La Iglesia en Europa no será igual tras este Sínodo

Relación tras el debate del cardenal Rouco Varela

 

CIUDAD DEL VATICANO, 11 oct (ZENIT).- «Comenzamos hoy una nueva etapa». Estas son las palabras con las que se puede resumir la  «relación después del debate» presentada hoy al Sínodo de los Obispos para Europa por el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid. Una nueva etapa, en sentido técnico, pues el Sínodo ha terminado la primera fase en la que la asamblea general ha escuchado las intervenciones de cada uno de los participantes y ahora le toca afrontar, por grupos lingüísticos, las propuestas que tendrán que salir de esta cumbre eclesial. Pero, se trata también de una nueva etapa en sentido figurado, pues ante la sinceridad, amplitud y profundidad de los análisis presentados, la Iglesia en el viejo continente sale de esta semana con una nueva conciencia. En cierto sentido, y sin caer en demagogia, se podría decir que la vida de la Iglesia en Europa no podrá ser igual tras este Sínodo.

«La palabra de los hermanos nos ha permitido conocernos mejor --explica el cardenal Rouco--, nos ha dado luz y nos ha confirmado en la fe y en la esperanza, en particular la de aquellos que han hablado como testigos de la fe que han sufrido en su propia carne la cárcel y la tortura por amor y fidelidad a la Verdad que nos salva. Ahora, en grupos más pequeños, vamos a profundizar en lo escuchado para llegar a formular algunas proposiciones que ofrecer al Santo Padre sobre la situación y la tarea de la Iglesia en esta hora de Europa».

Convergencias

El purpurado español recogió en su intervención las «convergencias» o «coincidencias fundamentales» que se han constatado en las intervenciones que han escuchado los participantes. Entre las más notables, destacó, ante todo, la percepción común de «la urgencia de que nuestras Iglesias anuncien y transparenten mejor a Jesucristo, su presencia personal y operante, la fuente de la esperanza que Europa necesita».

En segundo lugar, Rouco constató que los obispos han insistido en la necesidad de plantear la nueva evangelización de Europa como propuesta vivida y visible de Jesucristo, vivo en su Iglesia y así, fuente de esperanza para nuestros contemporáneos.

En tercer lugar, este Sínodo ha puesto de manifiesto la necesidad de llevar a cabo un examen de conciencia eclesial referido tanto a la situación de la sociedad europea como a la de la misma Iglesia.  

Propuestas

A continuación, la relación del cardenal hizo veinte propuestas para la nueva evangelización sobre las que se orientarán las reflexiones de los grupos de trabajo. Entre ellas, se encuentra el diálogo ecuménico, que incluye explícitamente el intercambio de bienes entre el Este y Occidente; el diálogo de la Iglesia con el mundo político y cultural; el nuevo impulso a algunos sacramentos, como el de la confesión. Sobre el tapete de la discusión puso, además, otros argumentos de gran actualidad como el voluntariado, la presencia y la relación con los medios de comunicación social, el papel de la mujer, la doctrina social que responde a emergencias de nuestros días, como el desempleo o los flujos migratorios. También subrayó la necesidad de actualizar el anuncio del Evangelio a las nuevas sociedades de Europa.

Regreso a los orígenes

La relación del cardenal Rouco concluyó reconociendo que el futuro de la Iglesia está ya en sus mismos orígenes. «La renovación de la vida cristiana en sus fuentes mismas (la fe en la Palabra de Dios, la celebración de los sacramentos y el servicio de la caridad) aportará la esperanza divina y humana que Europa necesita. La renovación viene del encuentro con Jesucristo resucitado, que nos enseña, por su Espíritu, a comprender  el misterio de la cruz y de la Vida, del perdón y de la Gloria».

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