Subject: A Margarita Debayle/Rubén Darío Date: Wed, Mar 4, 1998 22:18 EST A Margarita Debayle Margarita, está linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar, yo siento en el alma una alondra cantar, tu acento. Margarita, te voy a contar un cuento. Era un rey que tenía un palacio de diamantes, una tienda hecha del día y un rebaño de elefantes. Un kiosko de malaquita un gran manto de tisú, y una gentil princesita, tan bonita, Margarita tan bonita como tú. Una tarde la princesa vio una estrella aparecer, la princesa era traviesa y la quiso ir a recoger. La quería para hacerla decorar un prendedor, con un verso y una perla, una pluma y una flor. Las princesas primorosas se parecen mucho a ti. Cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Son así. Pues se fue la niña bella, bajo el cielo y sobre el mar, a cortar la blanca estrella que la hacía suspirar. Y siguió camino arriba por la luna y más allá; mas lo malo es que ella iba sin permiso del papá. Cuando estuvo ya de vuelta de los parques del Señor, se miraba toda envuelta en un dulce resplandor. Y el rey dijo: "¿Qué te has hecho? Te he buscado y no te hallé; y ¿qué tienes en el pecho, que encendido se te ve?" La princesa no mentía. Y así, dijo la verdad: "Fui a cortar la estrella mía a la azul inmensidad." Y el rey clama: "¿No te he dicho que el azul no hay que tocar? ¡Qué locura! ¡Qué capricho! El Señor se ha enojar." Y dice ella: "No hubo intento; yo me fui no sé por qué; por las olas y en el viento fui a la estrella y la corté." Y el papá dice enojado: "Un castigo has de tener: vuelve al cielo, y lo robado vas ahora a devolver." La princesa se entristece por su dulce flor de luz, cuando entonces aparece sonriendo el Buen Jesús. Y así dice: "En mis campiñas esa rosa le ofrecí: son mis flores de las niñas que al soñar piensan en Mí." Viste el rey ropas brillantes, y luego hace desfilar cuatrocientos elefantes a la orilla de la mar. La princesita está bella, pues ya tiene el prendedor en que lucen, con la estrella, verso, perla, pluma y flor. Margarita, está linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar tu aliento. Ya que lejos de mí vas a estar, guarda, niña, un gentil pensamiento al que un día te quiso contar un cuento. Rubén Darío 1867-1916