Va yikrá

(Llamó)

"llamó el Eterno a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión"

 

Parashá: Lv 1,1 - 5,26

Haftará: Is 43,21 - 44,23

 

Vayikrá y Tzav -estas dos parashiot encierran las reglas que rigen los sacrificios, los cuales constituían, en la época en la que el Templo existía, la expresión del culto de Dios. No vamos a debatir aquí el enorme paquete de sacrificios y sus justificaciones, cuestión que ocupa un importante lugar tanto en el mundo de la halajá como en de las reflexiones teológicas sobre la fe judía. Nos ocuparemos solo del primer versículo de este capítulo. (Lv 1,1): "Llamó el Eterno a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión, diciendo: Habla a los israelitas y diles..."

Este inicio es muy particular. No tienen paralelo en toda la Torá. La fórmula a la que estamos acostumbrados es la siguiente: "Habló Dios a Moisés diciéndole", mientras que aquí tenemos: "Llamó el Eterno a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión.

Para muchas fuentes talmúdicas y midráshicas, así como para el pensamiento judío tardío, este versículo nos enseña que la voz, la voz de Dios, se podía oír dentro de la tienda de reunión, pero no fuera de ella. "La voz llegaba a los oídos de Moisés en la tienda de reunión, pero la voz dejaba de oírse fuera de la tienda." Esta es una de las formulaciones que se encuentran en las diferentes fuentes, algunas citadas por Rashi:

"Llamó a Moisés" - La voz llegaba a sus oídos pero no al resto de Israel. ¿Es posible que no oyeran esta llamada? Esto es para enseñarnos que la voz que se dirige a él, Moisés puede oírla, pero no el resto de Israel, porque la voz se interrumpe y no llega a salir fuera de la tienda. ¿Podría ser la voz hubiera sido tan débil que no pudiera ser oída fuera de la tienda? La es definida de esta forma: "La voz de Dios es poderosa, la voz de Dios es majestuosa, la voz de Dios dobla los cedros." (Sl 29,4) Entonces, ¿por qué se dice "desde el tabernáculo de reunión"? ¿Significa esto que se trata de una voz que se interrumpe." Aunque esta voz doblegue a los cedros, cesa fuera de la tienda de reunión.

Dicho de otra forma, la voz de Dios no puede ser oida sino por aquel que se encuentra en la tienda de reunión, este es el lugar de encuentro de Dios y el hombre. La voz de Dios resuena en todo el universo, pero el hombre no la oye, excepto que se encuentre en la tienda de reunión y se encuentre con Dios.

En otra fuente, encontramos esta interpretación: "Esta voz sonora se limitaba a la tienda, y no se oía fuera de ella. Nadie puede oír la voz de Dios aquel que se encuentra en el dominio del culto a Dios." Es decir, en la aceptación del yugo de la Torá y de los preceptos. Nadie acepta el yugo de los cielos porque la voz de Dios ha llegado a él, sino que la voz de Dios llega a aquel que acepta este yugo.

Este punto es de una importancia capital. La fe no llega al hombre desde el exterior, ni por la Revelación, ni por la palabras que Dios le dirige. El hombre solo consigue la fe cuando decide entraren la tienda de reunión. Si no, no escuchará la voz de Dios, aunque esta resuene por todo el universo.

***

Examinemos ahora un detalle de las leyes de los sacrificios expiatorios (jatat) -sacrificios ofrecidos por una falta cometida por omisión. Leemos: "Si toda la comunidad de Israel...", "Si una sola alma ha pecado por omisión...", "Cuando un príncipe peca..." y aún "si un sacerdote ha pecado en detrimento de su pueblo." (Lv 4,2.3.13.22)

El sacerdote ungido, que representa a la comunidad en el cumplimiento del culto, no es otra cosa que un hombre de carne y sangre. Como tal, puede equivocarse y pecar por omisión. Entonces, deberá ofrecer un sacrificio expiatorio. Pero la formulación es extraña: "Si el sacerdote ungido peca en detrimento del pueblo..." ¿Qué significa esta expresión?

Viendo diferentes fuentes, desde el Talmud hasta las interpretaciones más tardías, vemos sobre este punto dos opiniones diferentes que una máxima de nuestros sabios (aunque no está relacionada con nuestro versículo directamente) las resume perfectamente. ¿Es que una generación (es decir, la forma social, cultural y moral de una población dada, en una época determinada) es la imagen de su príncipe (dicho de otra forma, es el dirigente el que modela la imagen del pueblo)? O, a la inversa, ¿es el príncipe el que está hecho a imagen de su generación (los dirigentes corresponden a lo que es su pueblo)? O, para retomar una fórmula de los sabios ¿"cada pueblo tiene los dirigentes que se merece"?

Hay pues, dos formas de comprender este versículo: "Si el sacerdote ungido peca en detrimento del pueblo..." ¿Esto significa que la falta cometida por omisión por el Sumo Sacerdote (es decir, por un líder) será causa de que el pueblo peque a su vez? Dicho de otra forma, ¿el pecado del sumo sacerdote lleva a que su pueblo se haga culpable a su vez? O, a la inversa, ¿significaría que la culpabilidad del pueblo entraña también la del gran Sacerdote? Es decir, ¿es él pecador porque el pueblo ha pecado?

Vemos un problema cuyo significado socio-político es inmenso: ¿la degradación de una generación debe imputarse a los líderes? O la visión de esta esfera dirigente es el reflejo del estado en el que se encuentra el pueblo? La diferencia es muy importante: en un caso, se puede corregir la situación cambiando a los gobernantes. Pero el pueblo no puede ser cambiado. La mejoría de la situación, entonces, depende de cada uno.

Sobre la cuestión del príncipe, que podría suscitar numerosas reflexiones, haremos una última consideración. El príncipe, el nasí, es el dirigente político, el rey. Es así como los profetas designaron la monarquía. Ya hemos notado antes que en todos los casos la frasees condicional: "Si el sacerdote ungido peca...", "Si toda la comunidad de Israel peca...", "Si una sola alma peca..." Pero sobre el príncipe, el "si" desaparece: "Cuando el líder peca..."

Nuestras fuentes hacen una análisis muy penetrante sobre este punto. Toda persona, incluido el Sumo Sacerdote, y toda la comunidad de Israel son capaces de pecar. Pero no se trata mas que de una necesidad natural o lógica. Por ello se emplea el condicional "si."Pero es mucho más seguro que el príncipe pecará. ¿Por qué? Porque es líder, y está en la misma naturaleza del poder el pervertir y corromper al hombre. Tampoco la Torá habla de eventualidad ("si el líder peca"), sino que se pronuncia segura: "Cuando el líder peque," porque inevitablemente, el líder pecará. No hay presidente, ni sistema de poder cuyo dirigente un día u otro cometa una falta o peque. Esta es la concepción de la Torá en lo que se refiere al poder: reconoce la autoridad; lo respeta y desconfía.

 

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