Shemini

(El octavo día)

"Y Aharón calló"

 

Parashá: Lv 9,1 - 11,47

Haftará: Sm 6,1 - 7,17

 

Al octavo de la gran consagración del Santuario y de la institución permanente del sacerdocio en Israel, cargado con las modalidades del servicio divino, Aharon y sus hijos fueron ungidos como sacerdotes. Aharon fue ungido al mismo tiempo que sus hijos para mostrar que el sacerdocio es una institución que se transmite de padres a hijos, privilegio que no le fue acordado a Moisés cuya doctrina no se transmite a sus hijos. La Torá de Moisés se perpetúa en la medida en la que el pueblo de Israel la perpetúa.

Pero el sacerdocio es conferido a Aharon y a sus hijos, a sus dos hijos mayores, pero he aquí que mueren ese mismo día; mueren dentro del santuario, como se dice en la parashá siguiente (Lv 16,1) Se acercaron al Eterno y murieron." En la parashá Shemíní se da la explicación: Lanzaron el incienso en 'un fuego extraño que Él nunca les mandó (Lv 10,1) Entonces ¿a quién ofrecían el sacrificio? Al Eterno, Dios de Israel, para el servicio del cual 'se habían avanzado.' Este acto no se parece en nada, desde cualquier ángulo desde el que se mire, al del becerro de oro. A pesar de que aquí los dos hijos de Aharon mueran, al igual que sucedió después de la adoración del becerro de oro una gran parte de Israel murió.

¿Qué es ese fuego extraño que Él nunca mandó" (tsava - forma activa)? Si leemos este última palabra, tal cual está escrito, sin vocalización de las consonantes, uno puede entender: ellos hicieron una cosa que no les había sido ordenada (tsuva - forma pasiva). ¿Es que cumplir un acto sin haber recibido la orden sería considerado como un pecado penado con la muerte?

Pero si vemos el texto masorético (el que se incluyen las vocales y los signos de cantilación) que acompaña al texto bíblico, vemos que la preposición 'no' (que Él no les había ordenado) lleva un signo de cantilación muy poco frecuente en la Biblia - un merjá kefulá. Así, ciertos comentaristas bíblicos leen " Un fuego ilícito que Él no les había ordenado" como " un fuego ilícito que Él les había ordenado que trajeran". Dicho de otra forma, lo que los hijos de Aharon cumplieron, no era un acto que les hubiera sido ordenado, sino un acto que les había sido ordenado de forma explicita que no hicieran, a saber aportar un fuego profano.

Pero esta lección sale más de la interpretación que de su sentido literal y es que aquí el sentido literal es mucho más profundo. De la misma forma que tomar el becerro de oro por Dios y rendirle culto (He aquí tu dios, Israel - el becerro es hecho Dios) es un acto de idolatría, el culto de Dios mismo, aunque no se haya cumplido con la plena conciencia del hombre, pero responde a una pulsión interior de dar culto a Dios, se convierte en una especie de idolatría, a pesar de la pureza de la intención.

La fe que se expresa en el cumplimiento de los preceptos prácticos, en el culto ofrecido a Dios, no está destinada a expresar o a apaciguar los sentimientos humanos. Esto significa que el hombre acepta lo que la tradición post bíblica llama 'el yugo del reino de los cielos, el yugo de la Torá y de los preceptos.' La fe se expresa en los actos que el hombre cumple porqué él sabe que es su deber cumplirlos, y no por impulsión personal, la cual, aunque estén dirigidos hacia el culto divino, expresan la satisfacción de un deseo que el hombre busca satisfacer por medio de este culto. Esto es el fuego profano. Y esos que primero cometieron tal acto, los primeros sacerdotes después de Aharon, y que lo cometieron en el Santuario, fueron condenados a la misma pena como si hubieran sido condenados a la idolatría.

Nos encontramos ante una gran lección moral y válida para todas las generaciones: No transformar el servicio divino en un medio de apaciguar las pulsiones del hombre, que como aquí, puede ser de buena fe, revestido de la apariencia de culto a Dios.

El texto no dice nada del desespero que Aharon debía sufrir delante de ese terrible hecho: haber asistido, después de haber sido ungido gran sacerdote, a la muerte, en el interior del Templo, de sus dos hijos mayores consagrados al mismo tiempo que ellos. Pero lo adivinamos a través de las palabras que Moisés le dirige, en forma aparente de y bastante extraña consolación. Le dice que aquí se ha cumplido la palabra de Dios: Y Aharón calló (Lv 10,3). Esto nos deja entrever que previamente, sin duda, había estado llorando o gritando.

¿Cómo comprender las dos partes de este versículo "En los que a mi se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado"? Lo que aquí se plantea es la santificación del Nombre de Dios que los hombres de fe han comprendido de dos formas diferentes según la época.

Según una primera concepción, la gloria de Dios se aparece al pueblo en lo que Él es santificado a través de aquellos que le son próximos, y los castiga cuando cometen una transgresión. La santificación del nombre de Dios se manifiesta mientras el pueblo se encuentras presente en la manifestación de imparcialidad de Dios. No solo es imparcial con los que le son próximos, sino que se muestra mucho más severo con ellos.

Existe otra forma de entender el versículo "En los que a mi se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado", como santificación del Nombre de Dios por el hombre. Esta interpretación toma en cuenta las palabras "Y Aharón calló." Para él no fue un gran día de fiesta, durante el curso de la cual se debía celebrar el acto más solemne que era el ofrecer el primer sacrificio que instituía el sacerdocio. Evidentemente, en el momento en el que sus hijos mueren, su alegría se interrumpe. Pero después de haber oido las palabras de Moisés, "Aharon calló" y retomó su servicio. Mientras sus hijos muertos yacen tendidos en el suelo, él no llora, no entra en duelo, el vuelve a cumplir con su obligación.

"En los que a mi se acercan me santificaré" puede entenderse de forma que Dios se santifica por los actos que efectúa sobre los que se acercan; pero también que Dios es santificado por los actos de los que Le son próximos, cuando cumplen con su culto, aunque en esa misma situación los hijos yazcan muertos delante de su padre.

La parashá Sheminí, después de la narración del importante suceso de la consagración del Templo y de la institución del sacerdocio, trata sobre un tema capital que rige el universo del pueblo judío a lo largo de todas las generaciones - la cuestión de los alimentos permitidos y los prohibidos. De esta distinción depende el sistema del cashrut, parte integrante de la vida cotidiana de cualquiera que pone en práctica la Torá y sus preceptos. Después de las prescripciones que conciernen a la vida material del hombre, su materialidad más trivial -su alimentación- leemos el sublime versículo de conclusión consagrado a la santificación (Lv 11,45) "Porqué yo soy el Eterno, que os hago salir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque Yo soy santo." Los preceptos realizados por el cuerpo contribuyen a la santificación del Nombre.

También aquí hay dos formas de entender la relación entre "Seréis santos" y "porqué Yo soy santo", profunda diferencia entre la santidad que concierne al pueblo de Israel y la santidad de Dios. En lo que respecta a Dios, la santidad pertenece a su esencia inmanente; santo es el atributo del Eterno. El hombre, por contra, no es santo, pero ha recibido la orden de ser santo: "Y seréis santos porqué Yo soy santo." Uno no puede transferir la noción de santidad, atributo de Dios, a la realidad humana. La santidad para el hombre concierne a los objetivos y las funciones humanas orientadas hacia el servicio desinteresado de Dios: Vosotros seréis santo al aceptar practicar los preceptos. Fuera de los preceptos, no hay santidad posible. Estas cosas fueron dichas expresamente en el sifré (comentario al Levítico) sobre Lv 11,45: "Os santificaréis y seréis santos." "Os santificaréis", es la santidad de los preceptos, por eso se sigue con "seréis santos."

Existe, por contra, otra concepción según la cual el pueblo de Israel posee una santidad interna, por la única razón que la Torá le fue dada. Más adelante volveremos sobre esta concepción.

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