VII JORNADAS REGIONALES DE INVESTIGACIÓN EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
S9.-
SIMPOSIO
Enfoques políticos de la semióticaCoordinador: JUAN MAGARIÑOS DE MORENTIN (UNJu)
LA SEMIÓTICA Y SU PODER PARA DES-SEDIMENTAR EL DISCURSO ACADÉMICO
Profesora Susana Montaldo
Universidad Nacional de Tucumán
9 al 11 de Octubre de 2002
Universidad Nacional de Jujuy
La Semiótica y su poder para des-sedimentar el discurso académico
Prof. Susana Montaldo- UNT*
Introducción
Las instituciones universitarias han ganado en los últimos tiempos un protagonismo doble y contradictorio en Latinoamérica. Son revalorizadas como espacios científicos por excelencia pero enfrentan al mismo tiempo un cuestionamiento sostenido de la eficiencia en su desempeño. Por ende, es preciso desarrollar bases teóricas y metodológicas que permitan construir categorías conceptuales y herramientas de análisis que den la posibilidad de identificar y proponer organizadores del discurso pedagógico -y su articulación con las políticas educativas y las estructuras institucionales- que favorezcan el logro de niveles de calidad en la formación profesional y el trabajo docente.
De allí que el propósito de este trabajo sea articular la preocupación de la Universidad por resolver sus debilidades con el aporte que la Semiótica puede brindar a la labor académica, ante la necesidad que experimentamos aquellos que estamos involucrados en su desarrollo, de dar respuestas tendientes a generar, desde las instituciones educativas, nuevas formas de relación con el conocimiento y la sociedad que propicien la búsqueda solidaria de soluciones para los desafíos de nuestro cotidiano vivir.
El mundo académico
Las instituciones de educación superior juegan un papel clave en la actual etapa histórica en que el desarrollo económico y social es concebido bajo el nuevo paradigma tecnológico basado en el poder del conocimiento y el manejo adecuado de la información. Son las universidades las que –en el cumplimiento de sus funciones básicas: docencia, investigación y extensión- generan y difunden el conocimiento. El modo de realización de dichas funciones presenta exigencias de orden epistemológico, político y ético, que condicionan el logro de determinados resultados.
El conocimiento es la matriz en torno al cual se organizan las instituciones de educación superior. Los actores y las prácticas que tienen lugar en ellas se integran alrededor de los muy diversos cuerpos de conocimiento. "El trabajo académico tiene su raigambre en la evolución de las disciplinas y las profesiones, las que constituyen los cimientos sobre los cuales se construye el edificio universitario. Cada una de ellas es portadora de ideas, estilos intelectuales y tradiciones particulares que orientan sus esfuerzos y le otorgan prestigios diferenciales" (Clark, 1992:.42) 1
El departamento, la cátedra o el instituto son simultáneamente parte de la disciplina y parte del establecimiento, de cuya combinación deriva su fuerza configuradora del campo específico y de las identidades profesionales que en ellas se forman. En su desarrollo histórico los grupos académicos van conformando categorías de conocimiento con los que definen- en la disciplina y en las instituciones educativas- la existencia y la legitimidad de ciertos tipos de saber. A partir de ellos se definirá lo que se enseña y lo que se investiga en cada unidad académica. Los límites de la representación- que son también los límites de la estructuración de lo social- son constitutivos, no hay un objeto, universidad, carrera, que pueda ser aprehendido de modo inequívoco. Hay sólo lógicas estructurantes y desestructurantes que se subvierten mutuamente y que no confluyen en ningún punto de articulación que pudiera hacerlos acceder a la positividad del objeto.
El proceso tendiente a lograr la hegemonía de determinada interpretación acerca del campo disciplinar, es el resultado de una competición por el dominio del campo simbólico. Las culturas disciplinarias contribuyen a la proliferación de patrones de pensamiento, a la construcción de un imaginario acerca del trabajo e identidad profesional, que se constituye en una fuente de referencia para definir lo aceptable o no en las áreas de docencia, investigación y servicio.
La organización académica tiene una faceta simbólica muy potente, sus diferentes sitios y roles generan creencias. "Las principales entidades sociales tienen siempre un aspecto simbólico, una cultura, así como una estructura social, ciertos relatos y creencias compartidos que coadyuvan a que los participantes definan quiénes son, qué hacen, por qué lo hacen". (Clark, 1992:113) 2
Según Verón, en esto radica precisamente el "efecto de poder" de un discurso, en su capacidad de poner en marcha un mecanismo de creencia, una adhesión. La creencia que generan las disciplinas y los espacios curriculares en los que ellas se desmembran, es que cada uno de ellos constituye una "entidad necesaria", vinculada a la "naturaleza esencial" de ese conocimiento disciplinar. Se opera así un uso "cristalizado" del conocimiento, en el sentido de un cuerpo de conceptos con contenidos y relaciones específicas y definidas de una vez, que deriva en un pensamiento "cerrado" que no se abre a lo posible, lo incierto y obtura de ese modo la posibilidad de articular conocimiento y futuro. De allí la gran dificultad para introducir cambios curriculares en las carreras que presentan su plan de estudio como un todo compacto, como la única versión legitimada por la historia, con la que se construye la disciplina. Si a esto se suma la escasa conexión que a menudo presenta la Universidad con las demandas sociales, se puede comprender porque los planes de estudio se vuelven casi totalmente impermeables.
Esto nos aproxima al concepto de "hegemonía" de Laclau, en cuanto "capacidad que adquiere un discurso para asumir la representación de una universalidad con la que es estrictamente inconmensurable." (Laclau, 2002: 361) 3 Y aquí juegan un papel fundamental las instituciones universitarias, ya que las distintas perspectivas teóricas alcanzan su hegemonía cuando logran inscribirse en el mundo universitario mediante la utilización de estrategias eficaces que les permitan, por ejemplo, ingresar cabalgando sobre una disciplina tradicional, como el caso del estructuralismo que pudo penetrar a través de la antropología, o bien, a través de la invención de un "nuevo objeto de estudio" .
La semiótica y su poder para des-sedimentar el discurso académico
Ahora cabe la pregunta. ¿ La Semiótica, cómo puede contribuir a modificar este estado de situación y evitar la esclerosis del conocimiento? ¿Tiene poder para des-sedimentar el discurso académico? Para responder a estos interrogantes es necesario explicitar, en primer lugar, qué se entiende por Semiótica en este trabajo. Hay una multiplicidad de acepciones en torno a ella. Me gustaría comenzar diciendo que la Semiótica es un juego. Esta afirmación podrá parecer ingenua o presuntuosa, sin embargo, al tratar de explorar las condiciones de la significación, la semiótica se parece a un juego de desmontaje que tiene como objetivo explorar las raíces del sentido. Es la lucha contra lo obvio. Es el estudio y la toma de conciencia de los signos y de las relaciones que pasan desapercibidas en los procesos de comunicación y significación en los que estamos sumergidos constantemente. La Semiótica no trata de buscar "la" verdadera significación de un texto, ni de encontrar un sentido oculto, escondido, sino que intenta poner de manifiesto lo implícito y resolver cuestiones tales como: ¿qué hace posible la significación que manifiestan textos, imágenes y conductas en una determinada situación? ¿qué juego de relaciones mantienen entre ellos en virtud de las cuales producen tales efectos de sentido?
Por otra parte, la semiótica peirceana es descripta como un metalenguaje instrumental donde el juego de los signos o semiosis no es tanto el objeto como el método de producción del análisis de todo signo. Es decir, un metalenguaje teórico-crítico respecto del universo de sentido que ella se da como objeto de análisis y del cual se propone producir una explicación.
"Las tesis básicas de la epistemología peirceana -afirma Gérard Deladalle-pueden reducirse a las siguientes proposiciones:
Estas tres tesis o axiomas dan cuenta de una nueva racionalidad de la que deriva un cuestionamiento a la clásica concepción de investigación científica. Si el signo-representamen es primero y su objeto es construido por un signo-interpretante, la ciencia no puede descubrir nada, sino solamente inventar. Con esta postura epistemológica, la semiótica propicia un pensamiento flexible y problematizador, abierto a lo incierto, a lo posible, capaz de meterse en la historia, dialogando con su propia dinámica. En consecuencia, permite operar una doble articulación entre conocimiento e historia y entre conocimiento y futuro.
En este trabajo, siguiendo a Magariños de Morentín, se considera a la Semiótica "como una teoría y una práctica profesional analítica y productiva" (Magariños,1996:8) 5 que proporciona las operaciones mediante las cuales pueda realizarse la "arqueología" foucaultiana capaz de romper la dura corteza de una ciencia que se encarniza en existir bajo la forma de una disciplina esencial, originaria, reproductora fiel y certera de una "realidad en sí", y operar el desocultamiento escudriñando la dimensión histórica, plural y discursiva del conocimiento.
En este sentido, la Semiótica ofrece instrumentos teóricos y metodológicos para el análisis y producción de prácticas académicas que permite a estudiantes y profesores relacionarse con el conocimiento como producto de una construcción en la que pueden participar activamente, produciendo al mismo tiempo una traducción y reconstrucción discursiva (a partir de señales, signos, símbolos.) tendiente a tematizar lo "naturalizado", a des-sedimentar la información cristalizada y alienada. Posibilita asimismo, contextualizar y totalizar saberes hasta ahora fragmentarios y compartimentados, al "hacer visible" las huellas del proceso histórico de atribución de significados, así como el tipo de vínculos, contratos y servicios que establecen con la comunidad. También puede ser eficaz para proponer nuevas formas de intervención tendientes a producir los efectos deseables.
Charles Sanders Peirce, uno de los fundadores de la Semiótica, señala que la problemática fundamental de ésta, es "la de las relaciones entre la producción del sentido, la construcción de lo real y el funcionamiento de la sociedad."(Verón,1987:120)
Precisamente uno de los factores de debilitamiento y crisis de las instituciones en nuestro país, se encuentra en las "formas de abordar la realidad", al encontrarse el escenario dominado por concepciones de marcado perfil "conservador", que se apoyan en un uso "cristalizado" de la teoría que termina cancelando la posibilidad de articular conocimiento y futuro. El desafío importante es cómo mejorar el nivel de nuestra enseñanza, de nuestros conocimientos, para que la universidad pueda seguir siendo un ámbito cultural en el sentido de intensificar el aspecto de crítica colectiva, de la propia profesión y de la realidad que la circunda, a la vez que producir un impacto favorable en la sociedad a través de la transferencia de servicios y de los ideales sociales y culturales que encarna y promueve.
En ese sentido cobra especial relevancia la "ofensiva epistemológica" 6 que pueda desplegar la Semiótica en la universidad -en cuanto institución tradicionalmente responsable de la formación de identidades individuales y colectivas- desarrollando un pensamiento crítico y creativo capaz de imaginar, a partir de las opciones disponibles, la construcción de un futuro posible a partir de lo "real" de hoy. La Semiótica como estrategia pedagógico didáctica ofrece herramientas eficaces para que profesores y estudiantes puedan operar con el conocimiento en cuanto objetividad inacabada, en constante tensión entre lo contingente y lo necesario, abriendo un campo de acciones alternativas capaces de crear realidades. Si la Semiótica puede contribuir a que el conocimiento que se genera en la universidad se construya a partir de descubrir la potencialidad de esa realidad incompleta que se está viviendo y en la que se actúa, enseñará a "construir historia" y cumplirá así con su función política
Notas
1 CLARK, BURTON R. (1992) El sistema de educación superior. Una visión comparativa de la organización académica. Ed. Universidad Autónoma Metropolitana, Nueva Imagen, Universidad Futura, México. Pag. 42.2 Ibíd.., pag. 113.
3 LACLAU, ERNESTO (2002) El análisis político del discurso: entre la teoría de la hegemonía y la retórica, en: Revista de Signis /2. Ed. Gedisa, Barcelona. Pag.361 4 DELADALLE, GÉRARD (1996) Leer a Peirce hoy. Ed. Gedisa, Barcelona. Pag. 1645 MAGARIÑOS DE MORENTIN, JUAN A. (1996) Los fundamentos lógicos de la semiótica y su práctica. Ed. Edicial, Buenos Aires. Pag. 8.
6 VERÓN, ELISEO (1987) La Semiosis Social. Ed. Gedisa; Buenos Aires. Pag. 120.
7 ZEMELMAN, HUGO (2000) Problemas antropológicos y utópicos del conocimiento. El Colegio de México. Centro de Estudios Sociológicos. México.