La parashá conocida como Toledot Isaac, o "Historia de Isaac", la más larga del libro del Génesis, no afianza tanto la biografía de Isaac, sino más bien el inicio de la historia de sus descendientes, de sus hijos y de sus nietos.
A propósito de Isaac, el libro del Génesis nos cuenta pocas cosas. No sabemos nada de su infancia o su juventud, a excepción hecha del gran suceso que constituye la marcha hacia el sacrificio al lado de su padre. Solo un midrash tardío nos dice que durante esa marcha, hubo también un acto de auto-sacrificio. Lo que nos cuenta el Génesis es sobretodo el nacimiento de sus hijo, de lo que sucedió entre ellos y con su padre.
De la vida de Isaac solo se habla acerca del trío Isaac-Rebeca-Abimelek, que repite de algún modo la historia de Abraham-Sara-Abimelek. Isaac, que aparece como un hombre particularmente pasivo, fue el único de los tres patriarcas que se esforzó en concretizar la promesa de la herencia de la tierra a través de una verdadera colonización. Abraham y Jacob fueron nómadas. De Isaac se nos dice que el sembraba, irrigaba los campos y recogía su cosecha. A partir de aquí, tal como hemos dicho, se nos presenta a Isaac como un hombre de edad avanzada, sin actividad alguna y medio ciego, confinado en su casa mientras que los hechos se acaecen sin su participación.
En un punto opuesto, la historia de Jacob que se inicia en esta misma parashá, aparece -por su amplitud- como la más importante del libro del Génesis. La Biblia es rica en detalles sobre su personalidad, la de un hombre que nosotros conocemos con precisión. El carácter de Jacob aparece a través del libro del Génesis con gran claridad, con más vivacidad y más cambios que en el caso de Isaac, o al lado de Abraham del cual no sabemos nada acerca de su infancia o su juventud. Sólo un midrash tardío nos da el nombre de su madre, un nombre extranjero sin referencia alguna en la Biblia.
Por contra, conocemos la vida de Jacob desde su concepción, su nacimiento, infancia y juventud. Esta es la historia completa de una vida humana con sus combates, luchas, victorias y derrotas. La historia de la vida de Jacob, tal como está contada en el libro del Génesis, constituye -no sé si esto sería demasiado- la primera biografía personal en la historia de la literatura mundial que conocemos.
La personalidad de Jacob aparece entre los patriarcas como la más humana. El también es tenido en cuenta entre aquellos "que marchan ante el Señor", pero este caminar se encarna en la historia de una vida llena de sufrimiento y desgracias conocidas por el común de los mortales y mucho mejor comprendidas que las desgracias que Abraham conoció en su confrontación con Dios.
La historia de la vida de Jacob comporta celos y rivalidades, problemas conyugales, luchas por el propio enriquecimiento, dificultades en la educación de los hijos, derrotas y victorias. Jacob sobre sí mismo dirá que los días de su vida fueron breves y malos comparados con aquellos de sus padres, lo cual suscita este comentario del midrash Tanhuma Él sufrió enormemente. Un midrash más tardío hace decir a Dios esto acerca de Jacob: "Jamás hice un milagro por él". Nosotros podemos decir por nosotros mismos, que la vida de Jacob, bien que no comporta milagros patentes, fue más que una serie de milagros concatenados. La personalidad de Jacob aparece a la vez compleja y complicada. Él, que se quedó en la tienda, guiado por su madre, se revela como un hombre de acción y de realización a quien sólo se le da una esposa del exterior. El conquista a sus mujeres y sus bienes por sus propios medios, por su trabajo y por su perspicacia. Por el amor de una mujer él se consagró a un trabajo que lo absorbió durante años. Él, que parecía temer a su hermano y se tendía humildemente ante él, lucha con Dios y con los hombres. Más aún , y para mayor sorpresa, le oimos decir que él había conquistado una parte de Canaan con la fuerza de su espada y su arco, episodio que no nos ha sido relatado anteriormente.
Todo aquello que le había sido destinado lo ha obtenido por vías tortuosas y complejas. Está claro que él era el destinatario de la herencia espiritual de Abraham, pero no llegará a realizarla más que a través de sutiles y tortuosos caminos. La primogenitura y la bendición, la esposa que le llega, su riqueza y su patrimonio, nada de todo esto le llega de manera directa y él se ve obligado a adquirirlas mediante la lucha, superando obstáculos y derrotas. Pero al mismo tiempo, él recibe el privilegio de la visión profética ya que Dios se le reveló tres veces y dirigió su vida. Este fue, al final, Jacob, este hombre que suplantó a su hermano (Os 12,4), que cambió su nombre por Israel, que combatió con Dios y con los hombres. No es por azar que nuestro pueblo es llamado por este nombre porque su camino en la historia, por muchos aspectos, se asemeja al camino de Jacob, nuestro patriarca.
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