Algunas
Reglas de Oro Entre los
dos y los tres años,
cómo poner los límites
es un tema difícil para
todos los padres.Aunque
el estilo de disciplina
y lo estricta que ésta
sea lo decides tú, las
siguientes pueden ser
guías que te ayuden a
establecer la
estrategia para fijar y
mantener las normas de
comportamiento. Estas
consignas pueden
ayudarte tanto a ti
como a tu hijo.
1. Alienta y recompensa
siempre el buen
comportamiento. Siempre
que tengas una opción
positiva, elígela. Por
ejemplo si ves que tu
hijo está considerando
comenzar a jugar con el
agua del inodoro,
intenta distraerlo
ofreciéndole una
actividad que él pueda
disfrutar y que sea
segura. Y cuando notes
que él por su cuenta
eligió hacer algo
aceptable en lugar de
romper alguna regla,
felicítalo, demostrando
que decidió lo mejor.
Mostrándole que estás
orgullosa de él lo
harás sentir bien y
aumentarás su
autoestima, fomentando
que en la próxima
tentación procure
controlarse.
2. Establece reglas
claras que ayuden al
niño a controlar sus
impulsos sin mutilar su
independencia y
espontaneidad. Si tus
reglas son demasiado
restrictivas pueden
llegar a inhibir el
impulso a explorar el
mundo o a probar nuevas
habilidades. Para esto,
por ejemplo, puede
ayudar establecer zonas
de mayor restricción (por
ejemplo la sala de
estar) y otras donde tu
hijo sepa que tiene
mayor libertad de
movimiento y decisión
sobre lo que tiene
ganas de hacer (el
patio o su habitación).
3. Siempre toma en
cuenta cuál es el
estadio evolutivo del
niño cuando le pongas
límites, y no esperes
más de lo que es capaz
de lograr. Por ejemplo,
un chico de dos a tres
años no puede controlar
el impulso de tocar las
cosas que le atraen, de
manera tal que no es
realista de tu parte
esperar que no toque
nada en la verdulería o
en el supermercado.
4. También el castigo
tiene que ser acorde al
nivel evolutivo. Por
ejemplo, si como
castigo mandas al niño
a su cuarto no lo dejes
ahí por más de cinco o
diez minutos. Después
de ese lapso ni
siquiera recordará por
qué está ahí. Y si la
opción es hablar y
razonar con él, mantén
la discusión en un
nivel simple y práctico.
No hagas parlamentos
largos que él no puede
seguir, ni uses
razonamientos complejos
como las hipótesis de
"¿Te gustaría que yo te
hiciera ésto? ". Los
chicos a esta edad no
pueden entender un
razonamiento complicado
como éste.
5. No cambies las
reglas o los castigos
arbitrariamente. Esto
sólo logra confundir. A
medida que el chico
crezca puedes ir
esperando
comportamientos más
maduros. Pero esto es
gradual. Si cambias las
reglas tienes que
explicarle por qué lo
haces. Por ejemplo, tú
puedes aceptar que haga
ciertas cosas mientras
tiene una determinada
edad, como por ejemplo
que juegue con su
comida fuera del plato
mientras come. Pero si
luego de un tiempo
decides que ya es hora
de que de que no lo
haga más, explícale
antes de introducir la
nueva regla.
6. Los adultos que
cuidan al niño deben
ser coherentes entre sí
en la manera en que
ponen los límites y en
cuáles son éstos. Si
uno de los padres
permite algo y el otro
lo prohíbe, el niño va
a confundirse.
Eventualmente
encontrará que puede
obtener lo que quiere
poniendo un adulto
contra el otro, lo que
hará la vida familiar
muy difícil. La manera
de evitar ésto es
presentar siempre un
frente muy unido.
7. Los padres son un
modelo de
identificación para los
hijos. Cuanto más
sereno y controlado sea
tu comportamiento, más
probabilidades tendrás
de que tu hijo
incorpore ese modelo de
comportamiento. Si, en
cambio, le pegas o le
gritas cada vez que
rompe una regla, le
estarás diciendo con tu
conducta que está bien
solucionar los
problemas a través de
la violencia.