CUERPO, ALMA Y ESPIRITU
La mayoría de nosotros desearíamos saber qué sucederá en el futuro. Dentro de cierto círculo, son populares los que alegan poder predecir el futuro. Cuando leemos un libro de suspenso y nos entra la ansiedad por saber cómo t3erminará, a menudo saltamos hasta el final del libro para saber lo que pasó. A la mayoría de nosotros nos gustaría saber qué es lo que sucederá después de la muerte. Las buenas nuevas es que podemos, en cierta forma, ir hasta las últimas páginas, y leer acerca de lo que sucederá cuando salgamos de esta vida. Dios no ha dado a conocer todo lo que podríamos querer saber, pero sí ha dado a conocer lo suficiente, acerca de los eventos que siguen a esta vida, como para decirnos que seremos llevados al más grande drama de nuestras vidas, cuando atravesemos las puertas de la muerte. Aunque "Los que viven saben que han de morir" Eclesiastés 9:5, no sabemos cuánto tiempo viviremos. Nos pasamos la mayor parte del tiempo preparándonos para la vida, la cual, sabemos que es incierta, mientras nos pasamos poco tiempo preparándonos para la muerte, la cual sabemos que es cierta. ¿Por qué deberíamos estar interesados en la muerte o estar inquietos acerca de lo que sucede cuando morimos? ¿A qué se asemeja la experiencia de la muerte? ¿Cómo nos afecta?. El comprender las respuestas a estas preguntas puede influenciar nuestra visión de la muerte, darle forma a nuestras actitudes hacia la muerte (tanto la nuestra como la de los demás), darnos esperanza, afectar la manera como vivimos, y motivarnos a prepararnos para la muerte. En esta sección, consideraremos nuestra naturaleza mortal, nuestra composición, lo que sucederá en el momento de la muerte, la seguridad de que hay vida después de la muerte, y el estado intermedio de los muertos, o sea, la existencia del hombre entre la muerte y la resurrección. CUERPO, ALMA Y ESPIRITU Los seres humanos diferimos de los animales en que nosotros podemos reflexionar acerca del pasado, relacionarlo con el presente y con el futuro, y podemos preguntarnos acerca de la posibilidad de que haya vida después de la muerte. Al juntar la información disponible, podemos suponer que la vida tiene un propósito y que algún tipo de existencia nos espera después de que esta vida haya terminado. NUESTRA HERENCIA La muerte entró al mundo a causa del pecado (Génesis 3:17-19; Romanos 5:12; I. Corintios 15:22). Esta fue el castigo contra Adán y Eva por haber escuchado a la serpiente que perpetró la mentira del diablo (Juan 8:44), cuando le dijo a Eva: "No moriréis" (Génesis 3:4). La muerte espiritual (Romanos 6:23; I. Timoteo 5:6; Santiago 1:15) ocurrió cuando todos pecaron, y la muerte física comenzó porque Dios quitó el árbol de la vida, de en medio de ellos (Génesis 3:22-23). Esto fue lo que Dios le dijo a Adán: "pues polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3:19). La advertencia que Dios les hizo a Adán y Eva cuando le dijo a aquél, "ciertamente morirás", es también válida para todos los descendientes de ellos. Aunque está escrito, "está establecido para los hombres que mueran una sola vez" (Hebreos 9:27), no tenemos necesidad de una revelación divina para conocer esta verdad. Desde el momento en que ocurrió la primera muerte (la muerte de Abel; Génesis 4:8) hasta la fecha, la muerte ha sido el fin esperado de todos. Las únicas excepciones han sido las de Enoc (Génesis 5:24; Hebreos 11:5) y Elías (II. Reyes 2:11), los cuales fueron llevados directo al cielo. Dado que somos seres inquisitivos, es lo más natural que nos preguntemos: "¿Qué sucede cuando morimos? ¿Hay algo en nuestra composición que sobreviva a la muerte del cuerpo? ¿A qué nos asemejaremos después de ello? ¿Entraremos a otra esfera de la realidad, a otra existencia más allá de las puertas de la muerte? Si así es, ¿a que se asemejará tal existencia?. NUESTRA NATURALEZA MORTAL La Biblia nos enseña que ----- en contraste con Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, quienes poseen inmortalidad (I. Timoteo 6:15-16; véase también 1:17), nosotros somos mortales. Nótese las siguientes referencias a nuestra condición de mortales tal como se expresa por medio de la palabra del griego thnetos:
Nuestros cuerpos resucitados serán inmortales (I. Corintios 15:53-54), lo cual significa que son mortales en el estado actual. Lo que la Biblia llama mortal es a nuestro cuerpo actual, no a nuestro ser interior. NUESTRA COMPOSICIÓN Nuestras actitudes hacia nuestra composición, por lo general influencian nuestros criterios acerca de lo que ocurrirá cuando muramos. Si creemos que nuestros cuerpos son todo lo que somos, puede ser que creamos, por lo menos mientras estemos en el cuerpo, que la muerte es el fin de nuestra existencia. Por otro lado, si creemos que nuestros cuerpos son sólo un aspecto de nuestra composición, puede ser que creamos que continuaremos existiendo en alguna forma, aún después de que nuestros cuerpos mueran. Dios nos hizo de la manera que somos: "Y creó Dios al hombre a su imagen..." (Génesis 1:27). Si sólo fuéramos cuerpo y ese cuerpo fuera a la imagen de Dios, entonces, de alguna manera seríamos físicamente semejantes a Dios. Si así fuere, ¿sería Dios como un hombre o como una mujer? Siendo Dios Espíritu (Juan 4:24), ¿tendrá él boca, dientes, estómago, piernas, y el mismo cuerpo físico que necesitamos para poder vivir en este planeta? Esto fue lo que Pablo escribió con respecto al cuerpo. "Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial" (I. Corintios 15:49). Si es que nuestros cuerpos tienen la imagen del terrenal ahora, y después tendrán la del celestial, entonces no tienen la imagen del celestial ahora. Tendremos la imagen del celestial cuando seamos resucitados. Cuando Dios creó al hombre a su imagen, el cuerpo no es lo que fue creado a la imagen de Dios; de otra manera, tendríamos ya "la imagen del celestial". Dado que Dios es Espíritu, entonces el espíritu del hombre debe ser el que lleve la imagen de Dios. Esto sugiere que cada persona tiene un espíritu que lleva la imagen de su Creador. Pablo nos describe como seres con cuerpo, alma y espíritu (I. Tesalonicenses 5:23). La palabra de Dios puede partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétamos (Hebreos 4:12). Si éstos pueden ser partidos, entonces no deben ser lo mismo. Por esta razón debemos llegar a la conclusión de que somos "tricótomos", estamos compuestos de tres partes. De la misma manera que el Padre, el Hijo y el Espíritu santo (Mateo 28:19) constituyen un Dios (Juan 10:30), los tres - el cuerpo, el alma y el espíritu-constituyen un ser, la composición entera de lo que somos. A veces, puede ser que tengamos dificultad al tratar de distinguir entre el alma y el espíritu. No obstante, esto no significa que no haya diferencia entre ellos. Algunos han llegado a la conclusión de que no tenemos almas morando en nuestros cuerpos, sino que, "alma" es la persona completa--- incluyendo tanto al espíritu, el cual es el aliento o energía vital, como el cuerpo. La cuestión se ha complicado porque las palabras que se traducen como "alma" se refieren por lo general a la vida o a aquello que vive. Entre los vivientes se incluye a los animales ("seres vivientes", Génesis 1:20-21,24), al hombre ("ser viviente", Génesis 2:7) y a la persona interna (la cual es referida de varias maneras tales como: "yo", "el alma" de ella, "vuestras almas", "tu alma", y "su alma"; (Génesis 27:4; 35:18; Levítico 16:29; Lucas 12:20; Jueces 16:16) otra complicación surge porque la palabra "espíritu" significa, fuerza invisible, ya sea que la constituya el viento, el espíritu o el aliento. EL CUERPO
EL ALMA
EL ESPIRITU
CONCLUSIÓN La composición humana incluye tres partes: cuerpo, alma y espíritu. Debido a esto, la muerte del cuerpo no será la muerte del alma y del espíritu que están dentro de cada uno de nosotros. Nuestras funciones físicas cesarán al morir, pero el alma y el espíritu seguirán existiendo fuera del cuerpo.
Que Dios le bendiga, son los deseos de los miembros de la Iglesia de Cristo
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