Érase una vez , un príncipe tan alto que parecía un roble, tan profundo que se le comparaba con el mar, tan blanco como la nieve helada y tan hermoso como el Sol mismo. Caminaba por los bosques que rodeaban su castillo cabizbajo y pensativo tratando de buscar una manera de expresar lo que pensaba y lo que sentía. Los libros le gustaban, más le parecían muy obvios, la pintura le gustaba , pero le parecía limitada, el deporte le gustaba mucho, pero era demasiado alto para practicar alguno.
Continuó caminando sin rumbo cuando de repente encontró un ser mitad hombre y mitad mujer. Él le sonrió. El Príncipe se sentó a su lado, el paisaje era hermoso junto a ese riachuelo. El ser le dijo: ”Yo soy Strings. Te noto perturbado. ¿Qué es lo que te ocurre?”. El Príncipe le respondió: “Busco una manera de expresar mis sentimientos pero no la encuentro”. Juntos decidieron emprender el recorrido en búsqueda de su verdad.
Continuaron caminando y llegaron a una aldea pintoresca y agradable. Allí encontraron escenas tan extrañas que nunca lo hubieran imaginado: una pareja de gatos casándose en una pequeña iglesia, cometas que surcaban el cielo, pájaros volando en artefactos nunca antes vistos y un estadio en donde se desarrollaba un juego de baseball, los jugadores eran grandes conejos y el público estaba formado por niños y niñas.
A ellos esto les pareció fascinante y continuaron observando hasta que se toparon con un gentío dentro de un mercado. Había una mujer que sobresalía de los demás pues manoteaba y acompañaba sus palabras con grandes carcajadas. Traía puesto un sombrero metálico con dos cuernos y su cabello iba peinado con dos trenzas, su color era tan brillante que parecía dorado. Ella estaba entretenida discutiendo con un cliente que regateaba la mercancía, el Príncipe se acercó y defendió al pobre cliente que sudaba como loco. La mujer le dijo: “Si tienes algo que decir ve a otro lugar, no sabes lo que pasa aquí!”. El Príncipe le contestó “Si quieres expresar tus sentimientos únete a nuestra búsqueda” Ella accedió después de mucho analizar y juntos recorrieron varias aldeas y ciudades.
En una gran ciudad, conocieron en una taberna a un hombre musculoso y taciturno. El hombre les platicó que estaba cansado de la vida tan solitaria que llevaba, él necesitaba diversión y sobretodo conocer otras ciudades y otras personas. Después de consultarlo con los demás, el Príncipe accedió a invitarlo al recorrido.
Durante uno de sus viajes llegaron a una hermoso castillo. Era tan lúgubre que Strings no quería entrar, la mujer lo empujaba y peleaba. Decidieron entrar porque necesitaban refugio y comenzaron a explorar su interior: sólo había polvo, muebles viejos y telarañas por todas partes. En el último rincón del castillo encontraron un cuarto lleno de objetos antiguos. Dentro de un gran baúl había una calabaza.
El Príncipe se acercó y la tocó, segundos después
la calabaza brillaba por unos instantes. Todos hicieron lo mismo uno a uno y
la calabaza brillaba. Decidieron tocarla juntos y la calabaza brilló
más que una hoguera, más que una estrella, más que el Sol.
Se sintieron aliviados y renovados pues su búsqueda había terminado.
Habían encontrado música que los guiaría por el resto de
sus vidas...juntos.