Evangelización y ecumenismo
60. Entre los requisitos importantes para una auténtica labor
evangelizadora, es forzoso incluir el camino ecuménico. En efecto, no cabe duda
de que, especialmente en Europa, la unidad de los creyentes en Cristo constituiría
una oportunidad fundamental para dar nuevo impulso a la fe y a la incidencia de
ésta en el tejido cultural y social. Por ello ‑sin dejar de comprobar el
camino realizando en los últimos años a la luz de las indicaciones de la 1
Asamblea especial para Europa del Sínodo de los Obispos (75)‑, la cuestión
ecuménica no podrá dejar de ser objeto de análisis atento por parte del Sínodo.
Pese al perdurar, aquí y allí, de alguna actitud de cerrazón
ante el diálogo ecuménico, parece ser bastante unánime el acuerdo acerca de la
convicción de que la falta de unidad de los cristianos debilita el testimonio
común de la fe, y, en consecuencia, sobre la necesidad y la urgencia de una
estrecha colaboración con las demás Iglesias. En esta dirección se han realizado
avances significativos: están activamente implicadas las comunidades locales,
las comunidades de vida consagrada y sujetos eclesiales comprometidos en encuentros
y diálogos de ámbito diocesano, regional y de la Iglesia local. Si es verdad
que todo esto se manifiesta con mayor dificultad allí donde la presencia de
otras Iglesias es minoritaria, ha de notarse sin embargo que también en estos
países va creciendo gradualmente la conciencia de la imprescindibilidad de la
dimensión ecuménica en la vida y en la misión de la Iglesia.
Entre los factores que contribuyen al crecimiento de esta
sensibilidad ecuménica más extendida, hay quien incluye tanto las felices
experiencias de encuentros como los de Graz y los que han tenido lugar en el
«espíritu de Asís», como la existencia de un «ecumenismo práctico» en la vida
diaria de tantos fieles y, en especial, en campo caritativo y social. Tampoco
hay que olvidar, en el diálogo ecuménico, la importancia de la vida monástica
tanto en la Europa occidental como en la oriental y el papel del arte y de la
cultura.
Por lo que concierne al aspecto doctrinal ‑mientras se
advierte disposición a buscar nuevos caminos de confrontación y acercamiento
teológico, que ya han surtido positivos efectos, como prueban con evidencia
algunas declaraciones conjuntas (76)‑ se subraya que el esfuerzo para
alcanzar la unidad no debe hacerse en detrimento de la verdad, y que un «ecumenismo
superficial» entraría en contraste con una verdad auténticamente estable en la
fe y en la «diversidad reconciliada».
61.
Contemporáneamente, se detecta sin embargo y de forma algo generalizada que nos
hallamos ante momentos de dificultad e incluso de crisis.
Especialmente con la caída del muro de Berlín y con la
ampliación de Europa, las relaciones con las Iglesias ortodoxas se han
transformado en importante reto, especialmente por el aumento de cierta desconfianza
recíproca y por problemas relacionados con la devolución de los edificios de
culto y de otros bienes eclesiásticos, el reconocimiento jurídico de las
distintas instituciones católicas, la posibilidad, los límites y los métodos de
la acción evangelizadora, los problemas relacionados con la posibilidad y la
práctica de la «intercomunión».
Han surgido fuertes tensiones sobre todo con las Iglesias
católicas orientales, de forma que las relaciones resultan a veces difíciles y
conflictivas en ambos sentidos. No faltan sin embargo señales de un descenso
de la tensión y de superación de algunas dificultades; se procura tejer relaciones
de amistad con vistas a un mayor conocimiento recíproco y para que crezca la
confrontación entre los responsables; se da lugar a momentos de encuentro
cultural a intercambio de profesores en algunas instituciones, a participación
en las respectivas fiestas litúrgicas.
En países con población mayoritariamente protestante
con bastante frecuencia surgen problemas debidos a la diferente valoración de
algunas cuestiones éticas.