La crisis de Europa es una crisis de
espíritu
España es el país con el
mayor número de representantes en el Sínodo
CIUDAD DEL VATICANO, 30 sep (ZENIT).- Con una solemne concelebración eucarística en la Basílica de San Pedro del Vaticano se inaugurará mañana la segunda asamblea especial para Europa del Sínodo de los Obispos.
Se trata de una cita decisiva para la Iglesia del viejo continente pues, como dice claramente el documento de trabajo («Instrumentum Laboris»), Europa es un continente en crisis. Descristianización, secularización, paganismo, violencia étnica, derrumbe demográfico, son quizá los fenómenos más característicos.
El Sínodo debatirá sobre la manera en que se pueden movilizar todos los recursos de la comunidad cristiana para que ante esta crisis, que es fundamentalmente una crisis del hombre europeo, se pueda responder redescubriendo, como dice Juan Pablo II, las raíces cristianas de Europa.
Para explicar el contenido, la razón de ser y la metodología del Sínodo, el cardenal Jan Schotte, secretario general del Sínodo de los Obispos, mantuvo esta mañana un encuentro con los profesionales de la información. En la Sala de Prensa de la Santa Sede se podían apreciar muchas caras nuevas, periodistas de todos los países europeos que se han acreditado especialmente para informar día a día sobre el andadura de esta cumbre eclesial.
«La nueva evangelización será el meollo del debate de esta segunda asamblea especial para Europa del Sínodo de los Obispos --afirmó el cardenal Schotte--. Se discutirá casi exclusivamente de fe, los problemas políticos y sociales quedarán al margen».
Paganismo europeo
Schotte explicó que se afrontará de lleno el desconocimiento de la fe que hoy experimenta Europa. «No hay que minusvalorar los fenómenos de paganismo --añadió el purpurado belga--: un reciente sondeo hecho en Francia constataba que el 68 por ciento de los entrevistados no consideraba a Dios como algo importante para su vida. El problema es, pues, el conocimiento, la difusión y la transmisión de la fe».
La fe ya no se transmite en Europa «a través de los métodos tradicionales», constató el secretario del Sínodo de los Obispos. «La familia, por ejemplo, era un vehículo fundamental para la enseñanza y la difusión de la fe a los jóvenes, pero al experimentar tantos problemas y polémicas ya no es capaz de dedicarse a esta tarea. En la escuela se presta más atención a los aspectos culturales e informativos, mientras que se hace cada vez más difícil transmitir una auténtica educación en la fe. Somos conscientes de los bajos porcentajes de participación de los católicos en la Misa dominical, pero aún son más numerosos los católicos que no tienen relación alguna con la parroquia. En los medios de comunicación, que se convierten cada vez más en forjadores de cultura, son muy pocos los que están comprometidos en la divulgación de una cultura religiosa».
Experiencia precedente
El cardenal Schotte reveló que Juan Pablo II quiso dedicar una atención especial a Europa, el único continente que vive por segunda vez una experiencia de esta envergadura, pues el «primer Sínodo, de 1991, fue convocado sobre todo por motivos históricos, contingentes, ligados directamente a la caída del muro de Berlín y al restablecimiento de la libertad por parte de la Iglesia del Este de Europa».
Una década vertiginosa
«Ocho años después, la euforia superficial que siguió a la caída de los regímenes comunistas ha terminado, aunque permanece la esperanza de un futuro mejor --explicó el purpurado--. Hemos asistido a un gran cambio, la Iglesia del Este ha renacido, se han creado estructuras más sólidas, se han desarrollado contactos con las Iglesias hermanas, la homogeneización del sistema económico y cultural ha hecho que ahora los problemas de la Iglesia del Este sean los mismos que los de la de Occidente».
Por lo que se refiere a la representación de los delegados del Sínodo, Schotte explicó que por primera vez se ha decidido según un criterio de representación que favorezca a las entidades más pequeñas, quitando poder a las grandes Conferencias Episcopales. Se ha dado más importancia a la presencia de todos. La delegación más numerosa es la española, pero por razones ajenas a toda previsión, pues ha coincidido que entre los representantes de los movimientos, asistentes, auditores..., haya muchos españoles.
Fray Roger, fundador de la Comunidad de Taizè, será enviado especial al Sínodo.