Se presentan aquí unas notas en las que
ofrecemos nuestra propia definición de las áreas de trabajo de un coacher. En USA, de
donde viene esta práctica profesional, se aplica este término mas ampliamente, en
casi todas las áreas de la formación y desarrollo de profesionales, comenzando por el
deporte y llegando hasta el aprendizaje de idiomas. Nuestra propuesta es más restringida,
dirigida a profesionales que necesitan refuerzo, apoyo y un interlocutor válido. Con ella
iniciamos nuestra propia elaboración sobre el desempeño profesional de un coacher.
Es una
experiencia de tipo vivencial a través de la cual se refuerzan y y se adoptan las
conductas adecuadas para obtener resultados deseados y buscados. La situación de coaching
puede establecerse entre dos personas, dentro de un grupo, con uno mismo.
Existe el rol de
coacher, que puede ser investido por un profesional pero que también puede ser un rol
circunstancial, de oportunidad. Se ejerce toda vez que una persona refuerza a otra de
forma sostenida y desde fuera de una implicación personal (en cuanto a los resultados).
La presencia de un profesional crea una situación en la que se viene extrapolando e
imitando el modelo tomado del campo del deporte. Su objetivo en el deporte es el
desempeño exitoso. Un gran atleta no tiene porqué convertirse en un gran coacher.
Un coacher es un
acompañante y/o facilitador que aporta, impulsa y fortalece un enfoque que aumenta
la potencia de los recursos del yo y que lleva a un individuo a desempeñarse con sus
niveles mas altos de eficacia. Las características de un buen coacher conjugan
competencias comunicativas con capacidades y conocimientos tanto sobre técnicas de apoyo
a la autoestima como del entorno de su cliente. Así, un directivo tiene necesidad de un
coacher que le comprenda y, que sea también indudablemente- un interlocutor válido
sobre el entorno de sus negocios o profesión. Esto significa que le pide una visión
estratégica útil a su actividad pero jamás una opinión técnica.
Es muy probable que
quien contrata a un coacher es alguien que ya ha trabajado con su ser interior y sus
conductas, tanto a través de la reflexión como de otras alternativas. Pide directamente
un refuerzo y apoyo en los puntos que necesita para su desempeño óptimo y de su propio
proceso de mejora.
La metodología es
eminentemente práctica y ayuda en el desempeño y la potenciación de competencias de
inmediata aplicación.
¿Qué diferencia al
coacher excelente de otro tipo de ayudas?. Pensamos que aparte de la empatía mutua que
debe existir con el cliente, existen denominadores comunes profesionales y personales.
Debiera ser altamente instruido, conocedor del alma humana y con experiencia profesional y
vital. Porque necesita conocer a fondo como y porqué otros hombres han jugado en
situaciones extrapolables o similares, tener la intuición muy alimentada con
observaciones y resultados de muchos otros y de sí mismo. Sólo de este modo casi nada
será nuevo para él y podrá aportar y centrar su respaldo a las conductas más
adecuadas.
Los objetivos de
trabajo frecuentes de un buen coacher están dirigidos a que su cliente pueda gestionar
eficazmente un importante volumen de tareas muy diversas, cuidando su rendimiento y
sino a su propia naturaleza. Le ayuda a encontrar un estilo de trabajo para enfrentar
situaciones cambiantes, gestionar sus recursos de todo tipo y expandir su creatividad.
El deporte y los
juegos se diferencian de las situaciones de un directivo porque los primeros tienen muy
bien acotados y definidos los límites del desempeño de un equipo y de cada persona. Las
sorpresas de un juego tienen 45 o 50 minutos para desarrollarse, en un campo de
dimensiones conocidas, entre jugadores que pueden sorprender con alguna habilidad. Eso es
todo. Por el contrario, las sorpresas no tienen límites dentro de nuestras vidas y las
consecuencias de los actos son también poco controlables.
El coaching se
diferencia de una terapia o tratamiento psicológico de apoyo en que este último está
dirigido a hacer conciente el propio conocimiento y establecer áreas de trabajo para
cambios de conductas. El coacher trabaja con las peticiones y conciencia de su cliente sin
interpretar o intentar incidir en cambios o decisiones. Es un acompañante cualificado, un
interlocutor válido para enfrentar un proyecto u objetivo claro.
El coaching se
diferencia del mentoring en que este último implica una cesión de conocimientos y
opiniones, al estilo del maestro con sus aprendices de oficios. El coaching se limita a
fortalecer aspectos del yo conductual y a orientar para profundizar ideas en torno a toma
de decisiones.
Los tres
tipos de coaching conciente y establecido son: one-to-one, para el alto rendimiento de
equipos y el auto-coaching. El primero puede ser o. Existe también el coaching que
conduce a la formación de formadores. Este último es muy sutil y su diferencia solo la
establece nuestro cliente. En realidad, todo profesional con aceptación, credibilidad,
conciencia y desempeño pleno de su lugar y responsabilidad es, sin lugar a dudas,
también un coacher de quienes acuden a él.
Barcelona, mayo 2002