FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE SEVILLA
         Ni siquiera los tartesios fundaron Sevilla, aunque estuvieron muy cerca del lugar que hoy ocupa nuestra ciudad, a causa de que, todavía en su época, el suelo sevillano estaba cubierto por las aguas del río Guadalquivir, que desde la ALGABA hasta SANLUCAR DE BARRAMEDA se ensanchaba formando un estuario o lago abierto, llamado por los antiguos lacur Ligustinus, o lago Ligur. Aunque más reducido siguió existiendo hasta época romana, y parte de él, ya más desecado, son las actuales marismas.

         El Lacus Ligustino redujo su tamaño y emergieron tierras ribereñas probablemente hacia el año 1000 antes de J.C. Quizás lo primero que emergió fue una isla, comprendida entre dos brazos del río, que irían respectivamente por Alameda de Hércules - Tetuán - Avenida, y por Ronda Capuchinos - Menéndez y Pelayo - San Fernando, actuales.

         Según los hallazgos arqueológicos citados por Luis Alarcón de la Lastra, y por Blanco Freijeiro,, el primer poblamiento de Sevilla fue en las cotas 12 y 14 de altura, que corresponden a la Cuesta del Rosario, Abades, San Isidoro, y acera alta de la calle Sierpes.

    DE CÓMO HÉRCULES FUNDÓ A SEVILLA
         Hacia el año 1000 antes de Jesuscristo, o sea hace ahora alrededor de 3000 años, llegaron los primeros navegantes fenicios a España. Venían surcando el mar Mediterráneo, habiendo costeado el Norte de África, donde aprendieron la religión egipcia; y donde fundaron una colonia, cerca de la actual Túnez, a la que dieron el nombre de Kar-tago, que significa Ciudad Nueva. Desde ahí continuaron progresando en sus periplos o navegaciones, acercándose cada vez más al Estrecho de Gibraltar, el cual al principio no osaban pasar, por el miedo que sentían todos los antiguos al océano desconocido, el Atlántico.

         Solamente un navegante, más atrevido que los otros, llamado Melkart, se decidió a pasar con su barco, desafiando las corrientes, por entre los dos promontorios que forman el Peñón de Gibraltar, y el Peñón de Calpe.

         Después de encontrar el océano Atlántico, siguió costeando hacia el Norte, hasta que encontró la desembocadura del Guadalquivir, remontando este río, hasta llegar al lugar que hoy ocupa Sevilla. Aquí, en un islote formado entre dos brazos del río, encontró sitio para fundar una factoría comercial, y efectivamente lo hizo en el lugar que hoy ocupan la Plaza del Salvador, Cuesta del Rosario, y Plaza de la Pescadería, lugares en los cuales, actualmente, cuando se hacen zanjas para abrir cimientos cada vez que se construye un edificio, o cuando se efectúan reparaciones de alcantarillado, suelen aparecer fragmentos de cerámicas, y otros vestigios de la primera fundación fenicia.

         Melkart, el navegante, no solamente estableció aquí la primera factoría comercial fenicia a la que dio el nombre de Hispalis que en idioma fenicio parece significar "llanura junto a un río" o sea "marisma", sino que además consiguió mediante tratados, y mediante incursiones armadas, apoderarse del monopolio de las pieles y cueros de Andalucía, probablemente enseñando a los indígenas turdetanos a capturar y matar los infinitos toros bravos que ocupaban los montes y llanos de la región, sometiendo al rey de los turdetanos, llamado Gerión, a quien impuso además de una servidumbre comercial, el cambio de la religión primitiva que profesaban los turdetanos, a la nueva religión egipcia.

         Hasta aquí los hechos tal como ocurrieron. Más tarde, sobre esta base real se formó la leyenda. Melkart cuando murió, fue declarado por los egipcios y fenicios como héroe, santo, y dios, cambiándose luego el nombre de Melkart, por el de Herakles, y entre los latinos por Hércules.
     
         Es natural que se le considerase héroe, puesto que había sido el primero en atreverse a una navegación por un océano desconocido que se suponía lleno de maleficios y peligros. Es natural que se le considerase santo y dios, por haber llevado una religión a unos pueblos salvajes.