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Se puede modificar una
conducta?
La conducta de nuestros
hijos suele tener relación
con los modelos aprendidos
y con la manifestación de
estados de ánimo y de
equilibrio personal. A
veces, nuestros hijos
presentan conductas
ilógicas, tercas o que
están fuera de lugar sin
que podamos encontrar una
explicación razonable ni
consigamos erradicarlas.
Con frecuencia los castigos
o reprimendas no logran
mejorar la situación. Por
difícil que parezca hay
maneras de modificar la
conducta.
En no pocas ocasiones
nuestros hijos desarrollan
modos de comportamiento no
adecuados, molestos,
insolentes o retadores sin
que tengamos conciencia
clara de su causa o que,
aun sospechándola, no
sabemos poner remedio. Son
conductas como lloros
insistentes, enfados
estrepitosos, hacer
tonterías constantemente,
estropear algunas cosas
intencionadamente, negarse
a hacer sus tareas
escolares, insistir en
exceso, llegar tarde a
casa, alardear de algunos
malos modales, contestar
con palabras ofensivas o
desconsideradas, etc. Y
después de instauradas
estas pautas de conducta,
parecen irreversibles, como
si formaran parte de la
personalidad de nuestro
hijo, tanto más cuanto más
mayores son.
En cambio, sabemos por
experiencia que
esas maneras no deseables
pueden cambiar, y
de hecho cambian en función
de las personas que le
rodean en cada momento y de
su manera de actuar. No es
extraño ver cómo un niño
que se comporta de un modo
impertinente en presencia
de su madre, actúa de modo
adecuado en el colegio; que
los malos modales que
presenta en casa, se
convirtieron en modales
adecuados cuando estuvo un
fin de semana en casa de
una amiga.
Tengamos presente que todas
estas conductas no
deseables son el
resultado de una estrategia,
consciente o inconsciente,
para lograr algo que ansía.
Por lo tanto, cuando no
están las personas que
pueden conceder lo deseado,
desaparece la conducta. Del
mismo modo, en la medida en
que las personas hacia las
que dirige su conducta
modifiquen su manera de
actuar, cambiará su
comportamiento.
Con frecuencia, lo ansiado
por los hijos que presentan
este tipo de conductas no
es obtener alguna cosa
material, sino lograr la
atención, la aprobación y
el afecto de las personas
más significativas. No es
que tengan unos padres que
no les quieren o que les
rechazan, sino que
necesitan que el afecto y
la aprobación se les
manifieste de una manera
más clara y más evidente.
Lo que quiere es llamar la
atención, se dice. En este
caso parecería lógico que,
si le prestamos la atención
que reclama solucionemos el
problema. En cambio esta
conclusión es absolutamente
falsa. Al hacerlo así, lo
que le estamos enseñando es
que obtendrá nuestro
aprecio y atención
presentando una conducta
indeseable.
El camino para resolver de
manera eficaz el problema
de modificar esa conducta
de nuestro hijo que, a
todas luces, le perjudica y
trastorna nuestras
relaciones con él, pasa por
las siguientes actuaciones:
-
Acciones
relacionadas con la
conducta.
-
No prestes
atención a la
conducta indeseable,
no le riñas, no hagas
comentarios. Sólo en
algunos casos, hazle
notar lo inapropiado
de la conducta de
manera escueta, sin
perder la calma y con
un tono de voz no
estridente.
-
En cambio
presta atención a
otras conductas
deseables y
muéstrale aprecio y
consideración.
-
Si la
conducta es peligrosa,
pon fin a ella lo
antes posible.
Si puede hacer daño a
otros, por ejemplo,
será necesario
separarlo y apartarlo;
si el problema es que
se retrasa de manera
exagerada, no le
permitas salir en
adelante.
-
No cedas
nunca a sus
requerimientos o
imposiciones a pesar
de su insistencia,
pero dale a entender
que comprendes el
sufrimiento que le
produce su negativa.
-
No le riñas o
grites en el
momento en el que se
está produciendo la
conducta indeseable.
Actuar de esa manera,
será tanto como
claudicar ante su
presión. Además, al
ponerlo en evidencia
o tratarlo con gritos,
aumenta su irritación
y su capacidad de
juicio se enturbia
más, con lo que sólo
conseguiremos
empeorar la situación.
Si la situación lo
permite, distrae su
atención hacia otro
asunto, cambia de
tema o aléjate de él.
-
Organiza, con
la colaboración de tu
hijo, un registro de
conductas positivas
y propón una
recompensa para
cuando consiga
alcanzar una cierta
cantidad. (En una
hoja de papel más o
menos elaborada,
puede ir acumulando
pegatinas, puntos,
pintar cuadros, etc.)
-
Acciones
relacionadas con la
comprensión de la
conducta
-
Ayúdale a
reflexionar
sobre lo
inconveniente de su
comportamiento en
otro momento, cuando
tu hijo esté
tranquilo y con el
juicio claro. Buscad
entre los dos maneras
diferentes de actuar.
-
Ofrécele tu
ayuda para
mejorar la situación
y el consuelo
de tu comprensión.
-
Propónle la
disyuntiva
entre actuar de
manera adecuada o
asumir un castigo
relacionado con la
conducta o bien con
la pérdida de un
privilegio. Puedes,
por ejemplo, darle a
elegir entre cuidar
las cosas y no
estropearlas o pagar
con su dinero o con
su trabajo la
reparación de los
daños. En otra
circunstancia puedes
proponerle hacer sus
tareas escolares
aprovechando el
tiempo y disfrutar
luego de tiempo libre
o quedarse sin tiempo
libre y pasar la
tarde delante de los
libros.
En síntesis, se trata de
proporcionarle nuevas
experiencias que le
enseñen otras maneras de
obtener el aprecio y el
reconocimiento de los
demás, de ofrecerle
consuelo y ayuda y
entrenarle para
reflexionar sobre su
conducta para que aprenda
a tomar decisiones más
acertadas.
Consejos
Practicos:
-
Cuando tengas que
explicar a tu hijo las
razones por las que su
conducta es inapropiada
y él, con su actitud,
expresión u obstinación
provoque tu ira, dile
lo que tengas que
decirle de manera breve
y escueta, y abandona
su compañía. Esto te
ayudará a no perder los
nervios y la compostura.
Si tu hijo o hija,
especialmente si son
pequeños, llevan a cabo
una conducta que puede
resultar peligrosa, no
dudes en acabar
inmediatamente con la
conducta aunque sea
usando la fuerza para
inmovilizarlo o hacerle
desistir. Es preferible
acrecentar su ira que
tener que lamentar las
consecuencias de su
conducta. Evidentemente,
no se trata de pegarle,
sino de sujetarle o
impedir que haga algo.
Enseña a tus hijos que
no se obtiene nada
insistiendo de una
manera u otra. Anímales
a explicar las razones
que tienen y concede lo
que pidan en el caso de
que dichas razones lo
recomienden. De esta
manera estarás
enseñando a tus hijos a
resolver conflictos a
través del diálogo.
Cuando no puedas evitar
gritar a tu hijo o
reñirle de manera
estrepitosa, dile que
te sientes muy nervioso/a
por su conducta.
Expresando tus
sentimientos él podrá
comprender mejor tu
manera de actuar. En
otro momento, pídele
disculpas por tu
pérdida de control. Con
ello le darás ejemplo
de modos de conducta
más adecuados. En
cualquier caso, esto
debería ocurrir con la
menor frecuencia
posible.
Cuando tengas que
aplicar un castigo,
debes ser firme. Sólo
puedes permitirte ser
magnánimo en el caso de
que la conducta haya
mejorado de forma
notable.
José María Lahoz
García
Pedagogo (Orientador
escolar y profesional),
Profesor de Educación
Primaria y de Psicología
y Pedagogía en Secundaria
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Ultima Actualizacion: Abril 24, 2002
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Angie Sanz
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