Uno podría pensar: ¿qué tiene que ver conmigo algo tan extraño como una supernova? La respuesta es sencilla, aunque curiosa: la sangre de cada ser humano contiene hemoglobina, una compleja molécula capaz de llevar el oxígeno a las células y fundamental por lo tanto para la vida. Cada una de esas moléculas que nos permiten vivir contiene un átomo de Hierro... Pues bien, todo ese Hierro nació en el interior de una estrella que explotó como supernova. Igual que todo el oro que conocemos en la Tierra y cuyo origen fue ese crisol alquímico, esa explosión brutal que hace que una estrella libere tanta energía en unos meses como la que el Sol mandará al espacio durante toda su vida. Somos polvo de estrellas, porque la materia de la que estamos compuestos se generó en soles que vivieron y murieron antes que el nuestro.
"ahora
esta melancólica materia
pronuncia sus adioses
y en
este ser polvo de esa luz
-que somos-
podemos sentir
lo que nos une a las estrellas
también
el sensitivo efecto
de lo irrecuperable:
ese
momento natal
en que fuimos
uno con el universo"