Los movimientos hablan al Sínodo

Intervenciones de Chiara Lubich, Kiko Argüello y un matrimonio español

 

CIUDAD DEL VATICANO, 6 oct (ZENIT).- Representantes de los movimientos eclesiales, que están participando en el Sínodo de los Obispos como auditores, tomaron ayer por la tarde la palabra para compartir con los obispos la manera en que ellos perciben los grandes desafíos que afronta en estos momentos la Iglesia católica.

Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, afirmó que «para la Iglesia es necesaria una primera evangelización en el Este y una nueva evangelización en Occidente». Para que se alcance el sueño de una Europa unida, a todos los niveles, Lubich subrayó algunos puntos fundamentales: «un regreso auténtico al Evangelio, al amor evangélico, particularmente a través de testigos; la aplicación del amor recíproco radical que trae la presencia de Jesús entre varias personas que están unidas en su nombre para ofrecer al mundo el rostro de una Iglesia-comunión; la necesidad de presentar un "Jesús vivo"; el compromiso en campos particulares (jóvenes, familia, vocaciones, política, economía, medios de comunicación)».

La fundadora de los Focolares concluyó subrayando cómo los movimientos, en cuanto «irrupción de carismas en la Iglesia, son una respuesta eficaz y ya operativa a estas exigencias».

Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, afirmó que «nos encontramos en un cambio de época. La cultura de la gran ciudad sumerge al hombre en el secularismo y en el anonimato», por este motivo es necesario «salir de la gran ciudad para entrar en la Jerusalén celeste: ésta es la obra de la Iglesia».

Kiko consideró que se puede alcanzar este objetivo «regresando al primer modelo apostólico». «El Camino Neocatecumenal --añadió-- abre en las parroquias un itinerario de formación católica, una iniciación cristiana post-bautismal de carácter catecumenal, vivida en pequeñas comunidades, que refuerza la fe de quienes están cerca de ellas y llama a creer a los alejados. Por ello, es urgente que se renueven las estructuras de la Iglesia, que la parroquia pueda convertirse en "una aldea celeste", con una nueva estética: un "catecumenium" con espacios modernos, para el culto y para la vida de las pequeñas comunidades, un modelo social más humano, capaz de abrir espacios para una nueva cultura».

Kiko concluyó su intervención proponiendo la constitución de «una Comisión Pontificia dedicada a la aplicación de la nueva evangelización, según el espíritu del Concilio Vaticano II, para promover el anuncio del "kerygma" y la iniciación cristiana de los adultos,  abiertos a la vida, capaces de amar a los demás», incluso al enemigo».

El matrimonio Jesús e Juana Carrascosa, de Comunión y Liberación, testimoniaron ante los obispos cómo había tenido lugar su conversión, explicando la importancia de la sorpresa ante el encuentro con Cristo. «Interrogarse sobre la dificultad de la misión en Europa --dijo Jesús Carrascosa-- significa redescubrir la absoluta sencillez del método de
Cristo, del Dios con nosotros: Jesús es una presencia humana que afecta a toda la vida y la cambia. Por ello, se requieren cristianos conscientes y convencidos que sean capaces de hacer presente ala Iglesia en sus comunidades».

Su mujer, Juana Carrascosa, añadió que «la participación en el Sacramento --signo eficaz de la presencia de Cristo--, en el que el hombre vive su existencia para hacer la voluntad de Dios, representa la irrupción del Eterno en el tiempo y en el espacio. El bautizado se hace, de este modo, nuevo protagonista del escenario mundial, ante todo a través del testimonio del propio cambio. Este cambio puede llegar a la generación de obras útiles para el hombre, lugares de auténtica esperanza, signos de una aurora naciente, de nueva humanidad en las tinieblas de una barbarie que amenaza hoy a Europa, para la gloria humana de Cristo en la historia».

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