SEGMENTACIONES SOCIALES Y PROCESOS SEMIÓTICOS. LA DIALÉCTICA BASE-SUPERESTRUCTURA
Lic. Adrián López. UNSA
"Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir. (Por eso) …, las elecciones que cuentan son las que ocurren antes o después de cualquier escuela …"
Ítalo Calvino
"… (No) podía saber que un día la experiencia de (cierta) herida tendría que incluir … responder (por el otro): no responder en su lugar o en su nombre, lo cual siempre será imposible o injustificable, … sino hablar una vez más de-él-por-él …"
Jackie Eliahou Derrida
Las cuestiones que nos interesan plantear son, por un lado, mostrar que dicha interacción acaba por ser más sutil, compleja, dinámica y variada de lo que enunciaron los marxismos políticos, los marxismos filosóficos y las diversas corrientes contemporáneas del pensamiento que la referenciaron (cf. infra). Por otro lado, que la conocida imagen del edificio sobre sus cimientos no agota los intrincados nexos entre ambas esferas sociales, siendo factible postular "eidolas" menos deterministas. Finalmente, si bien hay que poner en suspenso el causacionismo lineal que atravesó la exposición de la dialéctica entre tales ambientes, que se pueda predicar que, en los colectivos que existieron al presente, aquélla discurre según un materialismo estrecho, cuasi-mecanicista, no envuelve a la teoría misma en un pensamiento no complejo. Antes de Morin, Marx llevó a cabo un paradigma de la complejidad.
Como sabemos, la tradición política marxista (a la que denominaremos "ortodoxa") no tuvo ocasión de esbozar una interacción entre base y superestructura sutil, compleja, no mecanicista ni determinista, ya que algunos de los textos principales de Marx sólo se conocieron en la época de Stalin (ése es el caso de los Grundrisse). La vertiente filosófica, desde Gramsci a Althusser, intentó ofrecer una versión menos metafísica, pero en su empresa tuvo que diferenciar entre un Marx idealista y otro "maduro". Por su lado, Foucault y Guattari aconsejaron abandonar dicha dialéctica por considerarla sencilla en relación con el funcionamiento del poder y en conexión con los procesos de heterogénesis libertaria. Bourdieu cree que la interacción entre estructuras estructuradas y subjetivas, y estructuras estructurantes y objetivas (habitus) es una opción menos rígida que una dialéctica erosionada completamente. Los post-modernos (Castoriadis, Baudrillard, Morin, Lyotard, Vattimo) y los anti-marxistas (von Hayek, Schumpeter, Paul Veyne, Aries, Giddens) poco dejan "vivo" del pensamiento, todavía actual, del exiliado en Inglaterra. Uno de sus "flancos" preferidos de ataque es el de la interacción en juego, a la que acusan de hipótesis poco atinada. Por su lado, la Escuela de Frankfurt, que ha sido evaluada por muchos como una intersección fructífera entre Marx y Freud, terminó por ser una revisión "a fondo" de las tesis más caras a una teoría social crítica con vocación insurgente: Habermas declara que se atreverá a esclarecer a Marx de una forma que él mismo no consiguió en sus escritos. En ese proceso, el "tratado" materialista de insumisión se convierte en una teoría de la acción comunicativa que se inserta cómodamente en la legalidad parlamentaria de una "izquierda" liberal.
Por último, Toni Negri, en su afán de presentar otros perfiles del crítico germano, acaba por negar la eficacia de innumerables conceptos, entre los que se cuentan aquellos intervinientes en la dialéctica en liza.
Ahora bien, en la oportunidad se mencionan los distintos "zócalos" discursivos desde los cuales ya se habló de la dialéctica base-superestructura, con el objeto de que, a través de la explicitación de los tópicos que encierran a Marx en lecturas canónicas, se aprecie lo nuevo que aun queda por decir de un objeto que fue polemizado hasta los límites del interés.
En lo que cabe al tema de investigación, el análisis semio-semántico de los Grundrisse que hemos realizado hasta el momento, y teniendo en perspectiva lo que se afirmó en el accidentado siglo XX acerca de la dialéctica base-superestructura, nos conduce a afirmar que:
Por otro lado, según la concepción emancipatoria de Marx los hombres se encuentran presos en la base y sobreestructura, entre "basis" y superestructura. Todo parece suceder como si lo inmaterial, lo simbólico de la superestructura tuviese que encontrar su correlato material, concreto, y como si la contundencia de la base tuviera que, a su vez, expresarse en superestructura. Es decir, lo semiótico supraestructural demuestra su inmaterialidad y tiene efectos materiales en lo humano, a través de la densidad de lo concreto (f. e., una religión en el edificio de su iglesia); la dureza de la base tiende a manifestarse en lo sutil de lo abstracto y a multiplicar sus consecuencias por medio de él (f. i., los precios, el dinero):
De acuerdo a lo anterior, es dable postular una primera hipótesis (g), desglosada en estratos internos:
g- Los procesos citados se repiten al interior de cada una de las esferas: la base suscita movimientos de simbolización o de superestructuración semiótica en su propio terreno (por ejemplo, el capital se "virtualiza" en los juegos de bolsa). Esa superestructuración de la base dentro de sus dominios, puede tener lugar con supuestos:
gi- inmateriales y con efectos de idéntico tenor (el dinero y su poder "religioso");
gii- inmateriales que inducen consecuencias materiales (las apuestas en el mercado de valores, que son factibles por una internalización-naturalización de las ficciones económicas, son una de las causas de las crisis cíclicas);
giii- de una realidad cruda que suscitan derroteros simbólicos (la explotación-sujeción que acumula plusvalía, captura el dinero que se deposita en los bancos).
Asimismo, la base cuenta con un devenir adicional en el que componentes materiales originan "declinaciones" materiales (el movimiento no idealista de la producción y el tesoro como su resultado).
Por añadidura, la hiperestructura "basifica" sus procesos simbólicos y de institucionalización ya sea con elementos:
giv- materiales que tendrán giros abstractos (las fuerzas armadas y el fervor nacionalista que extienden);
gv- concretos que gestarán efectos específicos (el Estado y su violencia);
gvi- abstractos que suscitarán consecuencias reales (el reconocimiento de la riqueza se afinca en genuinos signos materiales de ostentación);
Al igual que la base, la superestructura posee una combinación consistente en que fragmentos abstractos detentan perfiles inmateriales (el Derecho en curso, cuyo núcleo es la propiedad privada, se "duplica" en los Derechos Humanos).
gvii- la semiotización e institucionalización que acaecen en la superestructura se autoconcede consistencia y cohesión (I), y a su vez se las dona a la base (II), y a la dialéctica disruptiva entre esos dos ambientes (III).
Un gráfico (1) sintetiza lo hasta aquí expuesto:
Por añadidura, los "pares" especificados operan también a manera de registros de análisis en fenómenos propios de la base o de la esfera vinculada a ella. Es decir, un acontecimiento de la superestructura debe estudiarse explicitando los efectos inmateriales de un sustrato cualquiera, etc., de acuerdo a su combinatoria peculiar (2):
A raíz de lo precedente, un "modelo" posible que "representara" la interacción dialéctica base-superestructura allende la imagen estereotipada del edificio y sus cimientos, sería otra en la cual una esfera, a través de su desdoblamiento en la correlacionada con ella, conduce a ésta y la misma, en un "retorcimiento" o "bucle", a la primera. Otro diagrama (3) cartografiaría lo enunciado:
En cierta manera, la "basis" sería súper-estructura al nivel de lo material, y "súper-base" en el registro de lo institucional y semiótico; al mismo tiempo, lo hiperestructurado sería una clase de base en el plano de lo inmaterial, y base en el estrato de lo concreto.
Por cuanto la superestructura se invagina en la "basis" y viceversa, es factible distinguir entre "zonas" de la base y de la superestructura que se comportan de acuerdo a los patrones "clásicos" (en cuya perspectiva la "basis" sólo sería infraestructura y la hiperestructura nada más que lo significado en su lexema), y "regiones" conformadas según la dinámica del desdoblamiento (cf. supra).
De ahí que se torne factible enunciar una segunda hipótesis (h), también desgranada:
hi- Así, señalamos que la base detenta cinco regiones "internas" (4), a saber:
hii- Por su lado, la superestructura posee una disposición análoga (5):
Según un cuadro de doble entrada (6), tenemos:
Las "regiones" de la base y de la sobreestructura que detallamos, son criterios analíticos que ayudan a desmenuzar un proceso en sus "niveles": para que el estudio de un acontecimiento de la base (f. i., la acumulación de capital) o de la superestructura (v. g., la incidencia de los prejuicios, etc. en la praxis) sea integral, debe realizarse de acuerdo con las indicaciones especificadas.
Por lo tanto, existen cuatro criterios metodológicos orientados al análisis de los acontecimientos de la base y de la esfera correlacionada:ii- cuando un mismo acontecimiento es pensado según sus disímiles efectos en lo material o semiótico (cf. cuadro 2);
iii- cuando un proceso que pertenece en general a tal o cual de los dos ambientes en liza, se ubica en la "zona" de la "basis" o de lo superestructurado que corresponda (cf. cuadro de los ítems 4 y 5);
iv- cuando procedemos a "segmentar" un suceso, que pertenezca a determinada "región" de las esferas en juego, respetando las combinaciones del cuadro 6.
De acuerdo a lo sugerido en las hipótesis, se desprende que los individuos, al no controlar la praxis y sus poderes antitéticos, encauzan sus esfuerzos en la estructura y su capacidad de aprehensión semiótica en la superestructura. Sin duda, las dos grandes escansiones de lo colectivo poseen el mismo grado de rigidez, pero la "basis" cristaliza los productos de la acción, en especial, los del trabajo, y la superestructura aquitina los resultados de la inteligencia comunitaria y las semiosis, originando instituciones, discursos, ideologías, etc. difíciles de alterar o subvertir. Tales elementos de lo social operan entonces, a modo de topicalizaciones acerca del mundo o como "imágenes" que son "megas" cristalizaciones de la vida. Si insiste un empobrecimiento de la sociedad es porque los hombres objetivan sus potencias "internas" (imaginación, deseos, sueños, etc.), sus vínculos con el otro y con lo otro, y sus energías externas (medios de producción, tipos de organización institucional, formas de propiedad, etc.), de modos un tanto distorsionados. Surgen las condiciones para que esos poderes se "momifiquen", espectralicen en "fantasmas opresivos", se objetiven, "econosolidifiquen", fetichicen, ontoligicen y "econosifiquen" en base y superestructura. Dada esa "pérdida de retorno", los ambientes mencionados, refuerzan el materialismo cuasi-determinista/mecanicista de las colectividades anteriores a su reconstrucción libertaria. Una mayoría está empujada a un condicionamiento angustiante en la solución de los problemas de continuidad en el mundo; la complejidad de lo humano es reducida a las estrecheces de lo constituido en esferas opuestas y tensionadas (cf. infra). De ahí que concluyamos que:
c- por último, si la dialéctica base-superestructura y si la economía son alienaciones del poder humano para crear y significar, una sociedad libertaria tendría que disolver lo económico en tanto que ámbito autorefencial y la interacción pre-formada en escena.
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