Obispos afrontan con la prensa la
propuesta de reforma jerárquica
El desafío de la Iglesia
no es la estructura, sino el testimonio, responden
CIUDAD DEL VATICANO, 11 oct (ZENIT).- El final de las intervenciones generales ante el aula sinodal ha dejado lugar al inicio de las sesiones de los grupos lingüísticos de trabajo. De este modo, el Sínodo de los Obispos de Europa, que se celebra en el Vaticano del 1 al 23 de octubre, pretende concretar los temas que hasta ahora han sido discutidos.
Con este motivo y para hacer un balance del camino recorrido hasta ahora por la asamblea, tuvo lugar esta mañana, en el Vaticano, una rueda de prensa en la que han participado varios obispos del Este y de Occidente.
Desafíos
Tras estos primeros diez días de debate, monseñor Józef Miroslaw Zycinski, arzobispo de Lublín (Polonia) y secretario especial del Sínodo, subrayó que «los obispos tienen que apoyar la unidad de Europa» promoviendo los valores evangélicos «de la dignidad humana, la libertad y la justicia social». En este sentido, reconoció que «el objetivo consiste en detener el nacionalismo deletéreo que ha dado pie a tantas divisiones y conflictos. Además, tenemos que afrontar la fascinación de la cultura de la ilustración en la que muchos han visto la tendencia hacia un mundo mejor, pero que, sin embargo, ha llevado no sólo a la muerte de Dios, sino también a la muerte de la filosofía y del hombre. Por este motivo, es importante subrayar las bases cristianas de la cultura».
Para monseñor Zycinski, existen dos motivos que invitan al optimismo. El primero tiene que ver con el desarrollo del diálogo ecuménico, en especial en relación con las Iglesias ortodoxas. «Hace ocho años --explicó monseñor Zycinski--, en el primer Sínodo para Europa, los delegados de las Iglesias ortodoxas presentaron críticas a la Iglesia católica. Hoy, por el contrario, todo ha cambiado. Las mismas Iglesias han expresado su reconocimiento y gratitud por lo que ha hecho la Iglesia católica».
El segundo motivo de optimismo para la Iglesia en Europa, precisó monseñor Zycinski, «es la expansión y el crecimiento de los movimientos eclesiales».
Clima de distensión realista
Monseñor Elías Yanes Álvarez, arzobispo di Zaragoza (España), confesó que estaba sumamente impresionado por «el clima de distensión y sumamente realista de este sínodo». Recordó los testimonios de fe de los mártires del Este como «estímulo para consolidar y sostener la fe frente a los graves problemas que tiene que afrontar Europa». En particular, consideró que la Iglesia está prestando particular atención a los jóvenes, a los enfermos, a los inmigrantes, y a los medios de comunicación social.
¿Reforma colegial?
Ante la propuesta presentada al Sínodo de realizar una reforma de las estructuras de la Iglesia que permita una acción más «colegial», monseñor Zycinski, confesó con sinceridad su escepticismo «ante el hecho de que las estructuras puedan resolver los problemas» y añadió que «la estructura existente es más que suficiente para predicar la Buena Noticia». Según el obispo de Lublín, «los problemas que tiene que afrontar la Iglesia no se resuelven por arte de magia o con demagogia, sino con nuevas formas de predicación». «El problema no son las estructuras, sino el contenido de nuestro mensaje --dijo Zycinski--, y los problemas no se resuelven con propuestas que reciben gran publicidad o sensacionalistas».
El problema no está en
las estructuras
Entre los profesionales de la prensa, en la sala de prensa de la Santa Sede se encontraban representantes del grupo alemán «Nosotros somos Iglesia», que ha promovido una recogida de firmas para proponer una reforma de la jerarquía de la Iglesia según los mecanismos de las democracias occidentales. En respuesta a la intervención de un miembro de este grupo en la rueda de prensa, monseñor Reinhard Marx, obispo auxiliar de la ciudad alemana de Paderborn y miembro de la Comisión para la Información del Sínodo, respondió que, «como demuestra la relación del cardenal Rouco Varela, el Sínodo ha afrontado de manera sumamente realista todos los problemas que afligen a la Iglesia europea sin ningún tipo de limitación. En este caso, sin embargo, el problema no está en la estructura. Hay que discutir de los contenidos y sobre la manera en que hay que comunicar el Evangelio hoy, teniendo en cuenta también cómo ha sido testimoniado en los países del Este».
«La jerarquía puede cambiar --dijo monseñor Marx--, pero este no es el problema. Nosotros somos obispos y tenemos que continuar tratando de afrontar el auténtico problema: ¿cómo comunicar la fe?».