Centrándonos en la figura de Glenn Gould, vulgarmente
conocido por cualquier aficionado medio, se ha producido
lo anteriormente citado con especial gravedad. Si bien aquí
no vamos a hablar de su técnica pianística ( por otra
parte también discutible) si vamos a denunciar su labor como
intérprete.
Resulta paradójico que uno de los pianistas más
conocidos de este siglo sea recordado especialmente por la
interpretación de obras que no fueron escritas para su instrumento,
por ejemplo, la música de Johann Sebastian
Bach. (Fue frecuente intérprete de El Clave Bien Temperado,
El Arte de la Fuga, las Variaciones Goldberg, etc.)
Muchas han sido las discusiones sobre la validez o conveniencia
de la interpretación de la música barroca al piano,
personalmente opinamos que sería aceptale una interpretación
al fortepiano, instrumento conocido y aceptado por
Bach, pero jamás en un moderno piano de cola que poco tiene
que ver con sus antecesores barrocos.
Gould también realizó grabaciones de obras
anteriores a la invención del fortepiano (por ejemplo, con música
de
Sweelinck), en este caso todavía es mayor la incongruencia:
es imposible dar una interpretación mínimamente
aceptable a una obra cuando el instrumento con el que se toca no
tiene en común con aquel al que fue destinada
más que las teclas...
Independientemente de estas consideraciones, el estilo
de Gould tocando música barroca y antigua sólamente nos
demuestra que poseía, sin duda, un gran sentido de la pulsación
y el ritmo, pero poca capacidad de penetración en
el sentido absoluto de la obra. Esto es especialmente apreciable
en las grabaciones de la obra de J.S.Bach.
Dentro de la más extendida música del
Clasicismo, la labor de Gould se limita a "tocar las notas", en mayor o
menor medida acertadamente, habida cuenta de la ligereza y carávter
de divertimento supérfluo que posee la
mayor parte de esta música. Aun así, en la lectura
de estas partituras se podrían citar otros muchos pianistas que
acentúan más las posibilidades y aciertos expresivos
de este período. Al también discutido y enriquecido por los
contratos discográficos Daniel Baremboim se le ha de reconocer,
con todo, una mayor habilidad en, por ejemplo,
todo el corpus pianístico de W.A. Mozart.
Pero el caso más execrable se produce al llegar
a la música del siglo XX: no nos importa tanto la faceta de Gould
como compositor, en tanto que su música, aparte de ser justamente
marginal, carece de cualquier innovación, está
basada en cánones románticos. De esta manera se puede
mencionar su "Cuarteto de cuerdas en cinco partes",
famosa por estar basada en cinco cánones, ya conocidos, de
J. Brahms, donde la labor de Gould se reduce
exclusivamente a la de un aburrido copista al margen de cualquier
novedad.
En las grabaciones dedicadas a la música de Schönberg
y sus contemporáneos Gould "asesina" literalmente la
portentosa capacidad expresiva de esta música, permitiéndose
añadir acentos y recursos que persiguen dar unos
matices amaneradamente románticos e inexistentes en estas
obras. Escúchese la lamentable versión de la "Suite
para piano Op. 25" de Schönberg, donde su música queda
completamente escondida tras una lectura falsa, banal y
absurda. Tan solo es medianamente destacable su interpretación
en un compositor, adorado por él: Ernest Krenek,
de escasa obra pianística, y en la música romántica,
donde, si bien resulta más efectivo, el resultado es
excesivamente exaltado y de una expresividad hueca.
Ismael Cabral
(Oclock)
María Ayerza
(Piccolina)
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de #Bach.