Alfonsína Storní
(1892-1938)
Alfonsina Storni nacío en Sala Capriasca, Suiza, el 22 de mayo de 1892. Cuando ella tenía cuatro años, su familia movió a Argentina. Alfonsina era poeta, maistra, y periodista. De todas las formas de literatura, sus poemas son más famosas. Alfonsina era parte del modernismo, un movimiento de literatura por la poesía pura. Sus poemas son inteligentes, prosaicas, y reflexivas. Horacio Rega Molino, un autor, dice que las características distintivas son su ironía, humor, propensión a la contemplación tranquila, y un espíritu fuerte. Alfonsina quería liberación para muejeres porque ellas son iquales a hombres. Ella amaba a hombres por su fuerza y sus cuerpos musculares. Alfonsina dijo que las mujeres son sumisas y débiles alrededor de hombres. Paradójicamente, sus poemas som muy eróticos y tambien expresan enojo a los hombres porque ellos no tienen compasión para mujeres. Sintió que sus porblemas con hombres se formaron porque su espirítu era fuerte y inteligente. Si no fuera inteligente, no habría visto los problemas de los hombres y entonces habría estado contenta. Para ella, la imaginación y los sueños eran malos porque no eran verdaderos. Ella estaba frustrada porque las mujeres eran limitadas en todos los aspectos de la vida. Ella se dio menta de su posición y sabía que ella merecía más oportunidades. El 25 de Octubre de 1938, Alfonsina se suicidó cuando supo que tenía una enfermedad incrurable.
 
 Obras
 
La inquietud del Rosal (1916)
Ocre (1925)
El dulce diario (1918)
El mundo de Siete Pozos (1934)
Irremediablemente (1919)
Antologia Poética (1938)
Languidez (1920)
Mascarilla y Trébol (1938)
 
Poemas de Amor (1926)
 
Poemas
 
Alma desnuda
Viaje
Silencio
Adios
Pudiera ser
Ven,dolor 
Bajo tus miradas
Dos palabras
Triste convoy
A EROS
Presentimiento
Hombre pequeñito
 
Ven
El Ruego
El engaño
Dulce tortura
Soy
Queja
Viaje fingido
Tú , que nunca serás
Date a volar
Frase
Dos palabras
Enlaces
 
Alfonsina
Obras Completas (comprar)
Alfonsina (Nosotras y la piel)
Catálogo Alfaguara ( Literatura )
 
Alma desnuda
Soy un alma desnuda en estos versos,
alma desnuda que angustiada y sola
va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola,
que puede ser un lirio, una violeta,
un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta
y ruge cuando está sobre los mares
y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora sobre sus altares
dioses que no se bajan a cegarla;
alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla
con sólo un corazón que se partiera
para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera
dice al invierno que demora: vuelve,
caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva se disuelve
en tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.
Alma que a ratos suelta mariposas
a campo abierto, sin fijar distancia,
y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia,
de un suspiro, de un verso en que se ruega,
sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega
y negando lo bueno el bien propicia
porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia
palpar las almas, despreciar la huella,
y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella,
como los vientos vaga, corre y gira;
alma que sangra y sin cesar delira
por ser el buque en marcha de la estrella.

Silencio
 
Un día estaré muerta, blanca como la nieve,
dulce como los sueños en la tarde que llueve.
Un día estaré muerta, fría como la piedra,
quieta como el olvido, triste como la hiedra.
Un día habré logrado el sueño vespertino,
el sueño bien amado donde acaba d camino.
Un día habré dormido con un sueño tan largo
que ni tus besos puedan avivar el letargo.
Un día estaré sola, como está la montaña
entre el largo desierto y la mar que la baña.
Será una tarde llena de dulzuras celestes,
con pájaros que callan, con tréboles agrestes.
La primavera, rosa, como un labio de infante,
entrará por las puertas con su aliento fragante.
La primavera rosa me pondrá en las mejillas
—¡la primavera rosa!— dos rosas amarillas...
La primavera dulce, la que me puso rosas
encarnadas y blancas en las manos sedosas.
La primavera dulce que me ensebara a amarte,
la primavera misma que me ayudó a lograrte.
¡Oh la tarde postrera que imagino yo muerta
como ciudad en ruinas, milenaria y desierta!
¡Oh la tarde como esos silencios de laguna
amarillos y quietos bajo el rayo de luna!
¡Oh la tarde embriagada de armonía perfecta:
cuán amarga es la vida! ¡Y la muerte qué recta!
La muerte justiciera que nos lleva al olvido
como al pájaro errante lo acogen en el nido.
Y caerá en mis pupilas una luz bienhechora,
la luz azul celeste de la última hora.
Una luz tamizada que bajando del cielo
me pondrá en las pupilas la dulzura de un velo.
Una luz tamizada que ha de cubrirme toda
con su velo impalpable como un velo de boda.
Una luz que en el alma musitará despacio:
la vida es una cueva, la muerte es el espacio.
Y que ha de deshacerme en calma lenta y suma
como en la playa de oro se deshace la espuma.
 
Oh, silencio, silencio... esta tarde es la tarde
en que la sangre mía ya no corre ni arde.
Oh, silencio, silencio... en torno de mi cama
tu boca boca amada dulcemente me llama.
Oh silencio, silencio que tus besos sin ecos
se pierden en mi alma temblorosos y secos.
Oh silencio, silencio que la tarde se alarga
y pone sus tristezas en tu lágrima amarga.
Oh silencio, silencio que se callan las aves,
se adormecen las flores, se detienen las naves.
Oh silencio, silencio que una estrella ha caído
dulcemente a la tierra, dulcemente y sin ruido.
Oh silencio, silencio que la noche se allega
y en mi lecho se esconde, susurra, gime y ruega.
Oh silencio, silencio... que el Silencio me toca
y me apaga los ojos, y me apaga la boca.
Oh silencio, silencio... que la calma destilan
mis manos cuyos dedos lentamente se afilan...

 Pudiera ser
 
Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
no fuera más que aquello que nunca pudo ser,
no fuera más que algo vedado y reprimido
de familia en familia, de mujer en mujer.
Dicen que en los solares de mi gente, medido
estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
de mi casa materna... Ah, bien pudiera ser...
A veces en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero, se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.
Y todo esto mordiente, vencido, mutilado,
todo esto que se hallaba en su alma encerrado,
pienso que sin quererlo lo he libertado yo.
  
Bajo tus miradas
Es bajo tus miradas donde nunca zozobro;
es bajo tus miradas tranquilas donde cobro
propiedades de agua; donde río, parlera,
cubriéndome de flores como la enredadera.
Es bajo tus miradas azules donde sobro
para el duelo; despierto sueños nuevos y obro
con tales esperanzas, que parece me hubiera
un deseo exquisito dictado Primavera:
tener el alma fresca, limpia; ser como el lino
que es blanco y huele a hierbas. Poseer el divino
secreto de la risa; que la boca bermeja
persista hasta el silencio postrero, bella, fuerte,
¡y libe en la corola suprema de la Muerte
con su última abeja!

Triste convoy
¡Esta torpe tortura de vagar sin sosiego!
Tierra seca sin riego,
Ojos miopes del Ego,
Viento en medio del fuego,
Y la muerte: "¡voy luego!...''
...Esta torpe tortura de vagar sin sosiego...
Me cortaran la lengua, me sacaran los ojos,
me podaran las manos, me pusieran abrojos
bajo el pie: no sintiera tanta lúgubre pena,
tanta dura cadena,
tanto diente de hiena,
tanta flor que envenena.
Amo la flor: fruto soy.
Amo el agua: soy hielo.
Tierra soy; amo el cielo.
Ese triste convoy
polvoriento yo soy.

Presentimiento
 Tengo el presentimiento que he de vivir muy poco.
Esta cabeza mía se parece al crisol,
purifica y consume,
pero sin una queja, sin asomo de horror.
Para acabarme quiero que una tarde sin nubes,
bajo el límpido sol
nazca de un gran jazmín una víbora blanca
que dulce, dulcemente, me pique el corazón.

 Viaje
Hoy me mira la luna
blanca y desmesurada.
Es la misma de anoche,
la misma de mañana.
Pero es otra, que nunca
fue tan grande y tan pálida.
Tiemblo como las luces
tiemblan sobre las aguas.
Tiemblo como en los ojos
suelen temblar las lágrimas.
Tiemblo como en las carnes
sabe temblar el alma.
¡Oh! la luna ha movido
sus dos labios de plata.
¡Oh! la luna me ha dicho
las tres viejas palabras:
''Muerte, amor y misterio...''
¡Oh! mis carnes se acaban!
Sobre las carnes muertas
alma mía se enarca.

 ¡Adiós!
Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás,
se quiebran los vasos y el vidrio que queda
¡es polvo por siempre y por siempre será!
 Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...
Las flores tronchadas por el viento impío
¡se agotan por siempre, por siempre jamás!
 Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán.
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!
 ¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!
 ¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
—de llagas infectas—¡cúbrete de mal!
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!
 ¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! ...

¡Ven, dolor!
¡Golpéame, dolor! Tu ala de cuervo
bate sobre mi frente y la azucena
de mi alma estremece, que más buena
me sentiré bajo tu golpe acerbo.
 Derrámate en mi ser, ponte en mi verbo,
dilúyete en el cauce de mi vena
y arrástrame impasible a la condena
de atarme a tu cadalso como un siervo.
 No tengas compasión. ¡Clava tu dardo!
De la sangre que brote yo haré un bardo
que cantará a tu dardo una elegía.
Mi alma será el cantor y tu aletazo
será el germen caído en el regazo
de la tierra en que brota mi poesía.

Dos palabras
Esta noche al oído me has dicho dos palabras
comunes. Dos palabras cansadas
de ser dichas. Palabras
que de viejas son nuevas.
 Dos palabras tan dulces, que la luna que andaba
filtrando entre las ramas
se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
moverme para echarla.
 Tan dulces dos palabras
que digo sin quererlo—¡oh, qué bella, la vida!—
Tan dulces y tan mansas
que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.
 Tan dulces y tan bellas
que nerviosos, mis dedos,
se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
 Oh, mis dedos quisieran
cortar estrellas.
  
A EROS
He aquí que te cazé por el pescuezo
a la orilla del mar, mientras movías
las flechas de tu alhaba para herirme
y vi en el suelo tu floreal corona.
 Como a un muñeco destripé tu vientre
y examiné sus ruedas engañosas
y muy envuelta en sus poleas de oro
hallé una trampa que decía: sexo.
 Sobre la playa, ya un guiñapo triste,
te mostré al sol, buscón de tus hazañas,
ante un coro asustado de sirenas.
 Iba subiendo por la cuesta albina
tu madrina de engaños, Doña Luna,
y te arrojé a la boca de las olas.

 Hombre Pequeñito
Hombre pequeñito, Hombre pequeñito
Suelta a tu canario que quiere volar...
Yo soy el canario, hombre pequeñito
déjame saltar.
 
Estuve en tu jaula, hombre pequeñito
hombre pequeñito que jaula me das.
digo pequeñ porque no me entiendas
ni me entenderás
Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula que quiero escapar;
hombre pequeñito, te amé media hora,
no me pidas mas.

 El Ruego
Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algúna amor que fuera
la vida toda, toda la poesía.
Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía
y el otoño me hallaba con mi espera.
Señor, Señor, mi espalda está desnuda.
¡Haz restallar en mí con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos!
Que está la tarde ya sobre mi vida,
y esta pasión ardiente y desmedida
la he perdido, Señor, ¡haciendo versos!

Ven...
Ven esta noche, amado;
tengo el mundo sobre mi corazón...
la vida estalla...
Ven esta noche, amado;
tengo miedo de mi alma.
¡Oh, no puedo llorar!
Dame tus manos
y verás cómo el alma resbala tranquilamente,
cómo el alma cae en una lágrima...

El Engaño
Soy tuya, Dios lo sabe por qué,
ya comprendo que habrás de abandonarme,
friamente,mañana,
y que bajo el encanto de mis ojos,
te gana otro encanto el deseo,
pero no me defiendo.
Espero que esto, un día cualquiera se concluya,
pues instuyo, al instante, lo que piensas o quieres.
Con voz indiferent te hablo de otras mujeres
y hasta ensayo el elogio de alguna que fue tuya.
Pero tu sabes menos que yo, y algo orgulloso,
de que te pertenezca, en tu juego engañoso
persistes, con un aire de actor del papel dueño.
Yo te miro callada con mi dulce sonrisa,
y cuando te entusiasmas, pienso: no te des prisa,
no eres tú el que me engaña: quien me engaña...es mi sueño.

DULCE TORTURA
 
Polvo de oro en tus manos fue mi melancolía;
sobre  tus manos largas desparramé mi vida;
mis dulzuras quedaron a tus manos prendidas;
ahora soy un ánfora de perfume vacía.
Cuanta dulce tortura quietamente sufrida,
cuando, picada el alma de tristeza sombría,
sabedora de engaños, me pasaba los días
besando las dos manos que me ajaban la vida.

SOY
Soy suave y triste si idolatro, y puedo
bajar el cielo hasta mi mano cuando
el alma de otro al alma mía enredo.
Plumón alguno no hallará más blando.
Ninguna como yo las manos besa,
ni se acurruca tanto en un ensueño,
ni cupo en otro cuerpo, así pequeño,
un alma humana de mayor terneza.
Muero sobre los ojos, si los siento
como pájaros vivos, un momento,
aletear bajo mis dedos blancos.
Sé la frase que encanta y que comprende,
y sé callar cuando la luna asciende
enorme y roja sobre los barrancos.

QUEJA
 
Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, la poesía.
Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía,
y el otoño me hallaba con mi espera.
Señor, Señor, mi espalda está desnuda:
haz restallar allí, con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos.
Que está la tarde ya sobre mi vida,
y a esta pasión ardiente y desmedida
la he perdido, Señor, haciendo versos.

VIAJE FINGIDO
¿Qué hacen tus ojos largos, de mirarme?
¿Qué hace tu lengua, de llamarme, larga?
¿Qué hacen tus manos, largas de tenderse hasta mis llamas?
¿Qué hace tu sombra larga tras mi sombra?
¿Porqué rondas mi casa?
En el beso de ayer hice mi viaje
Conozco tu alma.
¿Para qué más? He terminado el viaje.
Tus catacumbas inundadas de aguas
muertas, oscuras, cenagosas, fueron
con mis manos palpadas.
Tus manos ni se acerquen a las mías.
Apártame tus ojos, tus palabras.
Los mohos de tus zócalos secaron
raíces de mis plantas.
Odio tus ojos largos.
Odio tus manos largas.
Odio tus catacumbas
Llenas de agua.

TÚ, QUE NUNCA SERÁS
Sábado fue, y capricho el beso dado,
capricho de varón, audaz y fino,
mas fue dulce el capricho masculino
a este mi corazón, lobezno alado.
No es que crea, no creo, si inclinado
sobre mis manos te sentí divino,
y me embriagué. Comprendo que este vino
no es para mí, más juego y rueda el dado.
Yo soy la mujer que vive alerta,
tú el tremendo varón que se despierta
y es un torrente que se ensancha en río,
y más se encrespa mientras corre y poda.
Ah, me resisto, más me tienes toda,
Tú, que nunca serás del todo mío.

DATE A VOLAR
Anda, date a volar, hazte una abeja:
en el  jardín florecen amapolas,
y el néctar fino colma las corolas;
mañana el alma tuya será vieja.
 
   Anda, suelta a volar, hazte paloma,
recorre el  bosque y picotea granos,
come migajas en distintas manos,
la pulpa muerde de fragante poma.
Anda, date a volar, sé golondrina,
busca la playa de los soles de oro,
gusta la primavera y su tesoro:
la primavera es única y divina.
 
 Mueres de sed: no he de oprimirte tanto.
        Anda, camina por el mundo, sabe:
dispuesta sobre el mar está tu nave.
date a volar hacia el mejor encanto.
Corre, camina más, es poco aquello.
Aún quedan cosas que tu mano anhela,
corre, camina, gira, sube y vuela:
gústalo todo porque todo es bello.
 
Echa a volar: mi amor no te detiene.
        Cómo te entiendo, bien, cómo te entiendo.
        Llore mi vida, el corazón se apene,
date  a volar, Amor yo te comprendo.
Callada el alma, el corazón partido,
suelto tus alas. Ve. Pero te espero.
¿Cómo traerás el corazón, viajero?
Tendré piedad de un corazón vencido.
 
  Para qué tanta sed bebiendo cures
        hay numerosas sendas para ti.
        Pero se hace la noche, no te apures:
        todas  traen a mí.
 

FRASE
Fuera de ley, mi corazón
a saltos va en su desazón.
Ya muerde acá, sucumbe allí,
cazando allá, cazando aquí.
Donde lo intente yo dejar
mi  corazón no se ha de estar.
Donde lo deba yo poner
mi  corazón no ha de querer.
Cuando le diga yo que sí,
dirá que no, contrario a mí.
Bravo león, mi corazón
tiene apetitos, no razón.

DOS PALABRAS
Esta noche al oído me has dicho dos palabras
comunes. Dos palabras cansadas
de ser dichas. Palabras
que de viejas son nuevas.
Dos palabras tan dulces, que la luna que andaba
filtrando entre las  ramas se detuvo en mi boca.
Tan dulces dos palabras
que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
moverme para echarla.
Tan dulces dos palabras que digo, sin quererlo:
 ¡Oh, qué bella la vida!
Tan dulces y tan mansas
que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.
Tan dulces y tan bellas
que  nerviosos mis dedos
se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran cortar estrellas.

 Regresar a El Refugio
Back to El Refugio