Un hombre y una mujer pueden ir juntos a muchos sitios. Pueden ir juntos
al cine. Pueden ir juntos a la playa. Pueden ir juntos al Sáhara
o a Soria. Hasta pueden irse juntos a la cama. Pero adonde jamás,
jamás, jamás deben ir juntos es... de compras. No. En
eso somos incompatibles. Yo, porque no lo aguanto. Ella, porque dice
que la estreso. Qué la estreso? De entrada, te engaña:
- Cariño, no vamos a tardar anda... Y te tiras seis horas de
compras. Luego, te asusta: vas con ella por la Gran Vía y de
repente... abducción! Dónde está? Miras a un lado
y a otro... Ha desaparecido! Cuando la encuentras está como Spiderman,
pegada un escaparate: - Pero mira qué suéter... Los hombres
somos diferentes. Nos interesan las cosas prácticas,
útiles, realmente indispensables. Yo qué sé: barbacoas,
un gato para el
coche, una caja de herramientas con setenta y tres tipos de destornilladores,
un cortacésped! Sí, vale, no tengo jardín, y qué?
Es tan bonito! Me lo llevaría a casa para pasarlo por la moqueta:
Ueeeeeeeeggg...Ueeeeeeegggg". Pero ellas no nos entienden: - Qué
miras? Te paras en unos sitios... Y no nos entienden porque las mujeres
van de compras, y los hombres vamos a comprar. Y no es lo mismo. Comprar
es: "Deme usted dos clavos del seis". E ir de compras es:
"sólo tengo siete horas para las trescientas treinta y nueve
tiendas de este centro comercial y tengo que verlas todas" Y luego
soy yo el que la estreso! Una mujer puede estar toda una tarde de compras
sabiendo de antemano que no va a comprar nada. Entra en la boutique
y dice: - Quiero probarme ese vestido, ése y ése. Y ya
de camino al probador va lanzando mensajitos: - Lo veo un poco pequeño
de arriba, y éste me va a hacer bolsas... La dependienta se percata
de que va de farol, y pone cara de odio. Pero a ella le da igual, y
se prueba media tienda. A la hora y media sale dejándoles todo
como si hubiesen entrado los bomberos, y nada más pisar la calle
comenta: - Nunca compro en este sitio por lo bordes que son las dependientas...
Un hombre jamás hace eso. En cuanto te pruebas tres cosas, te
sientes culpable; el dependiente también lo sabe, y se aprovecha
de ti: - Sí, sí, la chaqueta me gusta, pero es que creo
que le valdría a Pavarotti. - Que se la ve grande? No, hombre,
grande no, es amplia, pero es su talla... usted es que es ancho de hombros,
se nota que hace pesas, ¿eh? - ¿Quién yo? - ¿No?
¡Quién lo diría! Cruce así los brazos, ¿a
que no le tira? porque es su talla! - Y una tallita menos? - No, sólo
me queda esa talla, tengo que recibir, pero le quedaría pequeña..
Y con esa chaqueta lo que le queda que ni pintado es
cualquiera de estas dos camisas, llévese las dos, y esta corbata
que le hace
juego con los botones... Si el dependiente es hábil te puede
vender hasta tres chaquetas: una negra, una azul y una fucsia, por si
vas a Miami. Cuando un hombre va a comprar, lo que quiere es acabar
pronto: - Deme usted unos zapatos. - ¿Color? - Negros. - ¿Número?
- Cuarenta y dos. Ya está!. Una mujer no. Si encontrara los zapatos
en la primera tienda, se le estropearía la tarde. Disfruta buscando:
Quiero un zapato mixto destalonado, tacón cubano, rojo, pero
muy rojo, con reflejos anaranjados... Toma, ¡búscalos!
De compras con una mujer, te conviertes en el hombre objeto. Concretamente,
en perchero: en la puerta del probador, sosteniéndole el bolso
y el chaquetón, cargado con cuatro conjuntos y dos combinaciones.Ella
se asoma y dice: - Cariño, dile que te de una tallita más,
y que si lo tiene en
azul. Pero eso no es lo peor de los probadores. Lo peor es saberte
rodeado de mujeres desnudas de las que sólo te separa una cortina
minúscula que se mueve continuamente. Dónde miras para
no parecer un guarro? A las cortinas ¡no! A la dependienta tampoco!
Te haces el aburrido. ¿Qué está Claudia Schiffer
en bolas en la cabina de al lado? ¡Y a mí qué! A
mí lo que me pone es el fluorescente del techo. Cuando los que
nos probamos la ropa somos nosotros, peor: - Te vas a probar éste
y éste, y aquél, y si lo tienen en rojo, también.
Y se pasa el rato descorriendo la cortina del probador para que todo
Dios te vea en calzoncillos. O te mete a la dependienta dentro y te
miran ambas como forenses en una autopsia:- Si es que como no tiene
cintura y ha sacado el culo plano de su padre...Siempre tengo el mismo
problema para encontrarle ropa. ¡Y yo la estreso! ¿Yo?
Y después de comprar, quedan satisfechas? No! Se siguen parando
en todos los escaparates: - Mira estos zapatos con tacón carrete,
y más baratos, no me tenía que haber comprado los otros,
pero como tú me metes esas risas... Una película se acaba,
los viajes al Sáhara o a Soria, también...pero si quieren
ustedes saber lo que es la eternidad, no tienen más que ir de
compras con una mujer. Ahora, que yo no se lo recomiendo.
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