SEMIOLOGÍA DEL MUNDO ANIMAL
Francisco Umpiérrez
Introducción
Al igual que en la representación religiosa se concibe el hombre como unidad de cuerpo y alma, que en la representación lingüística se concibe la palabra como unidad de significante y significado, y que en la representación económica se concibe la mercancía como unidad de valor de uso y valor, del mismo modo en la representación semiótica los objetos del mundo (personas, animales y cosas) deben concebirse como unidad de cuerpo y apariencia. Y al igual que para la teología es crucial demostrar el modo de existencia independiente del alma respecto del cuerpo, y para la crítica de la economía política es crucial demostrar cómo el valor se separa del valor de uso hasta objetivarse en forma de dinero, del mismo modo para la semiótica es crucial demostrar como el valor aparente se separa del valor corporal hasta objetivarse en forma de significante lingüístico.
A continuación pongo a disposición del lector dos análisis sobre la semiología del mundo animal: uno versa sobre la vida de la serpiente cola de lombriz, y el otro sobre la vida de la víbora del desierto. Ambos análisis servirán para atestiguar la verdad de la tesis que defiendo, que en la esfera de la semiología los objetos se presentan como unidad de dos caras: valor corporal y valor aparente (o valor referencial). También se demostrará que en estos fenómenos semiológicos del mundo animal se da el primer paso en la separación y sustantivación del valor aparente respecto del valor corporal. Al igual que en ciertas religiones una misma alma puede habitar en dos cuerpos distintos, se demostrará que en la vida de la serpiente cola de lombriz y en la de la víbora del desierto un mismo valor aparente, una misma apariencia, puede habitar en dos cuerpos diferentes.
La serpiente cola de lombriz
El mundo animal está lleno de maravillosos fenómenos semiológicos dignos de estudio y de análisis. La ventaja de estos análisis estriba en que estos fenómenos semiológicos son miles de veces más sencillos que los que podemos encontrar en el mundo humano, circunstancia que nos permite elaborar los primeros conceptos de la Semiología con relativa claridad y precisión. Hoy nos centraremos en la semiología vinculada a la vida de la serpiente cola de lombriz, una serpiente que se ayuda de la apariencia de su cola para cazar ranas.
La serpiente cola de lombriz necesita alimentarse para poder vivir. Si no se alimenta, se muere. Pero los alimentos no le caen del cielo ni se los entrega gratuitamente la naturaleza, tiene que luchar duro para obtenerlos. Supongamos, pues, que nuestra serpiente acuciada por el hambre sale de cacería, y que a los pocos instantes localiza una rana. Pero para cazarla, la víbora del desierto no se desliza sigilosamente hacia ella y la devora, puesto que la rana nada más verla huiría, sino que hace uso de una estratagema más compleja: en vez de que el depredador se acerque a su presa, hace que la presa se acerque al depredador.
¿Cómo se logra que una presa se aproxime a su depredador? Sólo si el depredador es capaz de engañar a la presa. ¿Cómo engaña entonces nuestra serpiente a la rana? Haciendo uso de dos mecanismos semiológicos: el camuflaje y el señuelo. La serpiente inmoviliza y entierra la mayor parte de su cuerpo entre la hojarasca hasta hacerse imperceptible, a excepción de la cola que la mueve como una lombriz. Al cambiar su apariencia de serpiente por su apariencia de lombriz, la serpiente cambia momentánea y aparentemente su papel de cazador por el papel de presa. Por su parte, la rana, que antes desempeñaba el papel de presa, pasa a desempeñar el papel de cazador. Y así, en su papel de cazador, la rana se lanza a la caza de la supuesta lombriz. Pero antes de que la rana llegue a morder a la aparente lombriz, la serpiente con un movimiento rápido captura a la rana.
Dejemos de lado la táctica del camuflaje y centrémonos en la táctica del señuelo. ¿Cuál es su esencia semiológica? Que una serpiente aparece ante una rana como una lombriz, que un animal determinado adquiere la apariencia de otro animal determinado. De lo que deducimos que la serpiente tiene dos valores aparentes: el de serpiente y el de lombriz. Pero uno de esos valores aparentes es verdadero y el otro es falso. La apariencia de serpiente de la serpiente es verdadera porque el valor aparente de serpiente se corresponde con el valor corporal de serpiente. Mientras que la apariencia de lombriz de la serpiente es falsa porque el valor aparente de lombriz no se corresponde con el valor corporal de serpiente.
Es un hecho regular de la vida que el valor aparente de lombriz vaya unido al valor corporal de una lombriz. Así cuando la rana caza a una lombriz y se la come, se come el cuerpo de una lombriz. Pero en ciertas ocasiones, cuando la serpiente cola de lombriz intenta engañar a la rana, el valor aparente de lombriz va unido al valor corporal de una serpiente. En estos casos, la rana resulta cazada por la serpiente. De ahí deducimos que el valor aparente de lombriz existe en dos cuerpos diferentes: en el suyo propio y en uno ajeno, en el cuerpo de la serpiente.
Conclusiones
Los animales, en tanto seres semiológicos, deben ser considerados como unidades de dos caras: cuerpo y apariencia, valor corporal y valor aparente. El valor corporal es el valor que tiene un ser por su utilidad práctica. Por ejemplo, el valor corporal de la rana es ser medio de subsistencia de la serpiente, ser un ingrediente necesario para la afirmación de la existencia de la serpiente. Mientras que por valor aparente o valor referencial entenderemos el conjunto de referencias que constituye la identidad de un objeto. Cada cuerpo tiene su propio valor aparente, esto es, su propia identidad. La rana tiene apariencia de rana y la serpiente apariencia de serpiente. Pero la serpiente, además de su valor aparente de serpiente, tiene el valor aparente de una lombriz. Pero si bien su valor aparente de serpiente le viene dado, su apariencia de lombriz tiene que producirla. El tamaño y el color de su cola le ayudan a obtener el valor aparente de lombriz, pero para producir esta apariencia tiene que reducir su apariencia de serpiente a cero, transformarla en apariencia de hojarascas, y mover su cola como una lombriz.
Por su parte, la lombriz tiene apariencia de lombriz. Pero el valor aparente de lombriz no sólo existe en el cuerpo de la lombriz, sino también existe en un cuerpo ajeno, en el cuerpo de una serpiente. Este hecho nos permitirá definir las dos formas de existencia de los valores referenciales: cuando un valor aparente existe en cuerpo propio, la apariencia de lombriz existiendo en un cuerpo de lombriz, diremos que el valor aparente existe en forma real, mientras que cuando un valor aparente exista en cuerpo ajeno, el valor aparente de lombriz existiendo en el cuerpo de serpiente, diremos que el valor aparente existe en forma de imagen.
Comparemos este modo de expresión, el constituido por el cuerpo de lombriz y la apariencia de lombriz existiendo en el cuerpo de serpiente, con otro modo de expresión y estudiemos las diferencias. Pongamos una manzana delante de un espejo. El valor aparente de la manzana existe en dos cuerpos diferentes: en el suyo propio y en uno ajeno, en el cristal del espejo. Pero en este caso el valor aparente de manzana existiendo en el cristal del espejo es producido por la propia manzana, que desempeña el papel de objeto expresado o reflejado. Mientras que en el caso que estudiamos, la apariencia de lombriz existiendo en el cuerpo de la serpiente no es producida por el objeto expresado, la propia lombriz, sino por el medio de expresión, la serpiente. También ocurre, en el caso del espejo, que la manzana tiene que estar presente para que se produzca la imagen de la manzana, mientras que en el caso que estudiamos la lombriz no tiene que estar presente para la que serpiente produzca la imagen de una lombriz. En suma, en el caso que analizamos la expresión, esto es, el valor aparente de lombriz existiendo en el cuerpo de la serpiente, ha logrado su independencia frente al objeto expresado, mientras que en el caso de espejo esta independencia no es posible.
La víbora y la salamanquesa
La víbora del desierto, como el resto de los animales, necesita alimentarse para poder vivir. Uno de sus alimentos predilectos es la salamanquesa. Pero las salamanquesas no son nada fáciles de atrapar: cada vez que ven aproximarse a una víbora, se sumergen en la arena como si fuera agua. De ahí que la víbora del desierto tenga que recurrir a una treta semiológica para capturar a tal escurridiza presa: entierran todo su cuerpo en la arena, a excepción de la cabeza que deja a ras del suelo, hasta quedar totalmente oculta. Después levanta su cola simulando ser (aparentando ser) una brizna de hierba. A la salamanquesa no le gusta la brizna de hierba, pero a la hormiga sí. Y a su vez a la salamanquesa le encanta comer hormigas. Dado este estado de cosas, todo ocurre con rapidez: la hormiga va en busca de la brizna de hierba, la salamanquesa va en busca de la hormiga, y la víbora del desierto captura a la salamanquesa.
Análisis semiológico
La víbora es el depredador y la salamanquesa es la presa. Pero el proceso de captura de la salamanquesa por parte de la víbora no transcurre de una manera inmediata, con la persecución de la salamanquesa por parte de la víbora y su posterior captura, sino de una manera mediata, mediante un proceso semiológico. Hay que anotar aquí que el proceso semiológico forma parte de un proceso práctico, en concreto, de un proceso de cacería. Como la víbora no puede capturar a la salamanquesa aproximándose a ésta, debe buscar la manera de que sea la salamanquesa quien se aproxime a ella. Pero para que la salamanquesa se aproxime al lugar donde está la víbora, deben cumplirse dos condiciones: una, que la víbora no se vea, y dos, que en el lugar donde está la víbora haya algo que atraiga a la salamanquesa. Para que la víbora no se vea, es suficiente con que entierre todo su cuerpo bajo la arena y deja la cabeza fuera a ras del suelo. Y para que la salamanquesa se aproxime al lugar donde está la víbora, es necesario presentarle a la salamanquesa un alimento que le atraiga: una hormiga, por ejemplo. De manera que el problema de cómo atraer una salamanquesa hacia la posición de la víbora, se ha transformado en el problema de cómo atraer a una hormiga. ¿Cómo atraer entonces una hormiga al lugar donde está enterrada la víbora? Presentándole a la hormiga un alimento que le atraiga: una brizna de hierba, por ejemplo.
La brizna de hierba es una unidad de dos caras: cuerpo de brizna y apariencia de brizna. Pero para atraer una hormiga al lugar donde está la víbora, no es necesario tener una brizna en cuerpo y apariencia, es suficiente con tenerla sola en apariencia. La víbora del desierto es incapaz de acarrear una brizna de hierba y plantarla en el lugar donde se oculta, pero sí es capaz de producir la apariencia de una brizna de hierba: enterrando todo su cuerpo en la arena y dejando asomar solamente su cola. De esta manera, produciendo el valor aparente de una brizna de hierba, la víbora atrae a la hormiga, y ésta a su vez atrae a la salamanquesa. Y así: presa capturada.
Producción de los valores aparentes
La víbora del desierto sólo tiene un cuerpo, pero dos apariencias: apariencia de víbora y apariencia de brizna de hierba. Su apariencia de víbora es su apariencia natural, mientras que su apariencia de brizna de hierba tiene que producirla de un modo intencional. Bajo esta condición, la víbora del desierto no sólo se presenta como un depredador, sino también como un productor de valores referenciales cromáticos (o valores aparentes cromáticos). Pero no produce un valor referencial cromático en general, carente de significación corporal, sino que produce el valor referencial cromático de un cuerpo particular, el de una brizna de hierba.
Apariencia y presencia
Cuando la víbora no se encuentra en el campo referencial de la salamanquesa, en su campo de visión, la víbora no está presente ni aparece. Por el contrario, cuando la víbora se encuentra en el campo referencial de la salamanquesa, la víbora está presente y aparece. Por último, cuando la víbora encontrándose en el campo referencial de la salamanquesa se entierra en la arena, la víbora no aparece pero está presente.
El movimiento aparente de la víbora transcurre así: en primer lugar, aparece, en segundo lugar, desaparece, en tercer lugar, aparece como brizna de hierba, y en cuarto lugar, desaparece como brizna de hierba y reaparece como víbora. Dicho de forma más sintética: desaparece como víbora para aparecer como brizna de hierba, para luego volver a aparecer como víbora desapareciendo como brizna de hierba. Dicho de forma fenomenológica: la víbora cambia su apariencia de víbora por su apariencia de brizna, para luego cambiar su apariencia de brizna por su apariencia de víbora.
Francisco Umpiérrez Sánchez
Fumsa msn.com
Director del Centro de Estudios Karl Marx
En Las Palmas. A 7 de abril de 2003.
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