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La madera, el lienzo, los metales y sus aleaciones se ennoblecen en las manos de la artista. Con su genio descubre las zonas que nadie ha visto y regiones del espíritu que enriquecen nuestra cosmovisión.
Miguel BarnetColorismo y simbolismo en la obra reciente de Lidia Aguilera
Después de desbrozar innumerables caminos en las variedades artísticas, entiéndase, esculturas en madera y metal, relieves, instalaciones, ensamblajes y objetos, y la pintura, Lidia Aguilera nos presenta su obra más reciente, preñada de exuberante colorido y simbolismo. Su sensibilidad por la naturaleza, en franca armonía con la especie humana y en diálogo fraterno y enriquecedor, alcanza un estadío superior con esta nueva propuesta.
En cada lienzo de fondo negro, se confunden las imágenes de peces, mazorcas de maíz y otros elementos del entorno natural caribeño con la figura humana, esbozada a través de la preponderancia de un exquisito dibujo; la línea va delimitando los espacios, teniendo como soporte de la composición el trabajo de las tonalidades de la superficie. Si en las anteriores series de pinturas el expresionismo y el formalismo marcaban la pauta de su expresión plástica, ahora el neofauvismo irrumpe de manera decisiva en la composición de estas recientes obras. Su código o sistema de signos no es tan complejo como el utilizado por los cultivadores del postmodernismo, pero equivalente en sueños y creatividad.
Lo verdadero y revelador en Lidia Aguilera es su amor por la madre naturaleza, vista a través de una artista que es esencialmente colorista y admiradora de las formas y los espacios, y su visión del entorno no es resultado de un realismo documental fotográfico, sino el fruto de una paciente y prolongada investigación de todo lo que le rodea, expresado con el mérito de la gracia y la poesía.
AA&G
La Habana, 1999
La obras escultórica de Lidia Aguilera nos muestra su modo de explicar esta unión del hombre con la realidad natural. Su obra más reciente nos hace vislumbrar lo primordial: la naturaleza aporta una visión que une lo vegetal y lo animal en relación estrecha con lo humano. Ahora con estas piezas vemos el redescubrimiento del entorno natural como la forma más lúcida de proclamar el señorío del hombre en íntima conjunción con su universo.
Es una propuesta que coexiste con la tesis de la postmodernidad y con la pervivencia de todos los Ready Made. La vuelta de la Épocas de Oro también harían permisible que cada artista tuviera la libertad de expresión para invocar su paraíso.
El Nuevo Mundo involucra al ser humano, al paisaje y al reino animal y vegetal como tesis donde se proclama que cada obra de arte está dando una explicación de un génesis, de un posible paraíso, y de una fuente primordial que establece la validez de la vida y del arte, canto de la creación al entorno.Gullermina Ramos Cruz