La Blanca
Gaviota y el Travieso Sol
Erase una bella gaviota tan
blanca, pero tan blanca,
que al pasar por una nube
no se veía, porque se
confundía con el color de
las nubes.Todas las mañanas
al despertarse, salía
volando en dirección al
Sol, buscando nuevas
aventuras. Ella sabía que
en la mañana el Sol salía
por el Oriente, y que si
volaba hacia él, iría
alejándose de su casa.
También sabía que por las
tardes el Sol se ponía por
el Occidente, y que si se
dirigía hacia él, iría a su
casa. Por esta razón
nuestra amiga jamás se
perdía. Se cuenta que un
día el Sol amaneció
contento y con ganas de
hacer alguna travesura. Se
trazó un plan y se propuso
jugarle una broma a nuestra
amiga la gaviota. Ese día
el Sol salió como siempre
por el Oriente, pero en el
plan estaba calculado no
ponerse por el Occidente
sino por el Sur.
-¡imagínense lo que pasará
con esta loca travesura!-.
Al amanecer, nuestra amiga
se enrumbó como de
costumbre hacia el Oriente,
contenta como siempre
mirando el mar y a los
muchos peces haciendo
piruetas; le agradaba ver
las rocas en la orilla del
mar y de vez en cuando
parloteaba con otras
gaviotas que venían de
otros sitios. Ese día
almorzó sobre una roca que
estaba situada en el medio
del mar, mientras escuchaba
como el mar con violentas
olas iba y venía. Así,
después de tanto ajetreo,
se dedicó a esperar que el
Sol se ocultara por el
Oeste para que le sirviera
de guía una vez más en su
regreso a casa. Al rato
levantó vuelo y se dirigió
al Sol, pero éste siguiendo
su plan de jugarle una mala
pasada, no se estaba
poniendo por el Oeste sino
por el Sur, tal y como lo
había decidido. Nuestra
amiga tal vez un poco
cansada no se percató que
su vuelo iba directo a las
montañas. Ella se dió
cuenta que no encontraba su
casa, sólo veía montañas,
bosques y árboles, pero su
casa no se veía por ninguna
parte. Cansada de volar
decidió pararse a descansar
y tratar de entender lo que
pasaba. Al posarse sobre un
árbol encontró a una
graciosa ardilla que al ver
la gaviota se asustó, pues
nunca había visto un ave de
mar por tierra.
-¿Qué estás haciendo
tú por aquí, tan lejos de
tu mundo?-, le preguntó la
ardillita.
-Realmente no
entiendo lo que pasa, todos
los días para regresar a mi
casa me guío por el Sol,
pero en esta oportunidad me
perdí en el camino, estoy
en un lugar desconocido.
¿Qué hago ahora?-, preguntó
la extraviada gaviota.
-Sólo alguien con
todo el conocimiento
necesario, podría ayudarte
y en el bosque, solo el
señor sabio Don Juan
Lechuza es capaz de
encontrarle una solución a
ese terrible problema-, le
dijo la ardillita.
-¿Y dónde puedo
encontrar al señor sabio
Don Juan Lechuza?-, le
preguntó la gaviota.
-El se encuentra en
el árbol más, pero más
grande del bosque, y en la
punta más, pero más alta-,
le respondió la ardillita.
La gaviota emprendió el
vuelo, no sin antes
despedirse de su apreciada
amiga quien, aparte de
darle una información que
podía ayudarla mucho, le
había dado además
tranquilidad y esperanza,
al ofrecerle una solución
al problema. Tan sólo tenia
que encontrar al señor
sabio Don Juan Lechuza, y
para ello necesitaba
encontrar el árbol más alto
del bosque. Se dijo a si
misma: ¿Cómo puedo
encontrar el árbol más alto
del bosque?. Bueno, creo
que eso no es dificil;
subiré volando a lo más
alto y el pico del árbol
que se vea más, será porque
es el más alto, y así lo
hizo. Ascendió rapidísimo
hasta lo más alto y desde
allí vió cual era el pico
que más sobresalía y se
dirigió hasta ese pico, se
posó en el árbol y llamó al
señor sabio Don Juan
Lechuza, pero nadie
respondía; repitió su
llamado pero en ese árbol
no había respuesta.
Busco el árbol más alto y
no entiendo porqué si este
es el que más se ve desde
la altura, no es el más
alto. Nuestro amigo el
carpintero le resolvió el
problema:
-Este árbol parece el
más alto, pero no lo es,
porque está ubicado en la
loma más elevada de la
montaña, pero los árboles
más altos están en las
bases de las montañas e
igualan a los de la punta o
parecen más pequeños porque
al estar en la base, los de
la cima parecen más altos.-
-¡Pues claro! - dijo
la gaviota, pero ahora
¿Cómo encontraré el árbol
más alto?-.
Nuestro amigo el
carpintero le dijo:
-El árbol más alto es
el más viejo y el más viejo
es el más duro, porque los
árboles al crecer van
colocando más y más capas
de corteza alrededor de
ellos mismos y por eso son
los más duros. Veamos, yo
he picado todos los árboles
de éste bosque y puedo
decirte que el más duro es
el Sr. Roble, que está en
la base de la montaña,
pegado a la ladera del río-.
La gaviota se emocionó
toda, agradeció de mil
maneras a nuestro amigo el
carpintero y se dirigió
hacia el árbol más grande,
el Sr. Roble.Al llegar a
él, inmediatamente empezó a
buscar al señor sabio Don
Juan lechuza, pero el árbol
era gigantesco, iba a tener
que buscar mucho hasta
encontrarlo. Buscaba y
buscaba, y no lo hallaba.
Se encontró con el Señor
Saltamontes, pero al
acercársele a él, pegó un
salto tan grande que ni
siquiera pudo ver a dónde
se había ido. Se encontró
con el Sr. Grillo, pero
éste sólo grillaba pidiendo
agua y no pudo entenderse
con él. Al fin se consiguió
con alguien que hablaba
algo que ella entendía, era
el Sr. Gavilán, fuerte y
poderoso, la miró de arriba
a abajo y le preguntó:
-¿Qué haces por aquí?
Nuestra amiga la
gaviota le contestó:
-Busco al señor sabio
Don Juan Lechuza.
El gavilán le responde:
-Al sabio no le
gusta, ni necesita la luz;
debes buscarlo en las zonas
más oscuras del árbol.
-¡Claro!, dijo la
gaviota, a las lechuzas no
les gusta la luz, el debe
estar en las zonas más
oscuras.
Velozmente se dirigió
a las zonas oscuras del
árbol y allí por fin
encontró al señor sabio Don
Juan Lechuza.
-¡Señor sabio, señor
sabio!, por favor, ¡Podría
usted ayudarme?, tengo
mucho tiempo buscándolo
para ver si puede ayudarme
a encontrar el camino de
regreso a casa. Vea, señor
sabio, estoy perdida desde
ayer cuando salí como
siempre a ver el mar.
Nuestro amigo el señor
sabio se volteó lentamente,
como siempre hacen las
lechuzas, abrió un solo ojo
y vió a nuestra desesperada
amiga que estaba
solicitando su ayuda, y le
dijo:
-Tu eres una gaviota
marina, blanca como las
nubes, solo comes pescado y
vives en las rocas de las
montañas que están al borde
del mar, hazme el favor de
decirme ¿Qué haces por aquí
tan lejos de tu casa?-.
La gaviota le explicó
con detalles todo lo
ocurrido y nuestro amigo el
Buho se puso a pensar,
había que buscar el camino
de vuelta y este debía de
ser tan claro que no
produjera ninguna confusión
ni equivocación y que fuera
fácil de recordar para que
la gaviota si se volviese a
perder algún día, pudiera
fácilmente conseguir el
camino a su casa. El señor
Lechuza, como todos los
sabios, resolvía los
problemas con preguntas y
por ello le preguntó a
nuestra amiga la gaviota:
-¿Qué es lo que más
abunda por tu casa, amiga
gaviota?
-El agua, contestó la
gaviota.
-¿Y de dónde viene
toda esa agua?.
-Bueno, a veces de la
Iluvia, pero también de
algunos rios que caen al
mar, contestó la gaviota.
-Y el agua de esos
rios ¿De dónde viene?.
-De las montañas,
dijo la gaviota.
-¡Aaah!, entonces
¿Cómo regresarás a tu casa?
La gaviota lo miró
fijamente y pensó. De
repente vió la respuesta.
Claro, era sencillo, si
seguía cualquier río,
debería liegar al mar, y al
llegar al mar, todo era mís
sencillo. Le preguntó al
sabio:
-¿Qué río debo
seguir?
-¿Cuál crees tú que
debes seguir?
-El más grande.
-¡Por supuesto! -
exclamó el sabio.
Una vez conseguido su
objetivo, la gaviota le dió
mil gracias al señor sabio
Don Juan Lechuza y voló
hasta lo más alto que pudo,
desde allí pudo ver un gran
río que bordeada el bosque
por su lado derecho, se
dirigió hasta él y empezó a
volar sobre el río siempre
en la misma dirección en
que éste iba, voló y no fue
mucho, de repente se
encontró con el mar. Dios
mío, ¡Que maravillosa
sensación!.
Inmediatamente reconoció
el lugar y sin más dudas
voló rápidamente a su casa.
¡Qué bién se sentía!, no
tanto por haber conseguido
el camino a su casa, sino
porque había aprendido cómo
poder volver a su casa sin
necesitar al Sol, se habia
independizado. Ya no
necesitaba al Sol para que
la guiara, ella sólamente
con sus conocimientos
podría encontrar todos los
caminos.

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Ultima Actualizacion: Abril 24, 2002
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Angie Sanz