Va era

(Yo me he revelado)

"Tetragramma, Elohim, El Shadai"

 

Parashá: Ex 6,2-9,35.

Haftará: Ez 28,25-29,21.

 

"Habló todavía Elohim a Moisés y le dijo: Yo soy Tetragamma. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como El Shaddai, mas en mi nombre Tetragramma no me di a conocer a ellos" (Ex 6,2.3).

Estos dos versículos mencionan los tres grandes nombres de Dios: el Tetragramma, que nosotros designamos como "el Nombre Inefable", el nombre de Elohim, y el nombre de El Shaddai. No leemos el Nombre Inefable tal como está escrito y lo substituimos por Adonay [Señor]. Bajo esta forma aparece ya (en griego) en la antigua traducción de los Setenta. En el pensamiento teológico judío, el nombre Elohim designa "el Todo Poderoso", lo que los Setenta entendieron por el término griego de "Dios".

Pero, ¿qué significa El Shaddai?

En el versículo siguiente, es el nombre con el cual Dios se dio a conocer a los Patriarcas Abraham, Isaac y Jacob durante la historia de sus vidas, tal como nos lo cuenta el libro del Génesis, aunque también unido al Nombre Inefable y al de Elohim. Pero la Torá nos precisa que a pesar de la presencia de estos nombres en la historia, los Patriarcas no conocieron a Dios sino bajo el nombre de Shaddai.

Este nombre frecuente en el libro del Génesis, si recordamos, parece desaparecer a partir del don de la Torá en el Sinaí. En la Torá sólo lo volveremos a encontrar en boca de un no-hebreo, Balaam, más raramente en los profetas (y el libro de los salmos), pero con una gran frecuencia en los diálogos de Job y sus amigos que no pertenecen al pueblo de Israel y no conocen la Torá. Onquelos y Jonatan, en sus traducciones al arameo de los textos bíblicos (targum), lo conservan tal cual, aparentemente porque no saben -o no osan- traducirlo. Ocurre lo mismo en la traducción griega de los Setenta que elide el nombre, como si no existiera en el texto hebreo.

Los comentaristas de la Biblia, así como la investigación bíblica, han dado diferentes interpretaciones del nombre Shaddai. La mayor parte -sin argumentos convincentes- piensan que aporta las nociones de poder y autoridad. Sólo me detendré en una de las muchas interpretaciones que debemos a uno de los más grandes hombres de fe judía, Maimónides. Él interpreta el nombre de El Shaddai a través de un juego de palabras: El she dai "El Dios que es suficiente a Él mismo", el Dios cuya esencia se encuentra en Él mismo y no en las funciones que le atribuye el mundo. Tal era la percepción de Dios que tenían nuestros Patriarcas Abraham, Isaac y Jacob los cuales creyeron en El Shaddai. El Midrash remarca que ellos -contrariamente a la generación de Moisés- no exigieron ni símbolos ni milagros para afianzar su fe. Pero, ahora, se trata de enviar a Moisés para que anuncie la buena nueva de la liberación a los hijos de Israel que no conocen a Dios en tanto que El Shaddai, y deberá utilizar, por lo tanto, los Nombres que subrallan Sus acciones en el mundo.

Podemos ver aquí pues, la diferencia esencial que existe entre el conocimiento de Dios en Su Divinidad, la expresión más alta de la fe y a la vez la más profunda, y el conocimiento de Dios por las intervenciones que Él ha hecho en la historia.

 

***

Moises ha sido, pues, investido para su misión. Después de una primera confrontación con el Faraón, se le da la orden de presentarse de nuevo ante el soberano acompañado de su hermano Aharon y de iniciar la acción que culminará con la liberación de Israel y su salida de Egipto. Y he aquí, que en este momento la Torá interrumpe su historia para darnos algunas breves informaciones sobre la genealogía y la parentela de Moisés, precisándonos ciertos detalles que, hasta el momento, no habían aflorado. La parashá precedente, la de Shemot, se contentó con decirnos que Moisés era hijo de "un hombre de la casa de Leví", que había tomado por esposa "una hija de Leví". Ahora se nos informa, por primera vez, que Moisés era hijo de Amram, hijo de Kejat, hijo de Leví, y que este Amram se había casado con su tía Yojeved. De golpe nos enfadamos ante tal noticia. La Torá, en efecto, tal como se la transmitirá Dios a Moisés, prohíbe formalmente la unión de un hombre con su tía, de forma que se considera como un incesto de los más graves y que merece pena de muerte (sin intervención humana =karet).

Ciertamente esta unión, se produjo antes del don de la Torá y, de acuerdo a las leyes noájidas en vigor por las cuales un matrimonio con una tía no estaba prohibido, la unión era lícita. Aun con esto, no podemos dejar de asociar a Moisés con el hecho que naciera de una unión que posteriormente se considerará como ilícita. En la historia de los patriarcas el fenómeno es frecuente: Jacob se desposó con dos hermanas (la Torá prohibirá, después, este tipo de matrimonios), Abraham y Sara eran hermanos (no por la parte de madre, pero sí por la de padre).

La Torá parece insistir sobre este aspecto, que la parentela biológica de nuestros patriarcas, así como la de Moisés, no responde a los criterios de prohibición que definirá a posteriori. También aprendemos, a la vez, que la calidad de un hombre, el nivel de conocimiento de Dios al que llega, no dependen de factores biológicos. Hizkuni, uno de los "clásicos" comentaristas de la Torá, va más allá y explica las razones por las que la providencia ha tramado el hecho que Moisés naciera de unión considerada más tarde como prohibida (aunque en el momento de su cumplimiento no lo fuera): "Para que él no fuera orgulloso ante el pueblo." Un peligro amenaza a todo dirigente y hombre de poder, el de enorgullecerse ante sus subordinados, peligro que existe igualmente para un hombre de Dios y pastor fiel de Israel. Parece, pues, recomendable, que un dirigente tenga siempre presente un elemento de su genealogía que pueda aparecer como una falta.

Es esta misma idea la que nuestros sabios expresaron con estas palabras: "No se debería nombrar como dirigente de una comunidad a ningún otro que no llevase colgando en su espalda una cajita con gusanos, para poderle decir cuando se volviera arrogante: 'Mira detrás tuyo', es decir, 'No olvides quien eres'." esta advertencia es válida para los dirigentes de todos los tiempos.

Dentro de este orden de ideas, remarquemos que el Rey Mesías esperado tiene tras de sí una cadena de incestos y matrimonios prohibidos, el de Rut, la moabita (descendente de la unión de Lot con su hija), el de Judá y Tamar (su nuera), de David y Betsabé, de Salomón y Nahama, la amonita.

 

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