Los hombres deben juzgar de lo que está permitido y de lo que no está, no por la ley, sino por su propia conciencia, es decir; por su juicio personal, erigiéndose en jueces del bien y del mal. Sin embargo, los poderosos, los hábiles después de haber infamado en público al autor del Leviathán lo leían asiduamente en el secreto de su cuarto de trabajo, para encontrar en él la justificación racional del poder absoluto.
HOBBES,
Tomás
1588-1679