"Soy un distribuidor de coca sana"
Pedro José Arenas, representante a la Cámara por el Guaviare, explica por qué reparte coca en el Congreso de la República.
SEMANA : Vamos al grano, ¿usted es un consumidor de coca?
PEDRO JOSÉ ARENAS: Por supuesto, aunque aclaro: mi consumo se limita a la hoja de coca en estado natural.
SEMANA : ¿Y qué diferencia hay con la coca procesada?
PJA : Hay un abismo entre una y otra. La hoja de coca es medicinal, la cocaína es un veneno. La muelen, le echan cemento, éter, químicos, en fin. Es un pasaporte al infierno. :
SEMANA: ¿Entonces? ¿Qué hay que hacer?
PJA: Hay que acabar con los mitos. La coca es un producto silvestre que bien utilizada sirve para sanar a la gente, para ayudarla en sus labores cotidianas, que le espanta la fatiga.
SEMANA: ¿Usted propone la legalización?
PJA: Lo que yo propongo es que en Colombia el cultivo, la tenencia, el uso y el consumo de hoja de coca en estado natural no se equipare a un delito.
SEMANA: ¿Para qué?
PJA: Porque es una realidad que la coca se usa en el país en prácticas ancestrales, en la producción de alimentos y de medicinas y en usos terapéuticos. Sin embargo, la han estigmatizado y en el imaginario colectivo se asocia con delincuentes cuando en realidad forma parte esencial de nuestra cultura.
SEMANA: ¿A usted le parece que fumarse un bareto forma parte esencial de la cultura del país?
PJA: Es que en ese caso ya es un narcótico. Y eso marca la diferencia. SEMANA: Usted insiste en su propuesta a pesar de que recién la Corte Suprema de Estados Unidos negó la posibilidad de usar la marihuana para fines médicos.
PJA: Estados Unidos perdió una oportunidad magnífica de empezar a mirar con un ojo diferente el problema de la marihuana y la coca. SEMANA: Por lo pronto usted sigue distribuyendo coca en el Congreso.
PJA: Soy un distribuidor de coca sana. Para que la gente la consuma en bolsitas de té y deje de mirar a la plantica como un veneno.
SEMANA: ¿Para usted el hecho de que Colombia sea un productor natural de coca no es una maldición?
PJA: Al contrario, es una bendición de Dios. El problema está en que la convertimos en un asunto exclusivamente policial.