Pinjas

(Pinhas)

 

Parashá: Nm 25,10-30,1

Haftará: 1Re 18,46-19,21

 

El inicio de la Parashá Pinjás es la continuación de la anterior, la de Balak. Los hebreos se dan a la desenfreno y al culto de Peó con la hijas de Moab. Este escándalo llega su punto máximo con el odioso acto de Zimrí que blasfemó y negó al Dios de Israel y su profeta Moisés al darse a la obscenidad de un acto sexual público. Fue entonces cuando Pinjás, lleno de celo por Dios, celo por el honor mancillado de Dios, se erigió en justiciero. El quiso, por propia iniciativa, al matar al blasfemo, convertirse en el agente de la justicia divina. Según el inicio de la parashá, esto acto le valió a Pinjás y a su descendencia para recibir como recompensa una alianza de paz con el Dios de Israel. El zelota extremista, que en su celo por Dios no reculó ante la muerte, y el hombre de la alianza de la paz son una sola y misma persona.

Este texto nos enseña , pues, que un hombre cuando comete actos graves y extremos, no tiene el derecho de justificarse con el celo que siente por Dios excepto con la condición imperativa de ser simultáneamente un hombre de paz, en paz con Dios y con los hombres. Solo quien llega a este nivel tiene el derecho de cumplir la justicia al encuentro del criminal.

 

Esta parashá de Pinjás se parece mucho a la historia célebre y profundamente arraigadoa en la consciencia de las generaciones, que se refiere al profeta celoso que vivió cinco o seis siglos más tarde que Pinjás, el profeta Elías. También él fue dominado por el celo del Eterno y en nombre de este celo mató a los profetas de Baal y de Asherá. El paralelismo entre los dos sucesos y entre las dos personalidades es tan remarcable que se escogió como haftará de la parashá el texto referente a la historia de Elías. Por otra parte, según una tradición legendaria, estos dos personajes no son sino una sola y misma persona. Elías es Pinjás, el cual, por un milagro, habría tenido una larga existencia de cinco o seis siglos. También tenemos un tradición que se remonta dos mil años que considera a Elías como el mensajero de la paz. El último versículo de los libros proféticos se refiere a Elías que, al final de los tiempos "El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres."(Ml 3,24), es decir, el que restablecerá la paz entre las generaciones. También tenemos un maravilloso texto de la Mishná que se refiere a Elías, que define su función en el final de los tiempos: el profeta volverá para restablecer la paz en el mundo. Volvemos a estar confrontados a la misma contradicción. El mismo zelota, que en nombre de su celo por Dios, no recula ante la muerte, es el mensajero de la paz.

 

El celo de un ser mortal por el Eterno que en nombre de este celo comete actos terriblemente graves aparece en el plano moral así como en el religioso, como muy problemático. ¡Quién puede permitirse ser celoso por Dios? ¿Quién puede, en nombre de su propio celo, darse el derecho de ser su propio jefe? Un midrash que se refiere a los actos de Elías, presenta esta cuestión con mucha perspicacia. Después de haber matado a los profetas de Baal, Elías debe huir ante la cólera de Jezabel. Penetra en el desierto en el que Dios se le revelará, no en una llama, ni en un seismo, sino en la forma de un suave murmullo y le pregunta: "¿Qué haces ahí Elías?" (1Re 19,13) Elías responde: "He huido de Israel, porqué los hijos de Israel han abandonado tu alianza, han destruido tus altares y han pasado por la espada a tus profetas, y he tenido que huir para salvar mi vida." Con estas palabras él intenta justificar los actos que ha cometido: "He hecho explotar mi celo por tí, Eterno."

 

Según el midrash, Dios responde a Elías cada una de sus excusas. Al argumento "los hijos de Israel han abandonado tu Alianza", Dios le dice: "¿Qué Alianza han abandonado? ¡La tuya o la mía? Al final se trata de mi Alianza, y quién te da el derecho de encolerizarte contra aquellos que la rechazan?" Acerca de "ellos han destruido tus altares", Dios le responde: "¿Son tus altares o los mios los que han destruido?" En otras palabras, déjame vengar mi honor mancillado y no te doy la autoridad para manifestar este celo. El diálogo se convierte en una replica de Dios, casi brutal. Cuando Elías le dice: "Han pasado a tus profetas por la espada" Dios le responde: "Así que tú estás vivo, aunque tú eres profeta y vives," lo que quiere decir que no han matado a todos los profetas de Dios.

 

Elías entonces se encuentra destituido de su función de profeta de Dios. Dios le dice: "Israel no puede soportar tal celo. Tú ya estabas celoso en Kitim [alusión precisamente a Pinjás que el midrash identifica con Elías]. Ahora has manifestado tu celo sobre el Monte Carmelo. Tú has derramado sangre ahí abajo y aquí por causa de tu celo por Dios, cosa evidentemente sublime, pero Israel no puede soportar tal celo. Ahora ve, encuentra y nombra a otra persona para que sea el profeta de Israel en tu lugar." Este será Eliseo.

 

Este episodio encierra una enseñanza eterna. En cada época y cada hora, en cada generación y principalmente en la nuestra, se encuentran hombres que levantan el estandarte de la fe en el Eterno y que se otorgan la autoridad de ser celosos de Su nombre. Entonces debemos plantearnos la pregunta: ¿Estas personas tienen las cualidades a nivel humano y moral para ser consideradas como personas dignas de la alianza de la paz, los únicos que pueden hacer prevalecer su celo por Dios para cometer actos graves? Ya que s'olo aquel que, por su naturaleza y su esencia, posee esta cualidad de hombre de paz, que intenta traer la paz al mundo, sólo él, y en casos extremos, puede manifestar su celo por Dios. Si no es una persona apropiada para esta función de hombre de paz y mensajero de la paz, no tiene ningún derecho para manifestar su celo por Dios. Y si él lo hace a pesar de todo, no es otra cosa que un asesino.

 

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