Subject: EL BRINDIS DEL BOHEMIO
Date: Sat, 27 November 1999 11:21 PM
EST
Message-id: <[email protected]>
EL BRINDIS DEL BOHEMIO
(Guillermo Aguirre y Fierro)
En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.
Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.
El humo de olorosos cigarrillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al revolverse en nada
la vida de los sueños.
Pero en todos los labios había
risas,
inspiración en todos los cerebros,
y repartidas en la mesa, copas
pletóricas de ron, whisky o ajenjo.
Era curioso ver aquel conjunto
de aquel grupo bohemio
del que brotaba la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que, melosa y delicada,
la música de un verso.
A cada nueva libación, las penas
hallábanse más lejos
del grupo, y nueva inspiración
llegaba
a todos los cerebros
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.
Olvidaba decir que aquella noche,
aquel grupo de bohemios
celebraba entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos
la agonía de un año que
amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica.
del feliz año nuevo....
Una voz varonil dijo de pronto:
--¡Las doce, compañeros!
Digamos el "requiescat" por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
¡Brindemos por el año que
comienza!,
porque nos traiga ensueño;
porque no sea su equipaje un cúmulo
de amargos desconsuelos.
--Brindo, dijo otra voz, por la esperanza
que a la vida nos lanza,
de vencer los rigores del destino,
por la esperanza, nuestra dulce amiga
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.
Brindo porque ya hubiese a mi existencia
puesto fin con violencia
esgrimiendo en mi frente mi venganza,
si en mi cielo de tul, limpio y divino,
no alumbrara mi sino
una pálida estrella: ¡Mi
esperanza!
--¡Bravo!, dijeron todos, inspirado
esta noche has estado
y hablaste breve, bueno y sustancioso.
El turno es de Raúl; alce su copa
y brinde por ..... Europa,
ya que su extranjerismo es delicioso......
--Bebo y brindo, clamó el interpelado:
brindo por mi pasado,
que fué de luz, de amor y de alegría:
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía.....
Brindo por el ayer que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos
trayendo hsta mi mente las dulzuras
de goces, de deliquios, de desvelos.
--Yo brindo, dijo Juan, porque en mi
mente
brote un torrente
de inspiración divina, seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira
que sonríe, que canta y que enamora.
Brindo porque mis versos cual saetas
lleguen hasta las grutas,
formadas de metal y de granito,
del corazón de la mujer ingrata
que a desdenes me mata,
¡pero que tiene un cuerpo muy bonito!
Porque a su corazón llegue mi
canto.
porque enjuguen mi llanto
sus manos que me causan embelesos,
porque con creces mi pasión me
pague....
¡vamos!, porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.
Siguió la tempestad de frases
vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente.
hubo ovación creciente,
y libaciones y reír y todo.
Se brindó por la Patria, por las
flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llenan de rosas
y hacen de la mujer la cortesana.
Sólo faltaba un brindis, el de
Arturo,
el del bohemio puro, de noble corazón
y gran cabeza; aquel que sin ambages
declaraba que sólo ambicionaba
robarle inspiración a la tristeza.
Por todos estrechado alzó la copa
frente a la alegre tropa
desbordante de risa y de contento.
Los inundó la luz de una mirada,
sacudió su melena alborotada
y dijo así con inspirado acento:
--Brindo por la mujer, mas no por esa
en la que halláis consuelo en
la tristeza,
rescoldo del placer, ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.
Yo no brindo por ella, compañeros;
brindo por la mujer, pero por una,
por la que brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos:
por la mujer que me arrulló en
la cuna.
Por la mujer que me enseño de
niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en
sus brazos
y que me dió en pedazos
uno por uno, el corazón entero.
¡Por mi madre!, bohemios; por la
anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña, tal vez, que mi
destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su
lado.
Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dió
la vida,
y ternura y cariño;
por la que fué la luz del alma
mía
y lloró de alegría sintiendo
mi cabeza
en su corpiño.
Por ésa brindo yo;
dejad que llore, y en lágrimas
desflore
esta pena letal que me asesina;
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.
Por la anciana infeliz que gime y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con
ella.
¡Por mi madre!, bohemios
que es dulzura vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella....
El bohemio calló; ningún
acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba inmensamente
un poema de amor y de amargura.