Subject: NOCTURNO...
Por: Manuel Acuna,
Date: Wed, Mar 18, 1998 22:22 EST
 
 

NOCTURNO
Por: Manuel Acuña

¡Pues bien Yo necesito decirte que te adoro,
decirte que te quiero con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto y al grito en que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión.

Yo quiero que tú sepas que ya hece muchos días
estoy enfermo y pálido de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas las esperanzas mías,
que están mis noches negras, tan negras y sombrías,
que ya no sé ni dónde se alzaba el porvenir.

De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero mi espíritu volver,
camino mucho, mucho, y al fin de la jornada
las formas de mi madre se pierden en la nada
y tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer.

Comprendo que tus besos jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás,
y te amo y en mis locos y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos te quiero mucho más.

A veces pienso en darte mi eterna despedida,
borrarle en mis recuerdos y hundirte en mi pasión;
mas se es en vano y el alma no te olvida,
¡Qué quieres tú que yo haga, pedazo de mi vida!
¡Qué quieres tú que yo haga con este corazón!

Y luego que ya estaba concluido tu santuario,
tu lámpara encendida, tu velo en el altar,
el sol de la mañana detrás del campanario,
chispeando las antorchas humeando el incensario,
y abierta allá a lo lejos la puerta del hogar.
 

Qué hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre y amándonos los dos;
tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma, los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros mi madre como un Dios.

¡Figúrate qué hermoso las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje por una tierra así!
Y yo soñaba en eso, mi santa prometida,
y al delirar en eso con calma estremecida,
penaba yo en ser bueno por ti, no más por ti.

¡Bien sabe Dios que ése era mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer!
¡Bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho bajo el hogar risueño
que me envolvió en sus besos cuando me vió nacer!

Esa era mi esperanza... mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo que existe entre los dos,
¡Adiós por la última vez, amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores;
mi lira de poeta, mi juventud, adiós!