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JOSE ALEJANDRO PEÑA








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José Alejandro Peña
José Alejandro Peña
POEMAS
IN ALBIS


Todo vuelve a la vida con su larga ansiedad
y su sed de pantano.

Todo arde tan pardamente en la distancia
que hasta el blancor del labio se transforma en eco
de una sustancia virgen.

Todo arde por dentro
asfódelo instantáneo de mi mano.

Ah, si me doliera menos la palabra “suplicio”
o la palabra “espanto” que viene de roer mis medallones
¿qué sería de la deseperación de mi mismo?

Todo arde en la voz
¿o es la voz que arde en todo y en sí misma?

¿En qué latido mío arderá más la muerte?

Blancor del labio que retiene trémulo navío de quebrantos
Blancor de un vuelo que no acaba ni empieza  en el aire
o en el pájaro
sino en la nieve callada que va tachando todo.

Santo Domingo, 1984





SOLILOQUIO CON GIRONDO



Se rompe el ojo tierno como un lago.
Se mastica la soledad y el frío
cabeceo de este día.
Llueve en la muerte
o así lo imaginamos, verticales lagunas.

El tic tac de la libélula  y su fúnebre,
calcado escalofrío están en mí,
tienen mi forma.
Soy dimensional como el rocío
y obscuro de intención como una grieta
en el agua.
El polvo (chasquido del reloj)
hace del ojo-vendaval una vertiente
de su continuidad.

¿Qué pesa más en mí,
mi malestar o mi consciencia
de llevarlo?
¿A qué otro cómplice que ame mis defectos?
Yo soy como la vasta selva unánime:
ondulada quimera del nenúfar.

Ah, desdecir a tientas por las calles
este añico de mí que oscila en todo.

...y pensar que la muerte
es en verdad un caso tonto,
que juega a desquiciar,
que anula tanto.

Ja ja ja (la risa ahoga).




AIME CESAIRE


Aimé Cesaire dejó en el aire
un tenue arrobamiento de laúd matinal
y se hizo un collar de brasas y de orejas
nocturnas, símbolo del viaje inusitado
hacia  una infancia de luces que devora
el regreso.
Y en las tardes oscuras arrancaba palabras del fondo
de su pecho rojizo como un súcubo
y las dejaba morir sobre la blanca arena estremecida.

Dijo casi a mi oído (sin que la sangre llevara
al espejismo de la noche):

Deja que tus palabras terminen sofocadas,
lleva una vida errante
de náufrago indeciso
y verás que no mienten
los tránsfugas ni el polvo.

Y yo, todo una válvula cargada
de señales, miré la claraboya
oscurecida.

¡Cuánto envejece un hombre
en un cerrar los ojos!

En la voz-escolopendra de los niños exangües
el hosco sol ondula
se disgrega la muerte
como un laúd de tenuidad fingida.





HOMENAJE A VALLEJO

                ...y para henchir mi vértebra, me toco.
                                              C. Vallejo


¿Qué puede ya la luz sino cambiar sus botines viejos
por un cabecearse en la brisa?
¿Qué eternidad exterminada hunde su mano en mi pecho
arácnido y volcánico?

Adiós, Rilke purísimo, volcado contra sí,
adiós, mi trago de Voltaire.
Adiós, dice la nube Baudelaire.
Adiós también a ti huesudo niño atroz,
me dice el viento.

Y la luna se convierte en llanto
y el llanto en llama impura
y la llama del árbol
en ojillo cerrado.

¿Ves
qué tánto mi voz sube, se altera
y fosforece en toda su sustancia
elemental?

Ven,
toca este hueco en lo profundo.
                                  Baní, 1984



UNA CHISPA AMENAZA TODO UN BOSQUE


                                             Lo que importa es ser múltiple y ser solo.
                                                                    Domingo Moreno Jimenes



1

Una chispa tan sólo para peinar las breñas descuidadas...
Mi casi golpeado metaloide sube por las ramas cansadas
del agobio y un agua oscura que se espesa y la sed que
chorrea sus cristales y el polvo y la nieve entrelazando
huellas... Ah, y hasta el cuervo se arremolina en su bunker
de Londres como esas pinzas hidráulicas que prensan
el torso esfuminado de la muerte.



2

Acalorado como un asfódelo instantáneo que casi ya se
amolda a los andenes, este yo tan espantosamente oscuro
y desolado no tiene amputación ni tiene oscuras marcas  
de viejos utensilios de hospital. Este yo tan idéntico a la
aurora es una chispa que amenaza un bosque.




MANHATTAN’S DEBRIS


Al fondo del espejo las luces se suicidan.
La mañana está tibia de blancor y de ruinas.
Alguien allí en lo oscuro de mi vieja memoria
está sangrando siempre gastadas melodías.
La noche al polvo de sus soles retorna con un
presentimiento de extravío,
con un chaleco albino de tristeza,
con una sed vacía de pozo milenario y de abandono.
Una música acaba de sepultar en su abismo de algas
un latido caníbal, porcelana del viento.
Anclando los navíos de la muerte están
la lluvia de Manhattan y el olvido.




De Iniciación Final
(1984)



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COPYRIGHT © 1984 José Alejandro Peña                  COPYRIGHT © 2002 José Alejandro Peña,
©  Mind Reader Press                                                        © Ediciones El Salvaje Refinado

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 DEL AUTOR Y/O DE LOS EDITORES. PROHIBIDA LA REPRODUCCION PARCIAL O TATAL
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