¿POR QUÉ EL SOCIALISMO? Por Albert Einstein De la Revisión Mensual, Nueva York, mayo de 1949. Traducción de Sebastián Rajo. srajo@montevideo.com.uy ¿Es aconsejable para uno que no es un experto en los problemas económicos y sociales expresar su punto de vista en el asunto de socialismo? Yo creo si lo es por varios razones. Permítanos primero considerar la pregunta del punto de vista de conocimiento científico. Podría parecer que no hay ninguna diferencia metodológica esencial entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos intentan descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos claramente entendible como sea posible. Pero en realidad tales diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es un hecho difícil porque las circunstancias que observan los fenómenos económicos son a menudo afectadas por muchos factores que son muy duros de evaluar separadamente. Además, la experiencia que ha aumentado desde el principio del llamado periodo civilizado de la historia humana está --como es bien sabido-- principalmente influenciada y limitada por causas que no están de ningún modo exclusivamente económico en la naturaleza. Por ejemplo, la mayoría de los estados mayores de la historia deben su existencia a la conquista. Las personas victoriosas se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del territorio conquistado. Ellos crearon un monopolio de los terrenos y designaron un sacerdocio entre sus propios límites. Los sacerdotes, en el mando de la educación, hicieron la división de las clases sociales en una institución permanente y crearon un sistema de valores por los que las personas desde entonces, a una gran magnitud, inconscientemente, guiaron su conducta social. Pero la tradición histórica es, por así decirlo, de ayer; en ninguna parte tenemos nosotros realmente superado lo que Thorstein Veblen llamó "la fase depredadora" del desarrollo humano. Los hechos económicos notables pertenecen a esta fase e incluso tales leyes como nosotros podemos derivar de ellas no son aplicables a otras fases. Desde el propósito real del socialismo precisamente es superar y adelantar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, ciencia económica en su actual estado puede lanzarnos una pequeña luz en la sociedad socialista del futuro. Segundo, se dirige el socialismo hacia un extremo social-ético. La ciencia, sin embargo, no puede crear las conclusiones e, incluso menos, instilar en los seres humanos; la ciencia, a lo sumo, puede proporcionar los medios por los cuales lograr algunas conclusiones. Pero las mismas conclusiones se conciben por personalidades con los ideales éticos altos y --si estas conclusiones todavía no nacen-- se adopta y llevan adelante por esos muchos seres humanos que, medio-inconscientemente, determine la evolución lenta de sociedad. Por estas razones, nosotros debemos estar en guardia y no sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando estos son una pregunta de los problemas humanos; y nosotros no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen el derecho de expresarse en preguntas que afectan la organización de la sociedad. Las voces innumerables han estado afirmando ahora durante algún tiempo que esa sociedad del ser humano está atravesando una crisis, que su estabilidad ha estado gravemente destruida. Es característico de semejante situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande a que ellos pertenecen. Para ilustrar mi idea, permítame grabar aquí una experiencia personal. Yo discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra que en mi opinión pondría en peligro la existencia de humanidad en serio, y yo comenté que sólo una organización supranacional ofrecería protección de este peligro. La respuesta que mi visitante, muy serena y fríamente, fue: "¿Por qué usted está tan profundamente opuesto a la desaparición de la raza humana?". Yo estoy seguro de que hace tan solo un siglo atrás nadie tendría la ligereza de hacer una declaración de este tipo. Es una declaración de un hombre que se ha esforzado en vano por lograr un equilibrio dentro de él mismo y ha perdido esperanza de tener éxito más o menos. Es la expresión de una soledad dolorosa y aislamiento de las que tantas personas están sufriendo por estos días. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una solución? Es fácil de realizar tales preguntas, pero son difíciles de contestar con cualquier grado de convicción. Debo intentar, sin embargo, como mejor pueda, aunque estoy muy consciente del hecho que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y oscuros y que ellos no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples. El hombre es, al mismo tiempo, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, él intenta proteger su propia existencia y la de aquéllos que están más cerca a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus habilidades innatas. Como un ser social, él busca ganar el reconocimiento y afecto de los seres humanos que son sus compañeros, para compartir sus placeres, para consolarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Sólo la existencia de éstos varió, mientras frecuentemente chocan los esfuerzos considerados por el carácter especial de un hombre, y su combinación específica determina hasta que punto un individuo puede lograr un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es bastante posible que la fuerza relativa de estas dos tendencias es, en principio, arreglada por la herencia. Pero la personalidad que finalmente surge es principalmente formada por el ambiente en que un hombre transcurre durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que él crece, por la tradición de esa sociedad, y por su apreciación de tipos particulares de conducta. El concepto abstracto "sociedad" significa para al ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y a todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentir, esforzarse y trabajo por sí mismo; pero él depende tanto en la sociedad --en su existencia física, intelectual y emocional-- que es imposible de pensar en él, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la "sociedad" la que le proporciona la comida al hombre, casa, las herramientas de trabajo, el idioma, las formas de pensamiento, y la mayoría de los volúmenes de pensamiento; su vida es posible a través de la labor y los logros de muchos millones pasados y presentes que son todo lo que está por detrás de la oculta y pequeña palabra "sociedad." Por consiguiente, es evidente que la dependencia del individuo en la sociedad es un hecho de naturaleza que no puede abolirse -- así como en el caso de hormigas y abejas. Sin embargo, mientras el proceso de la vida entera de las hormigas y las abejas está bajo el más pequeño y rígido detalle, instintos hereditarios, el modelo social y las relaciones mutuas de los seres humanos son muy inconstantes y susceptibles al cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral ha hecho posible el desarrollo entre los seres humanos que se dictan por las necesidades biológicas. Tales desarrollos se manifiestan en las tradiciones, instituciones, y organizaciones; en la literatura; en la ciencia y en el diseño de logros; en las obras de arte. Esto explica cómo ocurre que, en un cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que en este proceso piensa conscientemente y desea poder jugar una parte. El hombre adquiere al nacer, a través de la herencia, una constitución biológica que nosotros debemos considerar fijas e inalterables, incluso los impulsos naturales que son característico de la especie humana. Además, durante su vida, él adquiere una constitución cultural que la adopta de la sociedad a través de la comunicación y a través de muchos otros tipos de influencias. Es esta constitución cultural que, con el pasaje de tiempo, está sujeto al cambio y que determina a una magnitud muy grande la relación entre el individuo y la sociedad que la antropología Moderna nos ha enseñado, a través de la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que la conducta social de los seres humanos puede diferir grandemente, mientras dependiendo al prevalecer los modelos culturales y los tipos de organización que predomina en la sociedad. Está en esto que aquéllos que están esforzándose por mejorar la suerte de los hombres pueden contener sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, debido a su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a merced de un destino cruel. Si nosotros nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y la actitud cultural de los hombres debe cambiarse para hacer la vida humana como confortable como sea posible, nosotros constantemente debemos estar conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que nosotros somos incapaces modificar. Como he mencionado antes, la naturaleza biológica del hombre no está, por todos los propósitos prácticos, sujeta al cambio. Además, los desarrollos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones establecidas relativamente densas con los productos que son indispensables para su existencia continua, una división extrema de la labor y un aparato muy productivo es completamente necesaria. El tiempo --qué, mirando atrás, parece tan idílico-- se ha ido para siempre cuando los individuos o los grupos relativamente pequeños pudieron ser completamente autosuficientes. Es sólo una exageración ligera decir que la humanidad constituye una comunidad planetaria de producción y consumo aun ahora. He alcanzado el punto dónde puedo indicar lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo brevemente ahora. Involucra la relación del individuo en la sociedad. El individuo se ha vuelto más consciente de su dependencia sociedad. Pero él no toma esta dependencia como un recurso positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza proteccionista, sino como una amenaza a sus derechos naturales, o incluso a su existencia económica. Es más, su posición en la sociedad es tal que constantemente están acentuándose las tendencias egoístas de su composición, mientras sus tendencias sociales, que son de una naturaleza más débil, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos en la sociedad, están padeciendo este proceso de deterioración. Ignorantes prisioneros de su propio egotismo, ellos se sienten inseguros, solos, y privados del goce ingenuo, simple, y puro de vida. El hombre puede encontrar el significado en la vida, corta y peligrosa como es, sólo a través del consagrarse a la sociedad. La anarquía económica de la sociedad capitalista como existe hoy en día es, en mi opinión, la fuente real del mal. Vemos ante nosotros una gran comunidad de productores miembros de los cuales están esforzándose por privarnos de las frutas de su labor colectiva incesantemente --no por la fuerza, pero en general en la complacencia fiel con las reglas legalmente establecidas. En este respeto, es importante comprender que los medios de producción --es decir, la entera capacidad productiva que se necesita para producir productos a consumir así como los importante capitales adicionales-- pueden ser legales, y la mayor parte son, la propiedad privada de los individuos. En la siguiente discusión llamaré "obreros" a todos aquéllos que no comparten la propiedad de los medios de producción por causas de simplicidad --aunque esto realmente no corresponde al uso acostumbrado del término. El dueño de los medios de producción está en la posición de comprar el poder obrero del obrero. Usando los medios de producción, el obrero produce nuevos productos que se vuelven la propiedad del capitalista. El punto esencial sobre este proceso es la relación entre lo que el obrero produce y lo que a él le pagan, ambos se midieron en los términos del valor real. En cuanto el contrato obrero es "libre", lo que el obrero recibe no es determinado por el valor real del producto que él produce, pero por sus necesidades básicas y por el poder de los capitalistas en los de la labor respecto al número de obreros que compiten por los trabajos. Es importante entender que incluso en teoría el pago del obrero no es determinado por el valor de su producto. Los capitales privados tienden a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competición entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y la división creciente de labor animan la formación de unidades más grandes de producción a expensas de los más pequeños. El resultado de estos desarrollos es una oligarquía de capital privado, el poder enorme que no puede verificarse eficazmente incluso por una sociedad política democráticamente organizada. Esto es verdad desde que los miembros del cuerpo legislativo son seleccionados por los partidos políticos, grandemente financiados o por otra parte influenciados por los capitalistas privados que, para todos los propósitos, separan el electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes de las personas no protegen de hecho suficientemente los intereses de las secciones menesterosas de la población. Es más, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados están inevitablemente al mando, directamente o indirectamente, de las fuentes principales de información (la prensa, transmita por radio, educación). Es así sumamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos bastante imposible, para los ciudadanos individuales llegar conclusiones objetivas y hacer uso inteligente de sus derechos políticos. La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada de capitales se caracteriza en principios principales así: primero, medios de producción (el capital) se posee privadamente y los dueños disponen de ellos cuando ellos ven el ataque; segundo, el contrato obrero es libre. En particular, debe notarse que los obreros, a través de los forcejeos políticos largos y amargos, han tenido éxito afianzando categorías de obreros con toda seguridad a una forma un poco mejorada del "contrato de labor libre". Pero tomando en conjunto, la economía actual no difiere mucho del "puro" capitalismo. La producción continúa para la ganancia, no para el uso. No hay ninguna provisión que todos esos capaces y deseosos trabajadores siempre estarán en una posición de encontrar un empleo; "el ejército del desempleado" casi siempre existirá. El obrero constantemente está con el miedo de perder su trabajo. Desde que los desempleados y los obreros mal pagados no proporcionan un mercado aprovechable, la producción de mercancías de consumo se restringe, y la gran injusticia es la consecuencia. El progreso tecnológico frecuentemente produce más desempleo en lugar de un alivio de la carga de trabajo para todos. El motivo de ganancia, junto con la competición entre los capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y utilización de capitales que llevan a las severas depresiones en aumento. La competición ilimitada lleva a una pérdida grande de la labor, y a lisiar la conciencia social de los individuos que he mencionado anteriormente. Este lisiamiento de los individuos yo lo considero el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero padece este mal. Una actitud competitiva exagerada se inculca en el estudiante que es entrenado para adorar al culto del éxito adquisitivo como una preparación para su carrera futura. Estoy convencido de que hay sólo una manera de eliminar estos graves males, a saber a través del establecimiento de una economía socialista, acompañada por un sistema educativo que se orientaría hacia las metas sociales. En semejante economía, los medios de producción son poseídos por la sociedad y se utilizan en una manera planificada. Una economía planificada que ajusta la producción a las necesidades de la comunidad y distribuiría el trabajo entre todos los seres capaces de trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias habilidades innatas, intentaría desarrollar en él un sentido de responsabilidad para sus compañeros en lugar de la glorificación de poder y éxito en como en nuestra actual sociedad. No obstante, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía el socialismo. Una economía planificada como tal puede ir acompañada por la esclavitud completa del individuo. El logro del socialismo requiere la solución de los problemas socio-políticos sumamente difíciles: ¿cómo es posible, en vista de la centralización de largo alcance del poder político y económico, impedir a la burocracia ponerse en el lugar del todo poderoso y presuntuoso? ¿Cómo los derechos del individuo pueden protegerse y allí con un contrapeso democrático poder asegurar el poder de la burocracia?