Gestión del tiempo perdido:  creatividad y la innovación 

Por Lila Fiorini [email protected]

 

En este artículo se propone dejar atrás las prácticas tayloristas que aún rigen nuestras organizaciones. Llegar a algún consenso para que se entienda que productividad es un valor social que deviene del ejercicio de la creatividad y la innovación.

¿Sería socialmente útil y eficaz proponer una gestión del tiempo directivo y de los trabajadores algo diferente a la que practicamos por estas latitudes?. Por ejemplo, que ponga énfasis en la diversidad de estilos de trabajos y que no tenga como único eje la productividad inmediata de una empresa sino la creatividad, la aportación de valor por parte de los trabajadores y también la consideración de razones sociales. Y esto último, muy por encima de la conveniencia de un sector de actividad o de una empresa específica.

Nos gustaría sugerir una reflexión orientada a la práctica de una gestión del tiempo diseñada con un marco de referencia muy amplio. Adaptada al entorno europeo y a los tiempos que corren.  Que abandone un poco al  “time management” que puso en todos los escritorios agendas planificadoras, posts-it y muchos otros pequeños materiales. Y,  hasta llegó a tener una imagen pública, aquella del “yuppi” fantástico de la década 1980-90.

No es vano el nuevo estereotipo de eficacia. Y, aunque los estereotipos no explican un concepto, son al menos un acercamiento generalista que contiene algo de la realidad imperante. Las revistas y spots publicitarios nos remiten a el que está de moda en los países que exportan innovación. Hoy son  los “bobos” (bourgeois boheme),  jóvenes y no tan jóvenes, de aspecto despreocupado y deportivo, eficaces fundadores de  los diferentes “silicon valleys” del planeta, deportivos gestores de un tiempo personal diferente, creativo y no burocratizado....   

Recordemos las concepciones tayloristas de la organización del trabajo y, es posible, que reconozcamos en ellas muchos aspectos que son  habituales en nuestro ámbito laboral.  En España, gran parte de la población trabajadora ha pasado a recibir parte de su retribución sobre la base de la relación productividad/hora. Ello es común en subcontrataciones y sin embargo, las estadísticas informan que los resultados finales de  muchos sectores están por debajo de los países avanzados de Europa.  Los directivos y mandos  intermedios, ellos también tienen jornadas reales que exceden las 40 horas semanales y una vida laboral con pocas esperanzas de llegar a extenderse después de llegar a los  50 años.  La explicación fácil es que todo ello es inherente a la necesaria competitividad de las empresas de este país....

  Pero, y, ¿qué es la competitividad?. Desde luego, no es un problema que atañe a una empresa específica, sino a una sociedad o a un sistema social en su conjunto.

  Otro aspecto en el que también las estadísticas españolas nos muestran  diferencias negativas en absentismo y bajas laborales.  Existe estrés y enfermedades que provienen de él. También aislamiento y soledad de muchos que no han encontrado tiempo suficiente para mantener o rehacer  una vida familiar o social adecuadas. Todo ello tiene consecuencias cuantificables en la disminución  de sus capacidades laborales y de su salud. Y, aún mas, la consecuencia de ser realmente poco competitivo, situación que se refleja en la desaparición de muchas pymes, por incapacidad de tomarse el tiempo necesario para desarrollar  la creatividad  y dar paso a nuevos proyectos.  O, finalmente,  tener el dudoso privilegio de ser el país con uno de los mercados laborales mas pequeños de Europa (en relación al total de la población española) y una de las participaciones femeninas más bajas....¿Podemos seguir hablando de un mismo concepto de competitividad vinculado al de productividad?.

Desde la época del taylorismo hasta el presente han surgido nuevos modelos de organización. La sociedad del bienestar, la reciente semana de 35 horas en otros países y muchos otras  maneras de trabajar, de dar paso a la discriminación positiva para mejorar el acceso de la mujer al trabajo, así como medidas referidas al cuidado de los puestos de trabajo para personas maduras. Estos últimos son algunos ejemplos que  pueden inspirar a nuestra sociedad a un comportamiento diferente en la gestión del tiempo del directivo y de los demás trabajadores.  Porque, no son más horas ni salarios más bajos los que darán como resultado a empresas más competitivas

Existe el tópico –posiblemente justificado- referido a la inventiva latina, a la capacidad de improvisación, de respuesta rápida y fácil. Pero, ¿dónde están las innovaciones, la creatividad en alto grado, los descubrimientos que empujan la productividad?. El sur de Europa tiene magníficos artistas,  talentosos creadores de diseño y moda, excelente profesionales en todas las áreas, pero ¿y las empresas altamente innovadoras y  la investigación aplicada que amplíen el mercado de trabajo con empresas altamente competitivas y globales? Son pocas,.....seguramente, porque....¡ no hay tiempo!  Y hay que vivir siguiendo una muy apretada agenda. ¿O no?.

 

 Barcelona, noviembre 2001

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