Se han creado firmes pilares de intereses tanto económicos como sociales, pilares que sostienen a los grandes capitalistas del mundo y nos sumergen en sus sociedades de consumo. El querer comprar más y más nos ha llevado y ser totalmente dependientes de sus artículos y servicios. Es verdad que este es el precio que hay que pagar por la llamada "evolución", pero ¿valdrá la pena?, ¿será un precio justo?. Quizás existan caminos por los cuales podamos circular sin tener que pagar este tan caro precio y crecer todos juntos; espero con ansia que los encontremos, sino todo el trabajo que se ha realizado hasta ahora será en vano. Transformemos utopías.

Albert Einstein